¿Importa disfrutar al escribir?

Seguro que, como escritor, en alguna ocasión has recibido el consejo de que la mejor manera de escribir una buena obra es disfrutar mientras la escribes. Según esta idea, si tú disfrutas al escribir, el lector también lo hará al leer; el disfrute pasará como por ósmosis de ti a tu lector a través de la página.

La idea de disfrutar al escribir es hermosa, ojalá disfrutes de cada una de las líneas que escribas, pero es también una idea bastante ingenua. El disfrute del autor no es un valor literario en sí mismo, no es un elemento enjuiciable y el lector no tiene manera de percibirlo. Lo que no impide que el disfrute sea algo que debas buscar, porque escribir es un trabajo y, como se dice a menudo, si disfrutas de tu trabajo, no trabajarás un solo día de tu vida.

El disfrute del autor no es un valor literario

Como hemos apuntado, el disfrute del autor no es un valor literario. No verás ninguna crítica literaria que comente el grado de disfrute del autor al escribirla entre los elementos positivos (o negativos) de una obra. Sería bonito creer que sí, que el goce que el escritor sintió al concebir y escribir su obra pasa de alguna manera a esta y el lector puede percibirlo, pero ese tipo de ideas son precisamente las que alimentan la mística del escritor.

Lo cierto es que el estado de ánimo del escritor no se traspasa a la obra. Flaubert es conocido por sufrir duramente durante la composición de sus novelas, así se recoge sin cesar en su correspondencia:

Estoy destrozado de fatiga, de fatiga y de aburrimiento. Este libro me mata; no haré otro parecido. Las dificultades de ejecución son tantas que hay momentos en que pierdo la cabeza. No me volverán a coger escribiendo sobre cosas burguesas. La fetidez del fondo me da náuseas. Por eso mismo, las cosas más vulgares son tremendas de expresar y me aterrorizo cuando pienso en todas las hojas en blanco que aún tengo que escribir.

Sobre la creación literaria. Correspondencia escogida. Gustave Flaubert.

Según el axioma que recomienda disfrutar al escribir como sistema para dar a luz buenas obras, las novelas de Flaubert no deberían ser buenas. Su lucha, su fatiga, su náusea deberían empapar el texto e impedir que el lector disfrutase de ellas. Sin embargo, las obras de Flaubert son imperecederas.

El lector no percibe rastro del sufrimiento del autor cuando lee Madame Bovary o Salambó. Lo que percibe (y disfruta) en ellas son aquellas cosas que Flaubert perseguía con tanto esfuerzo y denuedo: «Los grandes giros, los anchos y plenos períodos fluyendo como las aguas de un río, la multiplicidad de metáforas, los destellos de estilo, en fin, todo lo que me gusta […]».

El disfrute del autor no es un argumento de venta

Como hemos visto, el disfrute del autor no es un valor literario, principalmente porque no se percibe en la obra y por ende el lector no tiene manera de juzgarlo. Pero, además, el disfrute del autor no es un argumento de venta.

Cuando hables de tu obra para tratar de persuadir al lector potencial de que la lea (o de que la compre), no uses como argumento que has disfrutado mucho escribiéndola, que has puesto en ella toda tu ilusión y todo tu cariño, que te has sentido tan parte de la historia como si tú fueras también un personaje…

Ninguno de esos argumentos son argumentos de venta. Lo que tú experimentaste al escribir no tiene nada que ver con lo que experimentará el lector cuando se adentre en la obra, como hemos visto en el caso de Flaubert. El lector no va a elegir tu novela por lo que ha supuesto para ti escribirla, sino por lo que supondrá para él leerla. De modo que si quieres convencerle de que esa debe ser su próxima lectura debes buscar mejores argumentos de venta: háblale de las emociones que él va a sentir, no de las tuyas.

Por eso es tan importante saber quién es tu lector.

Disfrutar al escribir

Entonces, ¿no importa disfrutar al escribir? Por supuesto que importa. Pero no de cara al lector, ni siquiera a la excelencia de la obra, sino de cara a ti mismo. Si escribir es tu trabajo, qué mejor que disfrutar de tu labor.

Ahora bien, ¿dónde radica el disfrute del autor? En nuestra opinión lo hace en el conocimiento de su oficio. El disfrute se logra sabiendo manejar los elementos que componen la obra, creando efectos interesantes y bien pensados con ellos, buscando los «destellos de estilo» a los que aludía Flaubert; en una palabra, el disfrute se alcanza cuando sabes que eres hábil en tu oficio.

Pero conocer el oficio implica también saber que escribir es un proceso laborioso, que exige esfuerzo, grandes dosis de reflexión y que en muchas ocasiones cuesta. A lo largo del extenso y aplicado trabajo de escritura te encontrarás con lo que Proust llamaba «momentos privilegiados», momentos en que la escritura fluye y te sientes inspirado. Pero también habrá momentos de duda, de toma de decisiones, de búsqueda desesperada de las palabras.

Disfrutar de la escritura implica saber que no siempre es un camino de rosas, pero tener la suficiente confianza en tu capacidad como autor para superar las dificultades y dar a luz una obra genuina y bien pergeñada.

Lo bueno es que si disfrutas al escribir porque conoces tu oficio, porque manejas con soltura los recursos y herramientas del escritor, el disfrute del lector estará asegurado. Porque un escritor que conoce las técnicas de su oficio por fuerza escribirá buenas obras. Y una buena obra necesariamente hará disfrutar al lector.

