Estarás de acuerdo con nosotros en que septiembre (y no abril) puede ser el mes más cruel. O, al menos, estarás de acuerdo en que es un mes ambiguo.
Las vacaciones van quedando atrás y el verano también llega a su fin. Los días empiezan a acortarse y el bronceado que tanto te favorece va desapareciendo poco a poco de tu piel. Vuelves al trabajo, a clase, a la rutina… un poco a regañadientes.
Septiembre puede ser un poco odioso.
Pero, al mismo tiempo, después de las vacaciones (o al menos de la vida más relajada que trae el verano) estás lleno de energía. Has descansado, has desconectado y eso te hace tener ganas de emprender cosas nuevas o de darle un buen empujón a ese proyecto que rumias desde hace tiempo y para el que nunca encuentras tiempo o fuerzas: escribir por fin tu novela, empezar de una vez a trabajar en tu plataforma de escritor, etc.
Septiembre resulta siempre prometedor.
Es inevitable que, en septiembre, entre la depresión postvacacional se infiltren la esperanza y las ganas de cambiar algunas cosas (comer mejor, hacer algo de ejercicio, escribir todos los días) y de convertir en realidad esos objetivos que, por una u otra razón, siempre pospones.
Sí, septiembre es un mes ambiguo.
Porque, confiésalo, aunque te has propuesto que este año sí vas a alcanzar tus objetivos y te sientes pletórico de energías, tienes algo de miedo a que todo acabe como siempre: en meros buenos propósitos que más tarde o más temprano quedarán abandonados por el camino.
Con el fin de que eso no te vuelva a suceder vamos a darte un plan de acción para que, empezando hoy mismo, pongas en marcha el motor de tu productividad y este año consigas todo lo que te propongas.
Hacer cosas diferentes para obtener resultados distintos
Seguro que has escuchado un millón de veces la frase de Albert Einstein que dice «Si buscas resultados distintos, no hagas siempre lo mismo».
Parece una verdad de Perogrullo, pero caemos en ese error una y otra vez. Nos quejamos de los resultados, pero repetimos una y otra vez aquello que la experiencia nos dice que no funciona.
Si de verdad quieres que en tu vida haya un antes y un después de este mes de septiembre (o al menos cumplir con algunas de tus metas más largamente acariciadas), prepárate a hacer las cosas de otra manera.
No basta con desear las cosas. Imaginar tu novela acabada no va a hacer que aparezca un documento con cincuenta mil palabras escritas (y además bien escritas) en tu ordenador. Seguir dándole vueltas a la idea de mejorar tu web, publicar con más continuidad en tu blog y probar algunas estrategias de marketing no hará que todo eso suceda.
Vas a tener que introducir algunos cambios en tu vida. Y, sobre todo, vas a tener que empezar a pensar de forma diferente.
Comienza por reflexionar sobre cómo has hecho las cosas hasta ahora. Sé sincero contigo mismo.
Puede que te hayas limitado a quejarte de que no tienes tiempo para escribir, en lugar de ponerte a crear ese tiempo.
Puede que hayas estado procrastinando, leyendo blogs sobre escritura en lugar de buscar un buen curso para aprenderlo todo de una vez y poder dedicar tu tiempo a trabajar en tu obra.
Puede que sientas algo de miedo ante la idea de adentrarte en el mundo inexplorado del marketing, en lugar de empezar a dar pequeños pasos poniendo en práctica algunas ideas sencillas…
Haz examen de conciencia y busca tus puntos de mejora. En tu fuero interno sabes cuáles son y a poco que rasques aflorarán. Apúntalos en un papel para tenerlos bien presentes y no volver a caer en ellos jamás. No este septiembre.
1. Elige tus objetivos
Ahora haz una lista de cosas que quieras conseguir: escribir una novela, crear tu página web de escritor, encontrar editorial para ese libro que ya tienes escrito, darle algo de vidilla a tus ventas en Amazon, etc.
Sé ambicioso y anota todo lo que se te ocurra. Soñar es barato. Haz la lista de objetivos tan larga como quieras.
