Seguro que a estas alturas ya has oído hablar del «trabajo profundo». Es un concepto que acuñó en 2016 el escritor, ensayista y profesor Cal Newport en su libro titulado Céntrate, una lectura muy recomendable para todos aquellos que hacemos un trabajo creativo y/o intelectual.
Cal Newport define el trabajo profundo como «la capacidad de concentrarse sin distracciones en una tarea cognitivamente exigente». No cabe duda de que escribir es una tarea cognitivamente exigente.
Un escritor trabaja en el mundo de las ideas, su herramienta es su cerebro, porque en él nacen las historias que quiere escribir y con él les da forma, valora la mejor manera de plantearlas, toma decisiones acerca de los recursos y técnicas que empleará o elige con cuidado palabras y frases.
En consecuencia, un escritor necesita agudeza mental, centrar intensamente su atención en el trabajo, huyendo de las distracciones, para así llevar sus capacidades mentales a su máxima expresión. Solo así será capaz de dar a luz una obra de verdadero valor.
En resumen, un escritor necesita aprender a desarrollar «trabajo profundo».
Para llevar adelante un proyecto de escritura, para dar a luz a una obra de no ficción, especialmente en el caso de obras largas, como novelas (pero también en el caso de escribir relatos y novela corta), el lector necesita dos cosas: primero, tiempo para sumergirse en el tema y, después, entregarse por completo al proceso de escritura.
De cómo encontrar tiempo para escribir hablamos ya en este otro artículo que te enlazamos, así que hoy no nos detendremos más en ese aspecto. Nos centraremos entonces en los cambios que necesitamos hacer para poner nuestra mente en un estado propicio que nos permita trabajar concentrados, realizar un trabajo profundo.
El trabajo superficial
Supongamos que has organizado con cuidado tu agenda para despejar grandes periodos de tiempo en los que dedicarte a escribir. Ahora puedes hacer largas sesiones de escritura, pero tienes la sensación de que no avanzas al ritmo que quisieras y tu trabajo te parece deslavazado y poco sustancioso. Lo más probable es que, aunque dediques extensos periodos de tiempo a la escritura, estés haciendo un trabajo superficial. Y ese modo de trabajar no es apto para un trabajo intelectual exigente como lo es la creación literaria.
Repara en si tus modos y maneras de trabajar se parecen algo a esto:
En tu ordenador, tienes abierto el documento de texto en el que estás escribiendo tu original. Pero también tienes abierto el navegador, donde hay varias pestañas abiertas: un periódico en el que has picoteado algunas noticias; diferentes blogs, cuyos textos lees en diagonal; Twitter (ahora X), Instagram o Threads también están abiertos; tu calendario ocupa otra pestaña; además, tienes abierto el correo y echas un vistazo cuando te entra uno nuevo. Eso es solo la pantalla de tu ordenador, porque cerca tienes tu teléfono móvil, donde el wasap y otras distracciones de continuo llaman y retienen tu atención.
¡Esa no es forma de trabajar! Así tu atención se divide en una docena de cosas diferentes, y aunque dediques poco tiempo a otras tareas y procures enfocarte en la escritura, lo cierto es que, sin quererlo, estás dinamitando toda posibilidad de realizar un trabajo profundo.
Tranquilo, no eres el único que trabaja así, la mayoría de quienes trabajamos delante de un ordenador también lo hacemos. Hemos caído en la trampa de la multitarea, nos hemos dejado seducir por la creencia de que estar siempre conectados, disponibles y superficialmente informados de cuanta novedad surja nos hace dinámicos ciudadanos de nuestro tiempo. En realidad, lo que hemos hecho es deteriorar nuestra capacidad de concentración, de modo que cuando necesitamos enfocarnos en un trabajo intelectual exigente ya no somo capaces.
Residuos de atención
El problema de trabajar del modo que acabamos de describir, con mil pestañas abiertas, pendientes de cualquier notificación, saltando de una a otra tarea cual acróbatas circenses es que nuestra concentración resulta devorada por los residuos de atención.
Cal Newport explica así qué son los residuos de atención:
Al pasar de la Tarea A a la Tarea B, la atención de la persona no engrana de inmediato, sino que un residuo de atención sigue pensando en la tarea original. Este residuo se vuelve especialmente denso si el trabajo que la persona hacía en la Tarea A no tenía límites claros y era de baja intensidad. Sin embargo, aunque la persona termine la Tarea A antes de pasar a la otra, su atención sigue estando dividida durante un tiempo.
