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Tres prácticas para impulsar tu motivación y escribir a diario

Escribir es un trabajo duro, requiere esfuerzo, concentración, conocimiento y práctica. Por eso, mantener la motivación para escribir es difícil, sobre todo cuando se dan los primeros pasos por este camino.

Tal vez te cuesta mantener la concentración o bien el trabajo o los estudios no te dejan demasiado tiempo para escribir. Puede que te atenace cada vez el temor a la página en blanco o que la historia que quieres contar resulte un pequeño jaleo en tu mente que no sabes cómo abordar. Todos esos factores influyen en que la motivación falle. Y si la motivación falla, la escritura se convierte en una actividad intermitente, en la que cuesta mucho más progresar.

Sea cual sea tu caso, si tu motivación para escribir flojea hoy repasamos tres ideas para recuperar el ritmo de escritura, si lo has perdido durante el parón veraniego, o para desarrollar una inquebrantable voluntad de escribir que no te abandone jamás.

Márcate objetivos pequeños y alcanzables

Para avanzar en cualquier disciplina, también en la escritura, es necesario marcarse objetivos. ¿Cómo si no mediremos nuestro progreso? Pero no todos los objetivos se crean de la misma manera. Algunos pueden arrastrarte por el camino de la frustración porque son confusos o no establecen expectativas realistas.

La motivación para escribir crece enteros cuando te fijas objetivos de escritura y descubres que los estás alcanzando. Por eso los objetivos inteligentes son aquellos que son realistas y alcanzables. Si te fijas metas que jamás cruzarás, tu motivación se desinflará más temprano que tarde.

Prueba alguna de las siguientes estrategias, seguro que te ayudan a no sentirte abrumado por la labor que tienes por delante. 

  • Divide la tarea. Escribir una obra literaria es un proyecto complejo, de gran envergadura. Pero puedes dividirlo en bocados más pequeños que podrás masticar mejor. Céntrate primero en planificar, sin pensar en el resto de las tareas que vendrán después. En una siguiente fase escribe pensando únicamente en esa página, la que tienes delante. Más tarde enfócate en la revisión de igual modo, página a página. Ante ti ya no tienes la labor inabarcable de escribir una novela o un relato, sino pequeñas parcelas que podrás atender sin agobios.
  • Plantea tus objetivos para que sean medibles. Por ejemplo, escribir mil palabras o escribir durante una hora seguida. Cada día, al terminar la sesión de escritura podrás comprobar si has cumplido tu objetivo o no. Como casi siempre lo habrás hecho, tu motivación se verá reforzada.
  • Márcate objetivos a corto y largo plazo. Si te marcas objetivos semanales y mensuales, estos te permitirán realizar un seguimiento de las metas que alcanzas en tiempo y forma. De este modo podrás ajustar tus expectativas según sea necesario y plantear mejor tus objetivos, para que sean de verdad alcanzables y la frustración no asome su feo rostro.

Los objetivos a corto plazo pueden ser tareas como escribir un determinado número de palabras, hacer resúmenes de lo que sucederá en los siguientes capítulos o escenas o crear las fichas de los protagonistas. Mientras que los objetivos a largo plazo serán de índole más ambiciosa, como finalizar la obra en la que trabajas, publicar o participar en un concurso.

Pero no olvides que si bien los objetivos a largo plazo, siempre más ambiciosos, resultan importantes, son las «pequeñas victorias» de cada día, los objetivos a corto plazo alcanzados, los que son esenciales para mantenerse motivado. De hecho, con cada objetivo a corto plazo que alcances verás tus objetivos a largo plazo más cerca. No hay mejor combustible para el motor de tu motivación.

Organiza tu espacio de escritura y tu historia

Aunque pueda parecer algo secundario, el entorno tiene efectos profundos en la motivación. Nuestro entorno puede alentarnos y estimularnos o, por el contrario, lastrarnos y desmotivarnos.

