Cómo escribir cuando te sientas agobiado

Las vacaciones han acabado para la mayoría aquí en el hemisferio norte y volvemos al trabajo o a los estudios. El verano acabará en pocas semanas y el otoño ya se avista en lontananza. Pero el cambio de estación siempre es un buen momento para hacer balance, reflexionar y recalibrar nuestros planes y proyectos. La época estival suele alterar nuestros horarios y rutinas, por eso podemos enfocar septiembre como una oportunidad de reseteo, de retomar buenos hábitos y crear otros nuevos.

Para un escritor, es el momento de retomar el hábito de la escritura, que el verano con frecuencia resquebraja. Las vacaciones, los viajes, el estar más tiempo fuera aprovechando el buen tiempo… hacen que el escritorio permanezca más horas vacío. Y está bien que sea así: el descanso y el cambio de rutinas son muy saludables, no hay que lamentarse por ello.

Escribir a pesar de todo

Septiembre es, por tanto, un momento ideal para repasar nuestros hábitos, ver cuáles hemos abandonado o en cuáles hemos flojeado durante el verano y hacer sano propósito de retomarlos. También es buen momento para pensar en incorporar algún nuevo hábito que nos ayude a ser más felices y a vivir mejor. Ese es el verdadero objetivo de los hábitos, no lo olvidemos.

Pero, negarlo es imposible, pensar en hábitos y rutinas también puede ser abrumador. Un choque que puede contrastar desagradablemente con el sosiego vacacional del que emergemos ahora. Sobre todo cuando a las tareas y obligaciones diarias (trabajo, estudios, familia, intendencia doméstica, ejercicio…) se une el prurito artístico. Somos ciudadanos atareados, pero, además, queremos crear.

El añadir una tarea más, por gratificante que esta sea, a la ya extensa lista de deberes resulta muchas veces abrumador. Y hace que, en esos momentos del año en que hacemos balance (ahora en septiembre, también en enero) coqueteemos con la tentación de posponer la escritura e incluso abandonarla.

De manera que si al organizar los horarios para el nuevo curso te encuentras a ti mismo diciéndote algo como: «Esta temporada voy a estar muy ocupado, la escritura tendrá que esperar» o «Retomaré el trabajo de la novela más adelante, cuando me desocupe un poco» no te precipites y reflexiona.

Lo primero que debes tener presente es que es muy difícil que se den las circunstancias perfectas para crear: disfrutar de todo el tiempo y la tranquilidad del mundo es algo al alcance de unos pocos privilegiados. El resto de los mortales debemos conformarnos con escribir a pesar de las circunstancias. Hay que aceptar la realidad tal como es y tratar de hacerlo lo mejor que podamos dentro de su marco.

Lo segundo que no puedes olvidar es lo importante que es para ti escribir. La escritura es, lo sabes, una actividad sin la que no puedes vivir; a pesar de su dificultad te hace sentir mejor, completo, conectado con tu verdadera esencia. Escribir es parte inextricable de ti mismo. Sería un error dejar fuera de tu vida, fuera de tu día a día, esa parte de ti.

Postergar la escritura es un error, incluso cuando la idea es que sea solo algo temporal, hasta que las circunstancias cambien. Porque las circunstancias nunca serán todo lo óptimas que desearíamos, de manera que, como queda dicho, hay que aprender a hacer lo que se pueda dentro de ellas: un poco siempre es mejor que nada. Por otra parte, no hay que olvidar que la escritura, como la mayoría de las artes, es una actividad que requiere práctica. Abandonar su ejercicio significa detener tu evolución, permitir que tu destreza se oxide.

Pero quizá la razón más determinante para no posponer la escritura, para luchar con uñas y dientes para hacerle un hueco en tu agenda para el nuevo curso sea que, cuando la postergas a ella, en realidad te postergas a ti.

Ahora bien, todo eso no cambia la realidad: tu agenda está cargada de actividades y tareas y tratar de encajar en ella la escritura te crea una innegable sensación de agobio. ¿Qué hacer entonces?

La escritura en tu rutina

Dividamos la cuestión en dos partes. La primera es hacerle hueco a la escritura en tu agenda diaria. La segunda, y no menos importante, consiste en ser capaz de respetar esos huecos pase lo que pase y ser capaz de escribir en ellos a pesar del agobio. Comencemos explicando el primer punto.

Hemos dicho que lo primero que debes hacer es dedicarle tiempo a la escritura en tus rutinas. Si tus horarios y ocupaciones no han cambiado demasiado con respecto a la temporada pasada es posible que puedas respetar los tiempos y horarios que tenías entonces. Ahora solo tienes que volver a ellos. No obstante, antes de hacerlo, evalúa si esos tiempos y horarios eran óptimos para ti, este es el momento de hacer ajustes si es preciso y posible.

