Son muchas las cualidades que un escritor debe poner en juego a la hora de escribir una novela, pero seguro que nunca te has detenido a pensar que entre ellas se encuentra el respeto. Sí, has leído bien, el respeto es un ingrediente más de los que componen la buena literatura. El respeto que el escritor debe mostrar tanto por sus personajes como por el lector.
La idea no es nuestra. George Steiner la expone así:
La literatura es un diálogo vivo entre el escritor y el lector solo si el escritor exhibe un doble respeto: a la madurez imaginativa de su lector y, de manera muy compleja pero decisiva, a la integridad, a la independencia, al meollo vital de los personajes que crea.
George Steiner, Un lector
Aunque atípica, es una idea muy interesante. Reflexionemos juntos sobre ella.
Respeto al personaje
Como apunta James Wood, el escritor tiene un poder divino sobre sus personajes, decide su principio y su fin, si mueren o viven, si son desgraciados o felices. Por eso tanto Wood como otros autores consideran que esa omnipotencia debe ser atenuada. Para hacerlo, el escritor ha de darles a sus personajes «un espacio de libertad».
No resulta sorprendente que varios novelistas modernos se hayan planteado explícitamente qué significa contar una historia, qué significa tener un poder divino sobre el principio y el fin de alguien y cómo un personaje puede crearse un espacio de libertad bajo la mirada vigilante del autor y del lector.
James Wood, Lo más parecido a la vida
Como es lógico, ese espacio de libertad no lo conquista el personaje por sí mismo. El personaje no tiene una realidad autónoma, no toma sus propias decisiones ni es un ser independiente del autor. Al personaje no le queda otro remedio que «obedecer» al escritor, porque es su creación y este ha decidido por adelantado sus atributos, cualidades y reacciones; aunque, ciertamente, pueden surgir modificaciones durante la escritura que parezcan movimientos espontáneos fruto de la volición del personaje. Aquí te contamos más sobre por qué en ocasiones parece que los personajes no obedecen al escritor y qué hacer para remediarlo.
Entonces, si el personaje no puede conquistar su libertad por sí mismo es el autor quien debe dársela. Pero para comprender esa necesidad de libertad es necesario el respeto. Si el escritor no respeta a sus personajes no podrá dejarles esa parcela de independencia y autonomía que tan grandes hace a los personajes cuando existe en una obra literaria.
Steiner nos dice que «cada escritor “inventa” y por lo tanto gobierna a los agentes de su narrativa». Pero que ciertos escritores con una sensibilidad especial, como George Eliot, Henry James o Tolstói «parecen dejar una zona de inexplorada libertad alrededor de hombres y mujeres, una especie de manantial inviolado de vida independiente». Para Steiner, el escritor debe «aventurarse con recato alrededor de sus propias creaciones» y mostrar respeto por «la santidad de la vida autónoma en el personaje».
Esto no significa que el escritor no conozca por completo y a la perfección a sus personajes. Aquello que decide dejar en sombras acerca de ellos, que elide o que no muestra explícitamente no es fruto de un pobre trabajo de creación y caracterización. Simplemente es una decisión de inhibirse, de dar un paso atrás y permitir que el personaje disfrute de cierta intimidad, de proporcionarles a sus creaciones un espacio en que son libres de comportarse como quieran, a salvo de la mirada escrutadora tanto de su autor como del lector.
El escritor no debe mostrarse tiránico, no debe hacer un mal uso del poder omnímodo que tiene sobre sus creaciones. Milan Kundera se oponía a esas novelas que «se parecen a una calle estrecha por la que alguien hace correr a latigazos a los personajes».
Steiner ataca especialmente el gusto de la narrativa contemporánea por incorporar escenas de sexo. Para él, esas escenas resultan una violación flagrante de la intimidad del personaje, suponen pisotear ese espacio de libertad que el escritor debería esforzarse en preservar y, de algún modo, servirse del látigo para obligar a actuar a los personajes.
Las novelas producidas con el nuevo código de decirlo todo tratan a gritos a sus personajes: desnúdate, fornica, ejecuta tal o cual perversión. Así lo hacían los SS con filas de hombres y mujeres de carne y hueso.
George Steiner, Un lector
En definitiva, George Steiner apuesta porque el escritor se sirva de las «inflexiones del estilo y del ingenio» para indicar con sutileza aquello que los personajes hacen o piensan, pero que por pertenecer al ámbito de su intimidad, a la que queda circunscrita su libertad, no debe ser expuesto a los ojos del lector, y ni siquiera a los de su creador.
Respeto al lector
Esa manera más sutil de narrar por la que apuesta Steiner lleva aparejada también una muestra de respeto hacia el lector.
Porque esas historias, menos explícitas, más delicadas y que muestran el ingenio del escritor para aludir sin resultar obvio «exigen del lector una colaboración seria, porque lo significan todo, pero no lo dicen todo» y llevan la sensibilidad del lector hasta «una respuesta colaboradora».