A continuación, de entre todos los objetivos de tu lista, escoge tres.
No, no te deshagas del resto de la lista tan pronto. Conserva tu lista de objetivos.
En primer lugar, porque vas a ver que conseguir alguno de tus objetivos puede acercarte a los demás. Por ejemplo, si creas tu página de autor estarás en mejor disposición de darle después vidilla a tus ventas en Amazon.
Y en segundo lugar porque cuando veas que eres capaz de alcanzar lo que te propones, ya nada te detendrá. Irás alcanzando una por una cada meta que te plantees y cumplirás poco a poco con todos los objetivos que haya en tu lista.
Además, es muy bueno tener una lista de sueños (aunque les demos el nombre más prosaico de objetivos), así siempre caminarás con un rumbo: el de convertir lo que deseas en realidad.
Volvamos a los tres objetivos que tienes que escoger.
No los elijas al azar. Piensa si, como hemos visto en el caso de la página de autor y las ventas de Amazon, no haya dos que se complementen porque alcanzar uno te acerque a otro. Si es así, elige primero el objetivo base, porque luego te será más fácil trabajar en el otro con esos cimientos creados.
Si puedes, elige también objetivos que resuenen en ti. Algo de lo que tengas muchas ganas. E incluso algo que te dé mucho miedo y que te haga salir de tu zona de confort.
Si tienes una vida «complicada», con muchos compromisos y obligaciones, escoge un objetivo más grande y dos más pequeños. Así evitarás quedarte colgado en alguno de ellos y sentirte frustrado como consecuencia.
Por último, elige cosas concretas que puedan ser realizadas en el plazo de un curso escolar.
Así es: tienes hasta finales de junio para convertir esos tres objetivos en una realidad. El curso escolar acaba de comenzar y, para cuando finalice, tú habrás alcanzado tus metas.
2. Crea hábitos que te conduzcan hacia tus objetivos
Ya tienes tus tres objetivos y también has creado un plan de acción para llegar a ellos.
Pero para que ese plan de acción se materialice tienes que tener los hábitos precisos.
Lo comprenderás mejor con un ejemplo. Imagina que tienes el objetivo de ponerte en forma y acudes a un gimnasio donde te dan una tabla de ejercicios pensada para ello. Pero si no tienes el hábito de hacer ejercicio varias veces a la semana es imposible que pongas en práctica esa tabla y que alcances la meta de ponerte en forma.
Desarrollar aquellos hábitos que te facilitarán alcanzar tus objetivos como escritor es la mejor manera de lograr estos. De lo que se trata es de cambiar el enfoque y no centrarse tanto en el objetivo como en el hábito que te ayudará a lograrlo.
Piensa en qué hábitos necesitas tener para poder alcanzar los tres objetivos que te has propuesto. Y luego empieza a trabajar para construir esos hábitos. En este artículo te contamos como los hábitos te ayudan a alcanzar tus objetivos y cómo incorporar hábitos a tu día a día.
3. Crea el tiempo que necesitas
Ahora mismo estarás pensando que, con lo apretada que es tu agenda, sencillamente no tienes un minuto libre donde puedas introducir un nuevo hábito.
Puede que seas una persona ocupadísima, es cierto. Pero por lo general lo que sucede es que somos víctimas de los ladrones de tiempo.
Ocupamos nuestro precioso tiempo con tareas que, en realidad, no nos están acercado a nuestros objetivos. O, todavía peor, lo malgastamos en tareas que no nos aportan nada, como ver la tele o pasar el rato en las redes sociales.
Bueno, en realidad, coge esto último con pinzas. Puede que ver la tele o mirar Facebook sean tu manera de desconectar. Y descansar es preciso. Pero si inviertes una buena parte de tu día en esas cosas, te estarás haciendo un flaco favor.