Si, por el contrario, tu calendario para esta nueva temporada va a cambiar drásticamente —quizá porque has cambiado de trabajo, o porque tus hijos empiezan a ir al instituto o tienen otras actividades extraescolares— te tocará rehacer tus horarios. Busca los momentos óptimos, teniendo en cuante que, en lo posible, debes intentar reservar tiempo de calidad: periodos largos en los que sepas que podrás concentrarte sin ser interrumpido.

Y si eres de los que todavía no tiene un horario más o menos fijo reservado para la escritura, este es el momento de que lo hagas. Te sugerimos una práctica diaria; si no es posible, escribe al menos varias veces por semana. El objetivo es escribir con regularidad.

Una buena estrategia es comprometerse a trabajar en algo específico: un relato, una novela… Algo que te impulse a trabajar todos los días y que te permita tener una sensación de avance hacia una meta. Así es más sencillo mantenerte motivado. Aquí te damos algunas pautas más para mantener la motivación.

Nuestra recomendación es hacer un horario como el que usábamos en el colegio; puedes hacerlo fácilmente con herramientas como Google Calendar o similares. Anota en tu calendario las tareas que tienen un horario fijo, como el trabajo o ir a clase; añade esas otras tareas que sí o sí debes realizar: la compra, la limpieza, hacer ejercicio (como estos estiramientos para escritores)… Si les asignas un momento preciso en tu rutina es más sencillo organizar tu día a día, solo tienes que seguir lo marcado en tu calendario. Y, por último, encuentra el horario en el que te dedicarás a la escritura. Quizá las tardes libres de los jueves o el sábado por la mañana, antes de ir a la compra.

Si en el momento de confeccionar tu horario te encuentras con que apenas tienes tiempo disponible para escribir, tendrás que hacer dos cosas: delegar y priorizar. Seguro que hay tareas que otros pueden asumir en tu lugar, pídeles que te ayuden a liberar tiempo para dedicarte a eso sin lo que no eres feliz; si te aprecian de verdad estarán encantados de echarte una mano. Cuando el tiempo escasea, también toca priorizar. No hablamos de evitar a los ladrones de tiempo, aunque no está de más recordar su existencia. Simplemente se trata de decidir qué es para ti prioritario, de jerarquizar tareas. Quizá haya cosas a las que debas renunciar o en las que debas emplear menos tiempo; quizá puedas entrenar menos veces por semana y pasar tiempo del ejercicio a la escritura.

Solo tú conoces tus tareas y obligaciones y puedes elaborar tu horario. No te desesperes ni tires la toalla diciendo «es imposible», busca opciones. Recuerda que el tiempo que puedas dedicarle a la escritura no tiene que ser perfecto, basta con que sea. Tu compromiso y tus ganas harán el resto.

Escribir a pesar del agobio

Hemos dicho que tan importante como confeccionar un horario, una agenda diaria en la que la escritura tenga cabida, es el ser capaz de respetar el tiempo que has asignado a la escritura pase lo que pase. Y es que es ahí, en el día a día, donde hay que saber gestionar el agobio. Si las tareas se acumulan es muy sencillo caer en la tentación de descartar las que consideramos prescindibles. Del mismo modo que cuesta compartimentar, apagar el ruido de fuera y crear un estado de ánimo propicio para la creación.

Ese es el punto en el que hay que trabajar para reducir el agobio. En primer lugar, debemos ser conscientes de él y decidir que escribiremos a pesar de él. Puesto que no podemos aguardar a que sobrevenga una temporada de paz, sosiego y grandes cantidades de tiempo para escribir, haremos lo que podamos con las cartas que nos han repartido en el juego.

De modo que sí, sientes agobio. Es importante reconocerlo así. Como también es importante saber cuál es su causa: tal vez sientes que le estás robando tiempo a cosas más necesarias o urgentes. Tal vez es que te cuesta bloquear los pensamientos que te llevan a tu tarea anterior o a tu siguiente tarea (el cerebro necesita un tiempo para desconectarse de la anterior actividad y conectar con la presente). Todo eso genera una cierta ansiedad que no propicia la creación. Pero eso es solo al comienzo.

Al comienzo de cada sesión sentirás inquietud, no dejarás de pensar en lo que está por hacer, tu mente saltará de continuo a las actividades del día o se proyectará en las de los días siguientes. Acepta que es así y aplícate después a acallar ese rumor, quizá escuchando algo de música, leyendo algunas páginas, respirando profundo o tomando una infusión caliente. Se trata de crear un pequeño ritual que te ayude a soltar lo anterior y a concentrarte en la escritura, sin estrés, pensando de manera positiva que ese es un tiempo que vas a emplear en hacer algo que te llena. Incluso si durante la sesión te aguarda una tarea compleja, como resolver una de esas dificultades con las que debe lidiar el escritor, ese es tu momento.

