Tres aspectos para trabajar el narrador

Hemos dicho en más de una ocasión que el narrador es uno de los aspectos más importantes de toda creación literaria. Aunque con frecuencia se dedica más atención a los personajes, en especial al protagonista, la voz que narrará la historia, omnipresente a lo largo de toda la obra, es un elemento crucial.

Hoy queremos reflexionar sobre tres aspectos que le atañen y a los que a menudo no se presta la suficiente atención, lo que no solo puede dar lugar a errores en el manejo de la información que hace el narrador, sino que además resta profundidad a esa voz narradora y, con ella, al conjunto de la obra, ya sea una novela, ya un relato.

Estos tres aspectos son el aspecto óptico, el aspecto cognitivo y el aspecto epistémico. Suena complejo, pero enseguida verás que no lo es. Estos tres aspectos son mencionados por Silvia Adela Kohan en su libro Recursos de estilo y juegos literarios. Kohan los menciona como modo de integrar «las tres actitudes básicas de la creación», es decir, los relaciona con la actitud que adopta el escritor al trabajar; y aunque sin duda operan también en ese ámbito, a nuestro juicio también encajan muy bien con lo relativo al narrador y a su voz.

Repasemos, pues, esos tres aspectos para ver lo que nos pueden revelar sobre la voz que narra.

Escritor, narrador, protagonista

Antes de adentrarnos en este interesante tema, tal vez conviene explicar algo que, aunque es básico, a menudo no se tiene claro: escritor, narrador y protagonista no son la misma persona necesariamente. De hecho, lo raro es que coincidan (aunque en ocasiones lo hacen).

  • El escritor de una obra es fácilmente identificable: es el nombre que figura en la portada (aunque ese nombre en ocasiones es un pseudónimo). El escritor es una persona como cualquier otra, pero su oficio es la escritura.
  • El narrador es la voz que el escritor usa para contar la historia. El narrador no es el escritor. El narrador es simplemente uno de los elementos de los que el autor se sirve para crear su obra, como los personajes, la estructura, los diálogos o las descripciones.
  • Por su parte, los personajes son los entes que llevan a cabo las acciones contadas por el narrador. Sin duda gran parte de la confusión entre narrador y personaje proviene de textos en los que se usa un narrador en primera persona que se corresponde con el protagonista. En esos casos la identificación entre narrador y personaje es correcta.

Por supuesto, hay obras autobiográficas o de autoficción en las que escritor, narrador y protagonista sí son la misma persona, o al menos en parte. Pero por lo general son tres entidades separadas y como tal deben considerarse.

Si te interesa este tema, ya le hemos dedicado un artículo, con ejemplos para que comprendas mejor las diferencias entre unos y otros. Se titula Escritor, narrador y personaje, tres identidades diferentes (o no) y puedes leerlo siguiendo el enlace.

Ahora que hemos repasado este punto, adentrémonos en los aspectos ópticos, cognitivos y epistémicos de la voz narradora.

Aspecto óptico

De acuerdo con Silvia Adela Kohan, el aspecto óptico es «lo que veo desde el lugar en el que me encuentro (literal) – ver». Aplicado al narrador, se correspondería con lo que este ve (o ha visto).

Aquí es fundamental hacer una distinción. Por lo general el narrador no narra únicamente lo que ve o ha visto, sino lo que sabe. Conoce la historia de principio a fin, por eso la cuenta.

Un narrador en tercera persona no tiene que haber visto ninguno de los hechos que narra para contarlos. De hecho, un narrador en tercera no ha participado en la historia que cuenta, no tiene otra función que contar esta ni más entidad que las palabras que narra y el modo en que organiza la información.

Pero un narrador en primera sí forma parte de la historia narrada, de la que por lo general es el protagonista. En este caso, sí es importante tener en cuenta lo que el narrador ha visto. Seguramente algunos hechos los ha presenciado de primera mano, porque le han ocurrido a él o al menos han ocurrido mientras él estaba presente.

Cuando elegimos un narrador en primera persona es fundamental tener en cuenta el aspecto óptico. Hemos de tener claro lo que ha visto, lo que ha presenciado y por tanto puede contar. Y pensar si hay partes de la historia que, aun siendo importantes, él no ha podido ver. En ese caso, es necesario decidir de qué manera se ha hecho nuestro narrador en primera con esa información sobre hechos que no presenció para así poder contarla. Si no tenemos manera lógica de resolver este punto, el narrador en primera persona no es la opción adecuada para contar la historia.

Aspecto cognitivo

El aspecto cognitivo, siempre de acuerdo con Kohan, es «Lo que sé, (figurado) – saber». Aplicado al narrador, nos invita a pensar en lo que el narrador sabe.

Si es un narrador en primera, sabrá lo que ha visto y presenciado, pero también puede saber lo que otros personajes le han contado.

