Tres ideas para mejorar tu disciplina y conseguir tus metas

Cuando quieres conseguir algo, ya sea finalizar una novela, escribir a diario o poner en marcha tu plan de marketing necesitas disciplina.

Lo sabemos, es una palabra que nos suena feo: suena a dureza, a coacción, a falta de libertad. En general, relacionamos disciplina con hacer cosas que no queremos hacer. Sin embargo, es la única manera de alcanzar tus objetivos y tus metas.

Puede que tengas que hacer algunas cosas que preferirías no hacer en un determinado momento; pero ese pequeño esfuerzo es el que permitirá que, dentro de un tiempo, estés en el lugar en el que quieres estar: con tu obra finalizada, vendiendo cada vez más libros o despuntando como autor dentro de tu género.

De hecho, a pesar de su mala fama, la disciplina tiene todas las ventajas, de manera que cuando te conviertes en una persona disciplinada y ves todo lo que consigues gracias a ello, ya nunca quieres volver atrás.

Por otro lado, si eres o quieres ser un escritor profesional, probablemente habrás descubierto que necesitas una gran disciplina para hacer las mil y una tareas que corren de tu cuenta: escribir, formarte y leer, encargarte del marketing de tu libro, hablar con tu editor o tu agente, organizar presentaciones, atender a entrevistas, contactar con blogueros literarios, controlar las ventas y el presupuesto… y un largo etcétera.

Como emprendedor tienes que tener muy bien organizado tu tiempo para poder cumplir con tus obligaciones y seguir disponiendo de tiempo para ti mismo, tu familia y tus amigos.

Así que todo pasa por que aprendas a ser una persona disciplinada. Hoy te contamos cómo lograrlo en tres pasos que van a cambiar por completo tu perspectiva sobre la disciplina.

Por qué no tienes disciplina

Todos conocemos a personas disciplinadas. Se las reconoce porque siempre hacen todo lo que tienen que hacer sin aparentes agobios. Las cosas están hechas en el momento preciso.

También se las reconoce porque esas personas, uno tras otro, van alcanzando todos sus objetivos.

En el caso de los escritores, son esas personas que trabajan en su obra y cada cierto tiempo publican una nueva novela. Tienen una página web viva, en la que comparten contenido con frecuencia, tienen una lista de correo y son activos en redes sociales. Además ves que sus libros son reseñados aquí y allá y parece que todo el mundo habla de ellos. ¿Cómo lo hacen?

Pues bien, el secreto de esas personas es que han aprendido a obedecerse a sí mismas.

A todos nos resulta sencillo obedecer órdenes. Alguien nos dice lo que tenemos que hacer y lo hacemos. Pero, por algún motivo, no resulta tan sencillo obedecerse a sí mismo.

Si has dejado de trabajar para otros y has empezado a trabajar en tu propio proyecto, siendo escritor a tiempo completo, sabrás de lo que hablamos. En tu anterior empleo no tenías ningún problema en cumplir con los cometidos que te mandaba tu jefe. Pero desde que el jefe eres tú… nada está nunca listo a tiempo.

Eso pasa porque no sabes aceptar órdenes de ti mismo. Y la incapacidad de obedecerte se relaciona con tu zona de confort.

Ya hemos hablado de ella alguna vez. Tu zona de confort es la que ocupas ahora. Puede que no estés del todo satisfecho con ella, pero tu cerebro sabe que para mejorar necesitas cambiar algunas cosas. Y tu cerebro odia los cambios.

No los odia por nada, es solo que tu cerebro está programado para mantenerte a salvo. Y si ahora estás a salvo, para qué arriesgarse a introducir una nueva variable que tal vez te ponga en peligro.

Todas tus aspiraciones y todos tus objetivos están fuera de tu zona de confort. Si estuvieran dentro, ya tendrías lo que deseas. Para alcanzarlos necesitas introducir algunos cambios, hacer cosas nuevas. Pero tu cerebro te boicotea (aunque con buenas intenciones).