Si no eres capaz de acallar la sensación de agobio es muy probable que, con más frecuencia de la deseable, acabes por abandonar la sesión de escritura para ponerte a hacer esas tareas que te llaman con voz chillona. Es necesario aprender a hacer una transición desde el tráfago diario a la quietud que necesita la escritura.

En resumen, se trata de encaramarte cada vez a esa torre de marfil metafórica (de la que ya hablamos) y a la que el escritor necesita retirarse para escribir. Una torre construida con silencio, concentración y laboriosidad cuya puerta puedas cerrar cada vez dejando el mundanal ruido (y sus urgencias) del otro lado.

Puedes incluso decírtelo en voz alta: «He cerrado la puerta, lo demás puede esperar. Ahora voy a escribir».


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  • Gracias por el artículo , en realidad aunque ya escribí mi primer libro «pensar=sufrir» todavía no me considero un escritor pues no he estudiado escritura, lo hice empíricamente porque mi profesión es psicólogo.
    Estoy aprendiendo a crear el hábito para escribir todos los días así sea algo corto y en realidad me siento más aliviado emocional y mentalmente, pues en este momento estoy pasando por una situación difícil el mi vida.
    Cornelio M
    http://www.psicorneliomendoza.com

  • Ahora mismo me encuentro un poco perdida y necesito consejo. La verdad es que no tengo una meta clara, no se donde centrar mi atención. Me he quedado sin ideas para mi novela y llevo mucho tiempo atascada, pero no quiero dejarla porque siento que sería abandonar. Aunque, al mismo tiempo, me gustaría escribir un relato histórico para participar en un certamen, si bien no se me ocurre de qué hacerlo o cómo empezar. ¿Qué puedo hacer? ¡Gracias, Natalia, como siempre por tu ayuda!

    • Hola, Mary:

      No me atrevo a darte un consejo, pero al leer tu situación se me ocurren varias ideas que te comparto, por si te son útiles.

      Parece que ahora mismo estás desconectada de la novela en la que trabajas. Seguro que eso te genera cierto estrés o agobio, que nunca son buenos a la hora de crear. Por eso si podría convenirte aflojar, descansar. En ese sentido, creo que hacer una interrupción y trabajar en otra obra (ese relato para el certamen que comentas) puede ser una buena idea. Tu cerebro va a seguir trabajando en la novela en un segundo plano, y un día de pronto verás que tienes ganas e ideas para continuar.

      Eso sí, te diría que, antes de tomarte ese descanso, trates de dilucidar qué es lo que te impide avanzar en tu novela. Dices que te faltan ideas, pero intenta profundizar más: ¿no sabes cómo seguir desarrollando la trama?, ¿hay algún personaje que te dé problemas?, ¿no tienes claro el final? Te recomendaría pensar en el conflicto, darle vueltas, porque ese es el motor de la novela y cuando no lo tenemos claro se presentan los problemas.

      En resumen, reflexiona para identificar los problemas que te tienen bloqueada y luego déjalo estar. Cuando te relajes vendrán las soluciones.

      En cuanto a la falta de ideas para escribir un relato histórico, se me ocurre que tal vez haya una época o un personaje histórico que te resulten especialmente atractivos; quizá de ahí surja una idea.

      Mucho ánimo y un abrazo.

  • Más que agobio es estar cansadísima! A veces es difícil! Me he acostumbrado a escribir en sitios lo menos deseables para nadie, con toda suerte de imposibilidades, son naturales. Pero un cansancio muy largo es bien difícil.
    Lidio con esto generando escribir corto, me hago a otra actividad, luego vuelvo y así. Eso me ayuda. Pero entrar en estado alfa – meditar- eso es aire acondicionado propio.
    Gracias.

  • Gracias por este artículo, Natalia.
    Estaba leyendo e iba encontrando todas las excusas que me he estado dando estas dos últimas semanas para no sentarme a escribir. La vuelta a la rutina después de las vacaciones está siendo difícil, así que te estoy realmente agradecida por este recordatorio. Es lo que necesitaba ahora mismo.
    La verdad es que tienes toda la razón: echo de menos ese momento de desconexión del mundo. El resto puede esperar.

  • Retomar la escritura que tanto te gusta es una tarea de fuerza de voluntad .
    Sino es que en realidad no le das la cabida que merece y tal vez no te guste tanto
    Dicen que la fuerza de voluntad es más importante que la inteligencia y si
    La prácticas con un plan premeditado
    sin duda que lo es

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