Por lo que al lector respecta, esto quiere decir que el poeta o el novelista invita a la conciencia del lector para que colabore con él en el acto de presentación. No lo dice todo porque su obra no es una cartilla para niños o para retrasados mentales. No agota los recursos de la imaginación del lector, pero se complace en el hecho de que nuestra propia vida, con los recursos de la memoria y del deseo que nos son propios, completarán el boceto que él nos deja inconcluso.
George Steiner, Un lector
El respeto por el lector implica contar con que su inteligencia y su imaginación completarán la obra, rellenarán los huecos, sabrán interpretar las elipsis. Cuando un autor resulta sobreexplicativo o excesivamente explícito muestra a las claras que desconfía bien de la capacidad de su lector para comprenderle, bien de su propia capacidad para hacerse comprender. Ambas posibilidades son igualmente desafortunadas.
En resumen, la idea de ese doble respeto del autor —hacia los personajes y hacia el lector— al que alude Steiner parece un modo muy acertado de crear una mejor literatura. Quizá porque, para ponerlo en práctica, es necesario que el escritor ponga a prueba tanto su estilo como su ingenio, diríamos también que su propia mirada. Debe entrenar su sutileza y esforzarse por permitir que sus personajes disfruten de un espacio de libertad donde el propio escritor no penetrará ni, por tanto, invitará a entrar al lector. Y porque, al dejar ciertos espacios, momentos, acciones o pensamientos en sombra, debe esforzarse en lograr que el lector comprenda igualmente el sentido de la narración y pueda intuir no solo lo que se omite, sino también por qué se omite.
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Y ahora cuéntanos las reflexiones que suscita en ti esta idea del doble respeto por el que aboga Steiner. ¿Charlamos en los comentarios?
Un artículo muy interesante, como siempre. La idea de Steiner sobre el respeto al personaje me parece fundamental para tener en cuenta y realizarse planteos a la hora de escribir. Dentro del respeto por el personaje entiendo yo también no sólo decidir cuánto de la intimidad del personaje se expone a los ojos del lector sino al tratamiento que hace de esa intimidad. Por supuesto, esa exposición debe ser necesaria para el desarrollo de la trama o las subtramas de la historia. En mi opinión personal, la profundidad o crudeza de dicha exposición también debería vincularse a esto. Por ejemplo, si el tema de la historia es una intriga policial y la subtrama es el romance tórrido del personaje principal con un/a colega, esperaría menos exposición en las escenas de sexo que en una historia romántica. Por otro lado, y esto creo que también forma parte del respeto a los personajes, está el tratamiento de dicha escena que hace el narrador. Una escena puede exponer mucho al personaje, desnudarlo si uno quiere, pero es mi impresión que si el narrador lo trata con cierto cuidado (sin superioridad, sin tono irónico, sin ridículizarlo) el respeto se mantiene.
Mas que esto yo estoy de acuerdo con las ideas que esta planteando, este autor ( escritor) steiner, en referencia, al doble respeto, que tenemos, que sentir tanto del escritor como del lector. respecto, a cualquier obra literaria, ya sea un, libro una novela, y tambien un, cuento en, donde se establezca una gran conexion mutua que abarque el desarrollo, de una historia, ya que es la base fundamental, en estos aspectos en los que realmente rigen el inicio, el nudo y el desenlace, de un escrito, en una obra literaria. porque basicamente, tanto los villanos como los protagonistas, son la fuerza viviente, en una historia, para el mundo literario. pero sin, embargo el respeto es la fortaleza, para el autor, como para el lector, en donde, los lectores, logren descifrar el nudo y tambien, el final de los personajes ( Protagonistas antagonistas ).respecto, a los cabos sueltos, o los sucesos que esten pendientes en la historia, que estemos empezando a escribir.
Muy interesante, como de costumbre. En esta ocasión me posiciono más con Kundera que con Steiner, pues creo que una narrativa contemporánea, si esta bien contada, pueden darse escenas de sexo si el personaje los evoca con oportunismo y sutileza.
¡Hola! Me parece muy interesante la idea de dejar una parte de la vida del personaje al lector, pero me surge una duda. ¿Cómo evitar ahorrarse información esencial al tratar de no dar demasiados detalles? ¿Hasta qué punto confiar en el lector?
Son varios aspectos los que hay que cuidar ahí, Mary. Por un lado, está tener claro qué información necesita el lector para seguir adecuadamente el desarrollo de la historia. También se debe hacer una cuidadosa dosificación de la información. Y por otro, recordar siempre que el lector da la talla de la obra; ¿para quién escribes? Si es un lector avezado podrás ser más parco en detalles (siempre que los que des sean los adecuados), pero si tu lector es más rudimentario entonces necesitas darle buenos apoyos para que todo quede claro.
Un abrazo.
Excelente apunte. Nunca antes había considerado esto. Este conocimiento me ayuda mucho en mi trabajo de escritor. Gracias a la persona que escribió este texto.