Su boicot, ya lo sabes, toma la forma de excusas, de procrastinación, de perfeccionismo, de creencias limitantes y de pensamientos negativos.

Por eso tienes que aprender a puentear a tu cerebro, de engañarle un poquito para que se convierta en tu aliado y te ayude a conseguir lo que quieres en lugar de protegerte de tus sueños.

1. Tu vida es fruto de tus decisiones

La vida que llevas es fruto de tus decisiones. Esa es la primera realidad que debes asumir.

Tendemos a exonerarnos y vernos como víctimas inocentes de un destino cruel. No es culpa tuya si no tienes tiempo para escribir y para leer; no es culpa tuya si tus libros no se venden; no es culpa tuya si todavía tienes que tener un trabajo nutricio para poder pagar las facturas y eso te quita tiempo para enfocarte en tu trabajo de escritor.

En realidad, tú eres el artífice de tu situación. Son las decisiones que has ido tomando en cada momento las que te han traído hasta donde ahora estás. Y son las decisiones que tomes en el presente las que construirán tu futuro. Mientras no te des cuenta de esto, nada cambiará y será muy difícil que alcances tus metas.

El problema es que por lo general no somos conscientes del poder de las pequeñas decisiones. Creemos que la vida está determinada por grandes decisiones: decido ser escritor. Pero si esa decisión no se apoya en una multitud de pequeñas decisiones diarias, de nada servirá.

Tú decides si hoy te pones a escribir o sigues pasando el rato en internet. Tú decides si empiezas a hacer acciones de marketing o sigues esperando a que las ventas lleguen solas. Tu decides si te formas o sigues permitiendo que tus dudas crezcan.

Tú decides.

Decides cada día y tus decisiones moldean tu presente y determinan tu futuro.

Ten muy clara tu meta. Y toma cada día las decisiones que te van a acercar a ella.

2. La disciplina crea momentum

Tomar hoy la decisión de dejar a un lado el móvil, con sus mil tentaciones en forma de blogs y redes sociales, y ponerte a escribir puede resultar difícil. Esa dificultad proviene de que, probablemente, tu rutina sea pasar el rato con el móvil. Lo haces tan a menudo que has adquirido momentum. Es decir, dejas que la inercia de lo que para ti es habitual en tu día a día te arrastre.

En cambio, si un día tomas la decisión de emplear el tiempo que pasas con el móvil en trabajar en tu novela, estarás creando una nueva inercia. El primer día te costará. Pero si tomas esa misma decisión durante siete días, verás que al octavo te resultará mucho más fácil. Habrás cambiado de inercia y adquirido momentum.

Tienes momentum cuando las cosas fluyen, cuando es como si una corriente te arrastrara sin que tú tengas que poner demasiado de tu parte.

Seguro que ahora ya hay un montón de aspectos de tu vida en los que tienes momentum: pueden ser cosas positivas, como hacer deporte; o negativas, como trasnochar. Por lo general son aquellas cosas en las que has establecido rutinas, sea para bien o para mal.

Si te interesa crear una rutina de escritura, aquí te contamos cómo hacerlo.

Por eso es tan importante ser consciente del poder de las pequeñas decisiones del día a día.

Recuerda que tú, y nadie más que tú, tienes poder sobre tus decisiones y acciones. Cuando decides hacer algo y perseveras en ello durante un tiempo (hay quienes apuntan a que son necesarios veintiocho días), adquieres un hábito. Y cuando algo se convierte en un hábito ya no te cuesta nada realizarlo.

Ya no será necesario que tomes cada día la decisión consciente de hacerlo, porque estará dentro de tu zona de confort. Tu cerebro te dará luz verde porque no implica ni un cambio ni una novedad y así no habrá excusas ni pensamientos limitantes.

