El filtro del narrador, un error que debes evitar

Hay un error que comete la inmensa mayoría de los escritores principiantes. Es un error importante, porque afecta tanto a la posibilidad de que el lector se sumerja en los hechos narrados como al estilo. Pero también resulta un error fácil de neutralizar si se es consciente de él y se presta un poco de atención. A falta de un nombre mejor, diremos que ese error consiste en usar un filtro que se interpone de continuo entre el lector y lo narrado; y, curiosamente, ese filtro es el propio narrador.

Repasemos en qué consiste ese filtro del narrador y repasemos algunas formas de acabar con él para que tu narración gane en elocuencia y sea más capaz de sumergir al lector en la historia.

El filtro del narrador

Empecemos por acotar a qué nos referimos cuando hablamos de «filtro del narrador». Con ello queremos significar a un tipo de narración en la que el narrador se inmiscuye y nos presenta todas las acciones del personaje como si fuera una cámara que lo acompaña y filma cada pequeño gesto. Como incluso los escritores principiantes saben que lo que sucede en el interior de los personajes es importante, también adentran la «cámara» del narrador en el fuero interno de estos para exponer sus sentimientos y reflexiones.

Un momento, te estarás diciendo, pero es que justamente la función del narrador es presentar los hechos. Él tiene que contar al lector todo lo que sucede, cada acción, pensamiento, sentimiento o reflexión de los personajes; él es el encargado de narrarlo todo.

En efecto, el narrador (sea en primera o tercera persona) es la voz que nos cuenta todo lo que sucede en la historia. Pero a menudo, en manos de escritores poco expertos, aparece utilizado como un filtro innecesario que se interpone entre el personaje y el lector.

Fíjate en estos ejemplos:

«Se oyó un ruido. Antonio miró hacia arriba y vio que se había abierto una ventana en el piso superior».

«Vi a Lucía girarse para decirle algo a la chica sentada junto a ella».

«Noté que había una caja oscura encima de la mesa».

«Pensó que ya era hora de actuar».

«Vio que el hombre daba un sorbo a su cerveza y que un bigote de espuma aparecía sobre su labio superior».

En todos ellos, el narrador es usado de modo que filtra cada acción a través de la experiencia del personaje. Nos indica que el personaje mira hacia arriba, que ve a Lucía girarse, le vemos ver una caja, pensar que debe actuar u observar el bigote de espuma que un sorbo de cerveza deja sobre un labio. El narrador se vuelve así patente, se interpone; es el dedo que señala al personaje y el lector no puede evitar ser siempre consciente de ese dedo.

Pero esas frases podrían haberse escrito de otra manera sin perder su sentido y sin que el lector se hiciera una imagen menos exacta de lo narrado. Por ejemplo:

«Se oyó un ruido. Se había abierto una ventana en el piso superior».

«Lucía se giró para decirle algo a la chica sentada junto a ella».

«Había una caja oscura encima de la mesa».

«Era hora de actuar».

«El hombre le dio un sorbo a su cerveza y un bigote de espuma apareció sobre su labio superior».

Si reparas en los ejemplos de ese narrador filtro, verás que el filtro se usa tanto con narradores en primera como con narradores en tercera. En un comentario que una escritora nos dejó en Instagram en una publicación sobre el narrador en primera persona comentaba: «Cuando escribo en primera persona, puedo expresar mejor los sentimientos y pensamientos del protagonista. Y cuando escribo en tercera persona, tengo que hacer como un filtro sobre sus pensamientos y sentimientos en general». La realidad es que todos esos «vi/vio cómo», «sentí/sintió que», «noté/notó cómo», «observé/observó que»… se usan indiscriminadamente con ambos tipos de narrador.

¿Y cuál es el problema?, te estarás diciendo. Pues, como ya hemos apuntado, el problema radica en que cuando se usa al narrador de esta forma la inmersión del lector en la historia es menor y, al tiempo, el estilo se ve afectado. Y seguro que no deseas ninguna de las dos cosas.

Menor inmersión en la historia

Cuando se usa al narrador como una cámara que sigue al personaje para describirnos sus acciones y actitudes, sus sentimientos y sensaciones lo que sucede es que el lector siempre ve al personaje.

Eso, por supuesto, no es malo per se. Pero es mucho mejor cuando la narración logra que el lector se sitúe dentro del personaje.

Quizá esta forma de narrar se deba, como tantos otros problemas de los escritores noveles, a que tienen una mayor cultura audiovisual y cinematográfica que literaria. En una película el personaje casi siempre está en plano y el espectador puede ver sus gestos, acciones, movimientos…

Pero en literatura puede usarse al narrador para que este nos sumerja por completo en la conciencia del personaje. Ya no le «vemos ver» («Vi a Lucía girarse para decirle algo a la chica sentada junto a ella»), vemos a través de sus ojos: «Lucía se giró para decirle algo a la chica sentada junto a ella». Ya no se nos cuenta desde fuera su decisión de actuar: «Pensó que era hora de actuar», sino que estamos dentro de su mente, allí donde la decisión brota: «Era hora de actuar».