Y remacha:
El concepto de residuo de atención se debe tener muy presente, pues implica que el hábito de trabajar en un estado de semidistracción es potencialmente nocivo para el desempeño.
Cuando trabajamos con diversas pestañas abiertas, nos detenemos para revisar el correo o enviar un wasap o estamos paralelamente participando en un hilo en Twitter (ahora X) le estamos haciendo un flaco favor a nuestra concentración, a nuestra escritura y, por ende, a nuestra obra.
Además, parece que la concentración es como un músculo, y cuanto menos se utiliza, cuanto menos acostumbrados estamos a trabajar concentrados, más nos cuesta hacerlo. Por eso es necesario volver a tonificar nuestra concentración, seriamente perjudicada por la multitarea y por la hiperdesarrollada necesidad de estar conectados propias de la vida actual.
Tanto si ya manejabas el concepto del trabajo profundo como si esta es la primera vez que oyes hablar de él, es importante que comprendas que solo trabajando concentrado lograrás culminar tus proyectos de escritura y que estos sean todo lo ricos, agudos, complejos, expresivos y persuasivos que deseas. El trabajo superficial, trabajar «en un estado de semidistracción», no te permitirá escribir la obra que tú quieres.
Trabajo profundo
¿Cómo recuperamos nuestra capacidad de trabajar concentrados? Cal Newport nos da varias ideas, repasémolas.
Tiempo de calidad
Para escribir una obra que realmente valga la pena no puedes esperar a que la vida te regale mucho tiempo libre y ganas de concentrarte. Tienes que luchar activamente para conseguir ambas cosas.
Es necesario que tengas en cuenta que el tiempo que necesitas para dedicar a la escritura debe ser tiempo de calidad y, en lo posible, agrupado en periodos extensos. Escribir es una actividad muy exigente, que demanda concentración. Es preciso que puedas sumergirte en la tarea sin distracciones ni interrupciones, enfocándote en ella con cada fibra de tu ser. Solo así darás lo mejor de ti.
No vale utilizar los huecos entre una actividad y otra para aprovechar a escribir un puñado de palabras. Escribir así impide justamente la concentración, porque, como hemos visto, se generan residuos de atención: tu cerebro no ha abandonado del todo la tarea anterior, al tiempo que ya está empezando a pensar en la que le ocupará a continuación.
Maneja bien tu agenda
Llevar una agenda es el mejor modo de asegurarnos de reservar tiempo da calidad para la escritura. Así puedes ver dónde encajar esas sesiones de escritura largas y fructíferas que necesitas para trabajar en tu obra.
También te recomendamos trabajar por bloques. No llenes el tiempo del que dispones para escribir de una multitud de pequeñas tareas, mejor reserva una sesión de trabajo a la semana para el trabajo superficial, es decir, aquellas actividades que no requieran concentración ininterrumpida: contestar correos, leer artículos, tareas ligeras de documentación, etc.
Si quieres saber cómo programar sesiones de escritura fructíferas, no te pierdas este artículo.
Resiste el primer impulso
Hemos dicho que la concentración es un musculo que se atrofia cuando no se usa. Como estamos acostumbrados a saltar de tarea en tarea y a distraernos con facilidad, focalizar la atención durante un periodo de tiempo extenso es algo que la mayoría ya no sabemos hacer. Hay que volver a aprender a concentrarse.
Al comienzo de una sesión de escritura nuestra concentración es débil. Por un lado, tenemos un residuo de atención, el que ha dejado en nosotros la tarea a la que nos dedicábamos antes, fuera cual fuera. Por otro, nos enfrentamos a una tarea complicada: escribir, engarzar palabras, ordenar frases, crear un texto persuasivo, profundo, revelador… crear arte, en una palabra.