Un espacio para escribir que crea una sensación de agobio o un proceso de escritura caótico frustrarán fácilmente incluso los planes mejor trazados. Con frecuencia, cambiar (u ordenar) el lugar de escritura o establecer un proceso de trabajo bien enfocado logran hacernos sentir más motivados y consiguen que el hábito de la escritura se refuerce.

Revisa, por tanto, tu lugar de escritura. ¿Tienes un espacio determinado en el que acostumbras a escribir?, ¿dispones en él de todo lo necesario para centrarte en tu tarea?, ¿puedes aislarte y concentrarte? Si no es el caso, o si sientes que tu motivación flaquea y tu hábito de escribir es débil, tal vez debas pensar en hacer cambios en el lugar en el que escribes. Haz los ajustes necesarios hasta que te sientas cómodo en tu lugar de trabajo. En este artículo te dejamos algunas ideas sencillas para que crees un lugar de escritura que te motive a escribir.

Lo mismo sucede con el proceso de escritura. Un proceso bien definido te permite no solo ser más productivo, sino también escribir mejor. Aquí te damos algunas claves para un proceso de escritura efectivo.

Planificar y organizar tu historia también te ayudará a mantenerte enfocado y motivado, porque cuanto más concretas la estructura de la historia que quieres contar (sus parámetros, secciones, alcance) y sus detalles, más manejable se vuelve.

Alimenta pequeños hábitos de escritura para crear una rutina diaria

En ocasiones no falla la motivación, sino la falta de una rutina diaria que te haga escribir todos los días. De hecho, en realidad una rutina, una batería de buenos hábitos, hace innecesaria la motivación. Cuando tienes interiorizado un hábito lo realizas por inercia, independientemente de que te sientas motivado o no.

Hacer que escribir sea una parte regular de tu rutina diaria te ayudará a convertirlo en una segunda naturaleza. Y si la escritura forma parte de tu identidad, tendrá un lugar asegurado en tu día a día.

Construir una rutina es algo que se hace poco a poco, incorporando pequeños hábitos. Por eso antes te recomendábamos marcarte pequeños objetivos, objetivos tan minúsculos que no te cueste ningún esfuerzo alcanzarlos.

  • ¿Qué tal si empiezas a escribir cien palabras al día durante una semana y vas incrementado poco a poco la cantidad, un poco más cada semana, hasta alcanzar una cifra que te permita avanzar en tus proyectos? De este modo, además, no te hace falta disponer de una gran cantidad de tiempo (si ese es tu problema o tu excusa) para empezar. El tiempo dedicado se irá incrementando paulatinamente a medida que lo haga el tamaño de tu objetivo.
  • Para construir tu rutina diaria también puedes usar la técnica de «apilar hábitos». Toma un hábito que ya tengas y súmale el que quieres adquirir. Por ejemplo, «después de comer, escribiré durante una hora», o «antes de ver un nuevo capítulo de mi serie favorita leeré un capítulo». De este modo, el hábito que ya tienes actuará de cabeza tractora y «tirará» del hábito nuevo hasta que este se convierta también en rutina.
  • Elimina a los ladrones de tiempo. Ya sabes quiénes son: esas actividades que se llevan tus minutos (e incluso tus horas) sin dejarte nada a cambio. Las redes sociales, la televisión son ladrones de tiempo, pero hay más. Identifica a los tuyos y emplea ese tiempo mal invertido en tareas relacionas con la escritura: escribir, planificar, revisar, leer…
  • Paralelamente, conviértete tú mismo en un ladrón de tu propio tiempo. Aprovecha para leer o escribir esos momentos muertos mientras esperas a que tu hijo salga de la extraescolar o mientras vas al trabajo en el transporte público.

Seamos francos, probablemente los diez minutos que tarda tu hija en salir de judo no te den para mucho. La escritura requiere de una concentración y un foco que esos instantes robados no te van a facilitar. Pero lo importante aquí es construir una nueva identidad, la identidad de escritor. Ya no serás alguien que desea escribir, sino alguien para quien la escritura tiene un papel relevante en su día a día, una actividad que lo acompaña de la mañana a la noche. Y cuando esto suceda podrás aprovechar los tiempos muertos para no hacer nada (algo muy saludable), porque tendrás una rutina sólida que ya no necesite de esos pequeños subterfugios. Y, como hemos dicho, una rutina es mejor que la mejor de las motivaciones.