A esta forma de usar el narrador, que nos sumerge por completo en la historia, se la conoce como punto de vista profundo. Su objetivo es eliminar en lo posible cualquier marca del narrador con el propósito de que este se difumine, quedando así fuera del campo mental del lector.

Ya hemos hablado del punto de vista profundo en este artículo, en el que te damos algunas estrategias para aplicarlo en tus textos.

Y es que, aunque parezca lo contrario, porque de este modo parece que el personaje está mucho más presente, siempre ante los ojos del lector, usar el narrador como venimos describiendo logra en realidad que se pierda la inmediatez y es una manera de entorpecer la inmersión del lector en el personaje y en la historia.

La señora Dalloway

Veamos cómo usa su narrador Virginia Woolf en su novela La señora Dalloway, dado que esa autora es una maestra en el uso del flujo de conciencia y en sumergir al lector en el torrente de la narración.

¡Qué emoción! ¡Qué zambullida! Porque no otra era la sensación que [Clarissa Dalloway] tenía siempre en Bourton, cuando, con un leve chirrido de los goznes —que todavía era capaz de oír—, abría de par en par las puertas con cristaleras que daban al jardín y se sumergía en el aire del campo. El aire, muy temprano por la mañana, era transparente y tranquilo, más en calma que este, desde luego; como el restallido de una ola, como el beso de una ola.

Virginia Woolf, La señora Dalloway

Este párrafo es un recuerdo. Clarissa se ha trasladado al jardín de la casa en la que pasaba los veranos cuando tenía dieciocho años. Pero el narrador nos lanza de lleno en mitad de la mente del personaje y de su remembranza. «¡Qué emoción! ¡Qué zambullida!». Y, cuando estamos dentro, nos trasmite lo que ella sentía entonces: «El aire, muy temprano por la mañana, era transparente y tranquilo, más en calma que este».

Un escritor menos experto habría escrito: «Clarissa recordó la sensación que tenía siempre en Bourton» y después «Sentía que el aire, muy temprano en la mañana, era transparente». Y probablemente no se hubiera servido del estilo indirecto libre como en «¡Qué emoción! ¡Qué zambullida!».

Como ves, ya desde la primera página de la novela, Woolf nos introduce en las sensaciones de su personaje sin necesidad de recurrir a un «recordó cómo» o a un «sentía que».

Peor estilo

Hemos dicho que, además de entorpecer la inmersión del lector en la historia y en la conciencia del personaje, usar el narrador de este modo afecta también al estilo, empeorándolo.

En general, en la escritura literaria debe regir lo que se denomina «economía del lenguaje», es decir, conseguir comunicar el máximo significado con la máxima elocuencia, pero con el mínimo de palabras. En resumen, la regla debería ser no usar dos o más palabras donde se puede usar solo una (sin perder expresividad).

Por eso, nuestra recomendación es que, al escribir, prestes atención a esos «sentí/sintió», «noté/notó», «observé/observó»… para valorar si de verdad son necesarios, o si quizá sin ellos lo narrado no solo no pierde significado, sino que gana en estilo. Por supuesto, no todos podrán eliminarse, pero seguro que muchos de ellos sí.

Antes de despedirnos, déjanos hablarte del Curso de Escritura Creativa, dos inspiradores meses de aprendizaje y escritura. El curso tiene un completo temario en vídeo, lecturas complementarias, sesiones grupales para resolver dudas y la revisión individual por parte de tu profesora de los cuatro textos que tendrás que escribir a lo largo del curso.

Al final del curso tendrás una nueva relación con la escritura y te conocerás mejor como autor. Serás capaz de escribir mejores textos y conocerás tus puntos de mejora y cómo seguir trabajando en ellos para continuar creciendo como escritor.

Solo hay dos ediciones de este curso al año. Si estás interesado en participar, puedes unirte a la lista de espera en el formulario que encontrarás siguiendo esta enlace.

Y, ahora, cuéntanos sobre este modo de usar el narrador, ¿lo usas? ¿Te has planteado alguna vez que podía ser un obstáculo para impedir que el lector se sumergiera en la narración?

16 COMENTARIOS


Otros artículos:

¿Sabes por qué tu blog de escritor no funciona?
¿Es importante lo que el escritor siente hacia sus personajes?
  • Muy buen artículo y muy buenos consejos y ejemplos. El párrafo de Virginia Woolf, que se me ha erizado la piel, ha reforzado aun más el argumento. Gracias!