Ante esa dificultad inherente, nuestro cerebro, poco acostumbrado a trabajar concentrado y evolutivamente entrenado para ahorrar energía, va a querer llevarnos hacia una actividad más sencilla: consultar el correo, leer ese artículo que habíamos marcado para revisar más tarde, repasar nuestras redes sociales… No lo permitas. Si resistes ese primer impulso procrastinador, entrarás antes en un modo de concentración que cueste romper. Pero si cedes a él es casi seguro que ya no podrás detener la dinámica de interrumpir el trabajo cada vez que halles una dificultad: esa palabra que se resiste, esa idea que no atinas a formular de modo claro…
Evita distracciones
Por eso es importante que crees un entorno de trabajo bajo la premisa de cero distracciones. Escribe a solas y cierra la puerta o ponte unos auriculares con cancelación del sonido si no te es posible aislarte. Deja el móvil en otra habitación. Y usa programas como este que bloqueen temporalmente aquellas webs que pueden ser una tentadora distracción: redes sociales, periódicos, tus blogs preferidos…
No es casualidad que Cal Newport no tenga cuentas en redes sociales. Y cada vez hay más personas que renuncian a tener un smartphone y regresan a esos modelos más sencillos sin conexión a internet.
Ya sea que te vuelvas casi un ludita y renuncies a las trampas de la vida moderna, ya sea que intentes resistirte a las mil tentaciones de las omnipresentes tecnologías actuales, es fundamental que desarrolles hábitos que te permitan romper con el trabajo superficial y comprometerte con el trabajo profundo si deseas llevar adelante tus proyectos de escritura.
¿Conocías ya el concepto de trabajo profundo? Si tienes algún truco que te ayude a entrar en él, no dejes de compartirlo en los comentarios. ¿O eres más bien de los que sobrenada en un trabajo superficial insatisfactorio y drenante? Charlemos un rato.
Todos tus artículos son maravillosos, hacen reflexionar hartisimo.
De lo que puedo decir acerca de concentrarme, mi vida tiene 4 pilares fundamentales, uno de ellos es escribir, pero otro es hacer deporte, y eso ya está estudiado, ayuda al mil por millón a usar óptimamente
el cerebro. También medito, y a veces he tenido la experiencia de que cuando estoy escribiendo estoy meditando, es exactamente lo mismo.
El cerebro conectado es una forma de escritura continua.
Y no, no sabía de esta frase, muy buena!
Gracias siempre!
En mi caso, dispongo de bloques de al menos dos horas. Pongo una playlist con música instrumental, electrónica o jazz (sin voces) y me apoyo en una pauta de las escenas a desarrollar en cada capítulo. A veces me detengo, consulto el diccionario de ideas afines, y retomo. El wapps está silenciado y el celular cerca y solo contesto números conocidos. Tengo una aplicación que bloquea los spam. Así contesto tal vez una llamada por día. Mientras almuerzo me conecto al mundo. Luego vuelvo a aislarme, para escribir. Cuando todo se da bien puedo escribir unas cinco páginas de Word. Aclaro que como periodista aprendí a trabajar en ambientes hostiles. Por ejemplo, compartir una sala de redacción con varios colegas. O sea, mi cerebro está entrenado para aislarse del entorno. Pero el ruido siempre afecta la calidad del trabajo. El silencio es oro.
Una gran verdad, Gabriel: el silencio es oro. Supongo que en gran medida porque facilita la concentración y solo si se trabaja concentrado la escritura fluye.
Un abrazo.
Es muy cierto, cuando tengo un proyecto en desarrollo, pese a estar haciendo otras cosas durante el dia, una sección mi mente trabaja constantemente en la resolución de las etapas en la novela. Creo que eso forma parte de la profundidad en el trabajo a la cual hace referencia el amigo Newport…
Ante la imposibilidad de controlar mi tendencia a la multitarea en la fase de revisión, he encontrado un método satisfactorio: imprimir y revisar a mano, lejos del ordenador.
Cuando enciendo el ordenador es para pasar a limpio las correcciones, es decir, una tarea bastante mecánica, que en caso de multitarea solo se ralentiza, pero no se resiente.
En las fase previa de escritura del primer borrador tuve que usar trucos más sucios: tenía lectores beta con apenas un 10% escrito. Su presión por un nuevo capítulo más los comentarios acerca de lo que iban leyendo me daba la dopamina suficiente para contrarrestar la tentación de estar a otras cosas.
Hola, Iván:
Gracias por compartir tus «trucos»- Lo importante es dar con un método que nos permita avanzar en el trabajo y que este sea de calidad. Sea cual sea ese método, si funciona es perfecto.
Un abrazo.
Más que útil. Estoy justo en eso, renunciar a las RRSS, cosa nada fácil, considerando en que todo está ahora conectado.
En realidad, lo importante no está conectado. Pero no nos damos cuenta porque tenemos la vista fija en las pantallas.
Un abrazo.