Si quieres mejorar tu productividad, marcarte objetivos sólidos, mantener el foco y decirle adiós a la procrastinación, no te pierdas el Curso de Productividad para Escritores. Este es el momento de darle espacio en tu vida a la escritura para crear una nueva relación sólida y duradera con ella. Tienes toda la información y puedes adquirirlo para comenzar hoy mismo siguiendo este enlace.

Y ahora dinos, ¿tienes tú ya hábitos y rutinas de escritura que sostengan tu motivación, e incluso que la hagan innecesaria? ¿Cómo los construiste? Cuéntanoslo, para que de tu experiencia aprendamos todos. Hablamos un ratito en los comentarios.


Otros artículos:

  • Buenas!
    Me llamo Natalia y quiero ser escritora de fantasía oscura… pero mi motivación y mis objetivos de escritura son muy débiles, tengo bastante tiempo libre y quisiera planificar mis objetivos de escritura… estos consejos que dan aquí son importantes para cualquiera que desea escribir… 🙂

  • Muchas gracias por estos importantes consejos. Mi objetivo ha sido débil, pero ahora ya tome nota de estos importantes pasos para mejorar mi rutina de escritura.

  • Pues, recién he comenzado, y yo siento firmemente que para escribir sea lo que sea o se quiera, no hace falta pensar en una historia sino en tu día a día, tu misma rutina. Y verás como las palabras fluyen.

  • Yo no tengo problemas con la disciplina de escribir. Me gustaría que alguien pudiera leer la novela que acabo de terminar y se la he dado a una decena de personas y a un par de profesionales, pero lo que más necesito es publicarla, como sea, digital o impresa, pero publicarla. Ya empecé una nueva y no quiero acumularlas en mi archivo. Saludos

  • Hola. Soy Patricio de Ecuador. Muchas gracias por la importante información que publican. Hubiese querido saber de ustedes mucho tiempo antes, pero nunca es tarde. Llevo un diario desde los quince años, cuando me regalaron uno. Ahora tengo sesenta y dos años y he mantenido esa rutina. Me causa mucha gracia cuando leo lo que escribía en mis años mozos. Escribo a diario, aunque sea poco, a veces escribo más. Saludos cordiales.

  • Buenas tardes, ¡qué ganas de volver a leeros!
    Son buenos los tips que aparecen en el artículo pero, ¿qué ocurre cuando la escritura no es mi trabajo principal o si no estoy inmersa en un proyecto de escritura como el de escribir un libro?
    Personalmente, me encanta la escritura pero la utilizo como hobbie, a veces escribo poesía, realizo ejercicios de escritura con disparadores que veo en internet o simplemente plasmo mis pensamientos y reflexiones en el papel.
    Algunos días falta tiempo, pero otros lo tengo y no se me ocurre sobre qué escribir. ¿Cómo puedo impulsar mi motivación en ese caso?
    Un saludo,
    María 🙂

    • Hola, María:

      ¡Mil gracias por estar esperándonos!

      Pensamos que las ideas que propone el artículo de hoy sirven igualmente si la escritura no es tu trabajo principal; de hecho, diríamos que en ese caso son especialmente aplicables.

      Por lo que nos cuentas, en tu caso no falla la motivación, sino que te faltan temas para escribir. Recuerda las palabras de Oscar Wilde: «No existen más que dos reglas para escribir: tener algo que decir y decirlo». Piensa justamente en lo que tú quieres decir, en qué temas te interesan y, después, en qué conflictos, personajes y situaciones pueden salir de ellos. Quizá te toca hacer un ejercicio de introspección para encontrar aquello de lo que quieres hablar en tus textos.

      Un abrazo.

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