¿Crees que no dedicas demasiado tiempo a la tele o las redes? Emplea un día a sumar cada minuto que pasas en ellas y puede que te lleves una sorpresa. Piensa también en lo que podrías hacer si dedicases ese tiempo a trabajar en tu novela o a mejorar tu plataforma de autor.
Sobre los ladrones de tiempo hablamos en este vídeo, en el que además identificamos cinco ladrones de tiempo específicos del escritor.
4. Dile adiós a la procrastinación
La procrastinación es uno de los puntos débiles de muchos escritores. De los principiantes como de los veteranos.
La procrastinación consiste en aplazar deliberadamente el momento de hacer algo que sabes que tienes que hacer.
La procrastinación no actúa como los ladrones de tiempo, que se nos llevan los minutos sin que nos demos cuenta. En la procrastinación existe un elemento deliberado.
Es decir, sabes, por ejemplo, que deberías estar escribiendo, pero abres internet y te pones a leer blogs. Sí, blogs de escritura, es cierto; pero tú lo que tenías que estar haciendo es teclear en tu nueva novela.
Resulta que la procrastinación tiene un fuerte componente subconsciente. Hay algo, un miedo, una falsa creencia, que es la que nos impulsa a procrastinar.
Puede que te dediques a leer blogs porque en el fondo sientes que no estás preparado para escribir una novela. El reto de escribir una obra larga te asusta, temes no estar a la altura. Así que, en vez de ponerte a ello, vas aplazando el momento de enfrentarte al trabajo.
5. Deja de pensar y haz
Plantearse metas, planificar la ruta que te llevará hasta ellas y encontrar el tiempo para ponerte manos a la obra es necesario. Pero si de verdad quieres alcanzar tus objetivos tienes que pasar a la acción, dejar de pensar y ponerte a hacer.
Eso implica que cada día tienes que trabajar en tu plan maestro. Y que ese trabajo debe estar articulado de una manera efectiva.
Por ejemplo, ¿sabías que la multitarea en realidad no funciona? El cerebro humano no es capaz de realizar dos tareas a la vez. Por lo tanto, saltar de una a otra solo logra que pierdas la concentración y que no avances en ninguno de los frentes.
Lo ideal es que te centres en una tarea hasta terminarla, incorporando pequeños descansos que te permitan mantenerte fresco.
6. Termina lo que empiezas
Una última recomendación para que el plan que vas a poner en marcha este mes de septiembre dé sus esplendorosos frutos: termina lo que empiezas.
Todos tenemos una inquebrantable costumbre de dejar a medio hacer tareas y proyectos para ponernos con otros que nos parecen más importantes, más seductores o más fáciles.
En el fondo esta es también una manera de procrastinar.
Y además da muy malos resultados porque significa que tienes varias cosas a medio hacer, tu atención dividida entre ellas y, para colmo, remordimientos de conciencia por no terminar nunca nada.
No caigas en esa trampa. No abandones una tarea o un proyecto hasta no haberlo finalizado por completo.
Para lograrlo, hace falta un poquito de organización y un poquito de disciplina (esa palabra que nos gusta tan poco pero que tan buenos resultados da).
Te lo explicamos todo en este artículo que va a ayudarte a aumentar tu productividad como escritor.
Septiembre es un mes prometedor. Y este año sus promesas van a convertirse en realidad si pones en práctica los consejos que te hemos dado en este artículo. Por supuesto, tienes que poner de tu parte, pero si los sigues verás que funcionan. También te invitamos a que te unas al curso Cómo ser un escritor más productivo que te enseñará cómo lograr todo lo que te propones.
O puedes unirte a nuestra comunidad de escritores. Deja abajo tu correo y todas las semanas recibirás en tu correo útiles contenidos sobre productividad, marketing y escritura.
Pertenezco a los que no terminan lo que empieza. Quiero hacer muchas cosas a la vez , me falta disciplina
Hola, Carmen:
Eres consciente del problema, lo cual es fantástico, porque solo así se le puede poner remedio.
Un saludo.
Muy bueno, bien interesante todo, a veces me dan ganas de enganchar los guantes; pero sigo adelante! Gracias