¿Eres de los que creen que si el autor disfruta al escribir ese goce llegará al lector?, ¿te habías parado a pensar que el disfrute del autor no se refleja de ningún modo en el texto? ¿Cuál es el método que sigues para disfrutar mientras escribes? Cuéntanoslo todo en los comentarios.

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  • Primero: hay que prepararse para dominar las herramientas. Segundo: que va a llegar al lector es lo que brota de uno mismo, la pasión que puede transmitir al personaje, y a veces no es fácil plasmarlo, o tememos ser descubiertos, que alguien que nos conozca descubra cómo somos por dentro.

  • Ahora está muy de moda, sobre todo en los medios, ver actores, músicos, cocineros, profesionales, etc. que se lo pasan muy bien cuando están haciendo sus trabajos. Nunca he creído en eso. ¿Qué pasa, nunca han tenido malos momentos, por ejemplo, en el rodaje de una película? no me lo creo.
    Empiezas a disfrutar de tu obra cuando la has terminado y comienza a ser aceptada por el público, ahí se inicia el camino de tu dicha.

  • Muy cierto.¿Qué más le da al lector si disfrutaste o no escribiendo? ¿Cómo va a notar eso? ¿Qué trozos de tu obra le van a hacer pensar que ahí estabas de los nervios porque no sabías cómo usar ese recurso o que,más adelante, ese párrafo te maravilló y te procuró un momento de placer extremo? Yo creo que más que percibir tu disfrute, el lector nota el trabajo bien hecho, el compromiso, el grado de implicación que tienes con tu obra. Por ejemplo, has profundizado de verdad en el tema, has trabajado bien los recursos, no te has conformado con la primera frase que se te ha venido a la cabeza para hacer llegar esa emoción… Todo eso, que está detrás, entre bamabalinas, hace brillar tu obra. Y se nota, tanto en el lado del lector como en el del escritor, que entonces sí, de verdad disfruta con el resultado de su trabajo. Lo demás son historias.

  • No puedo decirles mucho pues recién escribí mi primera novela y lo disfrute mucho. Debe ser muy distinto vivir de escritor que escribir por hobby. Pero lo cierto ,que a mi juicio, si uno entrega lo mejor, ya se ganó la primera batalla. Lo que más me resulta difícil es embellecer la novela. Gran Abrazo a todos y todas

  • Yo coincido en cierto modo por lo que esgrime Flaubert. Hay obras que disfrutas más que otras escribiéndolas, como incluso en una misma obra, hay días dolorosos y otros felices. Unas veces la tarea de atraer las palabras precisas al escrito es casi un dolor de muelas y otras, por el contrario, fluyen casi sin esfuerzo. No creo que haya una fórmula mágica para que el escritor disfrute permanentemente ejerciendo su oficio.

  • Claro. Disfrutar escribiendo es una sensación personal, del momento. Ahora bien, cómo llega ese disfrute personal y temporal al lector, no lo sé, y no creo que aporte valor al texto.
    Lo que sí da valor es el trabajo, la técnica y los conocimientos. Ya se sabe que escribir es reescribir.

  • Voy a referirme al arte de escribir profesionalmente y para ello, no caeré en las fórmulas mágicas de las hadas o las musas como si estas fueran las que mueven a la voluntad de escribir. El arte profesional del escritor no se diferencia demasiado con el del músico. El método lleva a la técnica de la mano y ambas al trabajo. Para escribir bien, no solo hay que leer mucho, sino también ensayar constantemente. Lo de las musas suelen ser un pretexto para cuando no se tienen ganas de trabajar. Cuando no tengo ganas de escribir, entonces leo y las ganas me vuelven al instante. Encontrar el método, es muy importante para estimularse sin necesidad de apelar a sustancias nocivas para la salud mental. El talento no es otra cosa que la voluntad de hacer una y otra vez lo que tanto te gusta, siempre y cuando tengas la disciplina de emplear el método de escribir o leer según se ajuste tu ánimo. En cuanto descubras tu propio estilo, sentirás que ya eres un escritor profesional y podrás cumplir con los encargos editoriales comprometidos.

  • Disfrutar de tu trabajo es importante en todos los trabajos, porque hace que sea más fácil, cansa menos, elimina estrés, pero no por disfrutar en el trabajo significa que uno hace bien el trabajo. Por ejemplo; hay personas que les gusta beber trabajando, y a causa del alcohol aparecen los accidentes.
    De hecho, a veces disfrutar del trabajo hace que no le prestes demasiada atención.
    Pero como escritor lo más importante es que disfrutes y que no pienses cuanto vas a ganar por ello.
    Un artista crea sus obras por placer no para venderlas. Cuando yo quiero pintar un cuadro miro el papel y saco algo de mi imaginación algo que refleje algún sentimiento o un recuerdo un dolor o el miedo, no busco en internet que estilo, retrato o paisaje se vende mejor.
    Entiendo que el dinero es la base para poder sobrevivir, pero uno no se hace escritor para buscar fama y fortuna.
    Yo escribo y me encanta, de hecho, es lo que mas me fascina y disfruto con cada frase y cada cuento y por ahora no pretendo publicar nada.
    También me gusta cocinar y experimento con la comida, y cuando consigo un plato buenísimo no salgo a dárselo a probar a los vecinos para que vean que bueno es, entonces porque debería mostrar mis cuentos.
    Si disfrutas escribiendo sigue adelante que mas da a quien coño le guste tu obra, lo importante es disfrutarlo tú; y cuando mueras tus hijos lo venderán por un montón de dinero; XD

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