Si es un narrador en tercera los grados de saber del narrador varían. Si es omnisciente lo sabe todo. Todo: sobre la historia, por supuesto, pero también atesora todo el conocimiento humano (sobre ciencia, historia, arte, filosofía…) y puede echar mano de él si la narración lo precisa para, por ejemplo, dar el dato del año en que fue fundada y la población que tiene la ciudad en la que vive un personaje. Aunque, por lo general, la omnisciencia de este narrador se aplica únicamente a la historia.

Pero hay narradores en tercera que no son omniscientes, sino cuasi omniscientes o limitados. Entonces su conocimiento de la historia que narran no es total, hay partes que quedan fuera de él. A veces porque estos narradores focalizan en los personajes y solo saben lo que estos saben. A veces por mero deseo del autor, que prefiere dejar partes de la historia en la sombra.

Reflexionar acerca de lo que nuestro narrador sabe acerca de la historia que narra (y de sus personajes) es muy importante.

Aspecto epistémico

Por último, tenemos el aspecto epistémico. Silvia Adela Kohan lo define como «Lo que me concierne, sistemas de valores y creencias (metafórico) – creer». En efecto, el narrador tiene un sistema de valores y creencias y es desde él desde donde cuenta la historia. Ese sistema filtra la historia, la matiza y se relaciona con aspectos tan relevantes como el tono y el lenguaje que usa el narrador para contar.

Este es, quizá, el aspecto al que menos atención se presta cuando se decide el narrador y cuando se trabaja en su discurso, pero es elemental.

El narrador tiene una perspectiva ética a través de la cual filtrará la historia. Esto sucede sin duda con un narrador en primera, cuyas vivencias, educación, carácter… determinan el modo en que juzga y por tanto cuenta los sucesos que narra. Puede que los acontecimientos que narra le parezcan reprensibles, o le causen admiración, o le provoquen tristeza… Y es desde esa impresión desde donde va a narrar.

Pero esa perspectiva ética es igualmente achacable a un narrador en tercera. Un narrador en tercera también puede presentar la historia desde la admiración, la tristeza, la ironía, la indignación… no tiene que ser necesariamente un narrador netamente objetivo y aséptico (aunque también puede serlo).

Como ves, el aspecto epistémico, la actitud ética, nos conduce hacia el tono que empleará el narrador. El tono de la voz que narra no será igual si narra desde la tristeza que si lo hace desde la ironía. Lo que enlaza a su vez con el lenguaje. El tono se construye con el lenguaje y no usaremos las mismas palabras para narrar una historia triste que una irónica.

Hemos desarrolla estas ideas con mayor extensión en el artículo La importancia del alcance ético e intelectual del narrador en primera persona. Aunque en ese artículo nos referimos al narrador en primera, esas ideas son extrapolables a un narrador en tercera. Puedes leer el artículo siguiendo este enlace.

Confiamos en que estas ideas que hemos compartido te ayuden a comprender la absoluta importancia que tiene el narrador. Y a entender que decidir quién narrará la historia no consiste en decantarse simplemente por una primera o una tercera persona. El narrador es un ente hecho solo de palabras, como dice Vargas Llosa, pero, quizá por ello, de una gran complejidad. Decantarse por uno u otro no es una decisión simple y requiere buenas dosis de reflexión.

10 COMENTARIOS


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  • Me ha gustado muchísimo la explicación de la importancia del narrador ya que estos 3 aspectos a tener en cuenta(óptico, epistémico y cognitivo) nunca los había reflexionado y

  • ALFONSO
    Me ha encantado este artículo, especialmente por ese tercer aspecto: el epistémico.
    Voy a publicar, el próximo mes de marzo, una novela que trata de una abogada que defiende los derechos de las mujeres y, en la presentación que estoy preparando, no acertaba a definir como parte de mi mundo de valores y posición ética ante algunos acontecimientos se trasladan a la novela sin ser cosnciente de ellos. Sólo lo percibes al final cuando has finalizado y revisas el texto.
    Ahora ya tengo el nombre y concepto claro: el aspecto epistémico, esa palabra de origen griego.
    Gracias, Natalia, por este interesantísimo artículo.

  • Hola, María. En el caso de una primera novela que estoy escribiendo, ese tercer aspecto lo he descubierto no en la primera redacción, sino en la revisión. Me saltaban como luces rojas todos los adjetivos que el narrador dejaba caer para dar su opinión moral sobre lo que estaba sucediendo, y que eran coincidentes con los del protagonista. (Ni que decir que de manera inconsciente coincidían con mi propia postura moral).

    En la revisión, he decidido dar un paso atrás: el narrador, aunque está siempre siguiendo el punto de vista del protagonista, ya no juzga lo que está contando. Eso lo hacen en exclusiva los personajes, que no siempre están de acuerdo.