  • Ya pasaron tres días, lo sé, pero espero aún se pueda atender una duda que me surgió mientras leía. Y es que ¿hay algún caso en el cual se pueda, más que eso, se DEBA usar un filtro? Lo digo porque recientemente empecé a trabajar en una novela que ha pululado en mi cabeza largo tiempo. La cuestión es que en dicha novela el narrador es un personaje, no el protagonista, sino que una clase de historiador, que cuenta la historia al tiempo que la escribe para un registro, y necesito por ciertas razones que se perciba la presencia del narrador como tal. No cuestiono en lo absoluto lo de evitar cosas como «vio» o «sintió», no, no, es solo que en una parte se usa la palabra «difuminar», pero no quiero que el narrador, en este caso, se difumine, ya que en ciertas partes tendrá que introducir un pasaje u otra cosa, y no solo eso, sino que es necesario para la atmósfera que él esté presente siempre como narrador.
    Aunque quizá yo me equivoco y hay otras maneras de conseguir lo que busco, no lo sé, pero espero pueda responder pronto a mi duda.
    Gracias por el artículo de hoy, un saludo.

    • Hola, Souris:

      Por favor, no tomes nuestras indicaciones por axiomas que haya que acatar. Nuestra intención es solo promover vuestra reflexión sobre los mejores modos de llevar a cabo vuestras obras.

      Dicho esto, y si quieres que el narrador esté siempre presente, ten en cuenta que hay otros modos de hacer constar su presencia sin recurrir a los sintió, pensó, notó… Puede aportar reflexiones u opiniones sobre los hechos narrados, puede aludir al propio acto de registrar la historia, etc.

      Un abrazo.

  • Vaya… Increíble consejo. Hasta ahora no me había detenido a pensar en ello y es cierto que es un error que pasa desapercibido. Muchas gracias por esto ❤️

  • Tengo una duda, en el caso de que el personaje es el narrador y cuenta los hechos que sucedieron para llegar al punto en donde se encuentra, como contando la situación desde su punto de vista. ¿Siempre se debe evitar «el filtro del narrador»?

    • Hola, Axel:

      Partamos de la base de que en narrativa no hay reglas, de modo que nada es obligatorio. Lo que aquí procuramos son ideas que buscan suscitar vuestra reflexión para que encontréis el modo de hacer más adecuado para vuestras obras.

      Dicho esto, si hay un momento en que se puede prescindir del filtro del narrador es precisamente con un narrador protagonista. Si es el personaje quien narra, está claro que lo hace desde su punto de vista y no son necesarias esas referencias (vi, pensé, sentí). Un narrador en tercera puede focalizar en varios personajes y puede ser necesaria la indicación (por ejemplo, «Juana pensó que Pedro no le decía toda la verdad»). Pero si es Juana la que narra, sabemos que son sus pensamientos los que recoge el relato: «Pedro no me decía toda la verdad» y no son necesarias más indicaciones.

      Un abrazo.

  • Muchas gracias por este consejo. No había reparado nunca en ello. Un cordial saludo.

  • Qué gran aprendizaje he recibido con esta entrada. De verdad que me ha impulsado a revisar mis textos y ver cuán evidente es el uso de este filtro. ¡Gracias por compartir el cononocimient!

  • Tener fluidez con un narrador es la porción más compleja de un texto artístico. Jugar con ellos es una buena manera de encontrarse cerca del punto de vista único en lo que se va a narrar. Y tu post me llega a tiempo de revisar, no ponerle eso, no me gustan los «qué» innecesarios, y hay formas de ir ajustando que un narrador diga y diga y diga, el bla bla bla que cometemos los escritores tratando de escribir. Gracias por la anotación.

  • Hay un error en el último ejemplo: «El hombre le dio un sorbo a su cerveza y un bigote de espuma apareció sobre su labio superior». Los bigotes UNICAMENTE se llevan en el labio superior. Así que es como una forma de pleonasmo y no se aplicó el filtro. En cambio, está perfectamente aplicado en » «Se oyó un ruido. Se había abierto una ventana en el piso superior». porque mirar hacia arriba al piso superior, es terrible. Perdón por la intromisión.

  • Desde que me Inscribí en su blog, cada artículo que me envían, lo leo, releo, tomo notas, en fin, todo lo que sea necesario.
    Debo esperar a que en este país se estabilice el contexto político para decidir como puedo avanzar con esto de la escritura.
    Gracias.

  • {"email":"Email address invalid","url":"Website address invalid","required":"Required field missing"}

    Conviértete en el escritor que anhelas.

    ¿ESTÁS PREPARADO PARA EMPEZAR?

    Mejora tu técnica narrativa, dispara tu productividad, potencia tu escritura creativa y aprende cómo atraer a los lectores que quieres.

    Una vez que acabas tu manuscrito es momento de revisarlo y sacar a relucir todo su potencial, con una mirada externa y profesional.

    Transforma tu manuscrito en una obra impecable, con nuestra revisión ortotipográfica y de estilo que dejará tu original libre de errores y listo para enviar a una editorial o concurso.

    >
    Comparte esto con quien quieras