3. Puentea tu cerebro

Además de comprender la importancia de las decisiones aparentemente intrascendentes y tomar cada día aquellas que te convienen para alcanzar tus metas; y además de conseguir nuevas inercias y rutinas que te den el momentum que necesitas para que hacer lo que tienes que hacer te resulte sencillo, hay una cosa más que puedes hacer para autodisciplinarte: puentear tu cerebro.

Parece increíble que sea cierto, pero tú eres tu peor enemigo. No es nada que esté fuera de ti, no son las circunstancias ni las personas que te rodean. Eres tú.

Ya hemos visto como tu cerebro quiere mantenerte a salvo dentro de tu zona de confort. Y para ello se vale de un montón de tácticas: miedos, pensamientos limitantes, excusas, procrastinación…

Por eso tienes que aprender a puentear tu mente.

Se trata de que reflexiones con calma sobre los motivos que arguyes para no hacer lo que deberías hacer; lo que, de hecho, sabes que tienes que hacer si quieres conseguir tus objetivos.

  • Puede que en tu caso tu cerebro esgrima miedos: a no hacerlo bien, al que dirán, a tener que aprender cosas nuevas.
  • Puede que esgrima excusas: que no tienes tiempo, que los demás no te ayudan, que eso es muy difícil para ti.
  • Puede que esgrima limitaciones: que tú no eres quién para hacer eso, que te faltan conocimientos, que eres un impostor.

Analiza detenidamente qué historias te está contando tu voz interior para mantenerte preso en la maldita zona de confort. Puedes hacer una lista con ellas.

A continuación, medita desapasionadamente sobre si eso que tu voz interior te cuenta es verdad. Si te detienes a pensarlo con frialdad, sin caer en victimismos ni dramatizar, te darás cuenta de que la inmensa mayoría de las veces eres capaz de detectar el engaño: tu mente te está mintiendo descaradamente (pero recuerda que lo hace para mantenerte a salvo, no te enfades).

Una vez que identifiques las trolas que te cuenta tu cerebro, solo tienes que repetirte que no son ciertas cada vez que las oigas resonar en tu mente. Esta es una tarea que lleva tiempo, porque no es sencillo interiorizar que te has estado engañando a ti mismo durante años. En ese sentido, también has adquirido momentum y revertir la situación exige estar ojo avizor para no recaer en las mentiras.

No obstante, puede que en alguno de los casos comprendas que tu mente no te engaña. En ese caso párate a pensar cómo puedes cambiar esa situación. Si, por ejemplo, tu mente te dice que tú no tienes ni idea de hacer marketing y tú comprendes que es cierto, puedes formarte y cambiar así esa realidad que, ahora mismo, te impide alcanzar tus metas.

En resumen

Recapitulemos:

Lo primero que tienes que hacer para convertirte en una persona disciplinada que hace lo que tiene que hacer y consigue así todo lo que se propone es ser consciente de que las pequeñas decisiones del día a día dibujan tu realidad y determinan tu futuro.

Toma cada día las decisiones correctas.

Porque si tomas cada día las decisiones correctas, el dibujo de tu realidad comenzará a cambiar. Adquirirás momentum y, con el, los nuevos hábitos que necesitas para que tus objetivos se materialicen.

Por último, sé consciente de la manera en que tu cerebro trata de mantenerte en tu zona de confort. Analiza si las razones que te das para no hacer lo que debes o quieres hacer son válidas y reales. Si no lo son, trata de neutralizar esos pensamientos oponiéndoles la realidad. Pero si lo son, haz lo posible para revertir la situación.

Recuerda que, en lo tocante a la disciplina, existen dos tipos de dolores que puedes experimentar. El pequeño dolor de hacer hoy algo que no te apetece mucho hacer. O el dolor grande del arrepentimiento y el cargo de conciencia por no haber hecho lo que debías y, en consecuencia, no haber logrado lo que deseabas.

¿Eres una persona disciplinada o por el contrario más bien sueles flojear y dejar que el tiempo pase sin hacer lo que debes ni conseguir lo que quieres? Cuéntanos tu caso en los comentarios y comparte tus trucos para mantener la autodisciplina.

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