    Creo que eso deja al lector más libertad en formarse su propio juicio de valor.

    • ¡Hola, Iván!

      Es verdad, no lo había pensado así. Me imagino que esto está dando más pie a que los personajes, en especial el protagonista, muestren sus propias voces. De ese modo, no predomina una única opinión.

      Creo que también está bien que el narrador represente las ideas del propio escritor. Así ocurre en las novelas de Jane Austen. Recientemente he leído «Persuasión» que tiene una trama sencilla, pero muy bien trabajada y con un desarrollo de los personajes exquisito. Pero este desarrollo no es solo una descripción o un resultado de diferentes actos y situaciones, Jane los define y juzga desde su propia perspectiva, o al menos es la sensación que me da. Esto da un tono diferente y único a la narración. No quiere decir que tengas que coincidir con la opinión del autor, pero ayuda a conocer cómo otros ven la vida. Creo que esta es una de las maravillas antropológicas, cada persona es única y tiene mucho que contar. Aunque seguramente todo esto depende de lo que quieras transmitir a lo largo de la narración.

      ¡Gracias por el consejo, Iván! Aprecio que hayas leído mi comentario y que te hayas molestado en darme una nueva perspectiva. ¡Te deseo suerte con la novela en la que estás trabajando!

      • ¡Ay, nos hemos conocido indirectamente en el encuentro de hoy! Me ha gustado tu pregunta sobre qué hacer con una novela a medias que ya se ha quedado fría. A veces tengo mucho proyecto por ahí y me planteo cómo evitar que acaben así.

        (Soy el que se dedica a lanzar a los amigos capítulos de la novela a medio escribir para obligarme a terminar, no te digo más).

        • ¡Sí! Me acuerdo, me hizo mucha ilusión a mí también. Se agradece poner cara detrás de las palabras 🙂

          Y sí, lo de las novelas a medias es terrible ja, ja, ja…

          A mí me encantó el hincapié que hiciste en la «crítica blanda» y lo bien que estaría que Sinjania promoviera su propio foro. Al final, lo que uno quiere es compartir con personas que están conectadas a ti de alguna manera y no en un rincón perdido de internet.

          Sé que eso requiere muchísimo trabajo técnico de fondo, ya que me dedico al marketing y me toca gran parte del trabajo con la web. Así que, ¿quién sabe? Quizá en un futuro, más o menos lejano, puedan abrirnos un foro.

  • ¡Hola!

    Creo que el tercer aspecto no se piensa de manera directa. Sin embargo, está inscrito en nosotros mismos y es muy complicado que no se deje entrever. Igual me equivoco al pensar así y en verdad sí que es necesario preverlo y definirlo de antemano para evitar la improvisación. De ser así, me cuesta concretar cómo se podría hacer.

    Me encantan estas reflexiones que vas haciendo, Natalia. Realmente me ayudan a ser más consciente de lo que es ser escritora y de la importancia que tiene el formarse en profundidad.

    ¡Muchísimas gracias por este tiempo que nos dedicas!

  • Esta entrega de hoy es una verdadera maravilla! Eso es literatura con todas las ganas. Lo expreso de esa forma por haber tenido la experiencia anterior de recorrer la red buscando información de calidad, nunca como esta, detallada, profunda.
    En mi caso, llevo ratos haciendo bocetos de cómo me gustaría que sonara mi novela. Soy tremendamente auditiva, y si no hubiera construido tantas voces para la misma historia, nunca me habría dejado satisfecha.
    El narrador es una especie de paleta de colores, es quien recrea con tonalidades profundas o no a la historia.
    Qué bueno poder preguntar algo:
    Mi narrador no está en la historia, es un narrador principal, pero hay otro. El caso es que aparecerá pero es muy como una sombra, un esbozo simbólico, sólo se hace visible de modo extraordinario al final.
    Es un narrador omnisciente aunque salga así, medio nada al final?
    También se entromete horrible en la vida de los personajes.
    Cuál sería su categoría, omnisciente o directo?
    Un gran abrazo, muy grandioso tu blog, lo considero de lo más serio para comprender teoría literaria.

    • Hola, Hilda:

      Las clasificaciones del narrador no tienen que ver con el momento en que este aparezca en la obra ni con sus relaciones con los personajes (aunque esos son aspectos también interesantes). Más bien se basan en su relación con la información y el modo en que la presenta.

      Si tienes dos narradores, tienes que centrarte en diferenciarlos a ambos. Que el lector sepa cuándo narra uno y cuando lo hace el otro (aunque uno de ellos solo lo haga al final). También tienes que tener en cuenta cómo introducir un nuevo narrador al final de la, no vaya a resultar desconcertante para el lector esa voz nueva que no ha escuchado antes.

      Abrazos.

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