Si hay algo que un escritor persigue con empeño es «atrapar al lector». Todo su arte, toda su técnica, cada palabra de cada frase que idea y los miles de desvelos que se toma tienen por objetivo lograr que el lector «se enganche» y quiera seguir leyendo, desde la primera a la última página.
Ese objetivo es lógico: se escribe para ser leído, porque hay una historia que se quiere hacer llegar a otros. Si el lector abandona la lectura nada tiene sentido. Así que la intención es conseguir que el interés del lector se mantenga vivo a lo largo de toda la narración.
Sin embargo, ese enfoque de la escritura (y de la literatura) puede suponer un problema que se traduce en obras pobremente construidas, donde se han primado aquellas técnicas o recursos que, en principio, mejor funcionan para atrapar el lector, pero no se han cuidado los ingredientes que de verdad hacen buena una obra literaria. Justamente, esos otros ingredientes son los que mejor consiguen persuadir al lector de que continúe leyendo.
Técnicas para atrapar al lector
Hay una colección de técnicas literarias a las que podríamos bautizar como técnicas gancho. Seguro que ya sabes cuáles son porque todos los escritores que comienzan su sacerdocio en las letras han oído hablar de ellas. Nos referimos a los puntos de giro que provocan bruscos virajes en la trama, a los comienzos impactantes, a los finales inesperados, a los cliffhangers… Todos esos recursos se explican una y otra vez en blogs, cursos de escritura y redes sociales como la panacea para lograr que tus lectores no puedan dejar de pasar páginas.
Y es cierto, esos recursos funcionan. Los grandes escritores los utilizan desde siempre. Un escritor de la solvencia de Thomas Hardy aplicó un cliffhanger al pie de la letra en su novela Unos ojos azules, en la que dejó a uno de sus personajes principales colgando literalmente de un acantilado al finalizar un capítulo:
Entre la pendiente cubierta de matas y la gigantesca roca perpendicular había una serie de bordes recortados por la acción de los elementos, que formaban una cara aún más abrupta que la pendiente. Mientras Knight se deslizaba muy lentamente sobre esta, hizo un último y desesperado intento de agarrarse a la vegetación inferior: el último puñado de hierba reseca antes de que la roca apareciera en toda su desnudez. Eso impidió que siguiera bajando. Knight estaba ahora, literalmente, suspendido por los brazos.
Thomas Hardy, Unos ojos azules
El problema se da cuando el escritor se ocupa más de la forma que de la sustancia. Y cree que basta con construir una novela aplicando todas esas técnicas para escribir una buena obra y asegurarse la atención perenne del lector. En realidad, la aplicación de esos recursos técnicos carece de sentido si el escritor se ha preocupado únicamente de ellos en detrimento de lo que es verdaderamente fundamental: el desarrollo de los personajes, del conflicto, del tema y de la visión con la que este se aborda (no necesariamente en ese orden).
El final del capítulo de Unos ojos azules en el que Henry Knight pende de un precipicio funciona a la perfección para mantener al lector a la espera del desenlace de la escena: ¿logrará izarse?, ¿recibirá alguna ayuda?, en una palabra, ¿sobrevivirá al peligroso lance en el que se halla? El lector quiere conocer la respuesta a esas preguntas y continúa leyendo. Pero ese recurso por sí solo no bastaría para construir una obra solvente. Ni aunque se acompañara de otros muchos del mismo tipo.
Porque el motivo de que nos importe si Henry Knight vive o muere no depende meramente de verle colgando de un acantilado, sino de que nos importa él como personaje. Knight está enamorado de una joven, Elfride, a la que ha pedido matrimonio, pero la joven, a pesar de sentir interés por él, está comprometida en secreto con otro hombre que, además, es amigo de Knight.
Henry Knight está envuelto en un triángulo amoroso. Pero el interés de la novela va mucho más allá de esa trama de amores ocultos y despechados. El amor secreto de Elfride es un joven de baja extracción social que todavía se está abriendo camino en la vida, mientras que Knight es un hombre respetable y asentado que representa a la sociedad victoriana de la época.
Con su trama, Thomas Hardy buscaba explorar las relaciones entre las diferentes clases sociales, la presión que sufrían las jóvenes casaderas por parte de su entorno para que hicieran una buena boda, la rigidez moral de la época y, también, la naturaleza cambiante del amor y el deseo.
La exposición de esas ideas a través del argumento y de los personajes, los conflictos que suscitan y las consecuencias que tienen sobre las vidas de los personajes, que semejan ser como las nuestras, es lo que interesa al lector.
Atrapar al lector
Lo que de verdad atrapa al lector, por tanto, no son los giros argumentales inesperados o que cada capítulo se cierre con un cliffhanger. Eso es solo la apariencia exterior de la trama, su aliño, por decirlo de algún modo. Si esos efectos y trucos pirotécnicos no están sostenidos por una trama sólida no serán suficientes para interesar al lector y conducirlo encantado hasta el final de la historia. Por más que se trate de distraerlo, el lector será muy consciente de los agujeros de la historia o de la planitud de los personajes.
El peligro es que con frecuencia el escritor principiante olvida esa verdad y pone toda su atención en incorporar estas técnicas para atrapar al lector, pensando que así la parte importante del trabajo queda hecha. Coloca sus puntos de giro, idea un desenlace inesperado que cierre la historia con una vuelta de tuerca y piensa algunos cliffhangers con los que finalizar sus capítulos.
Y quizá olvida hacer una exploración sagaz del conflicto, pensar cómo este afecta a sus personajes y los obliga a enfrentarse a él y a evolucionar en el proceso. Quizá olvida presentar el tema de una manera sólida y exponer sus significados subyacentes. Quizá olvida cuidar la verosimilitud, rellenar los agujeros de la trama y mimar el lenguaje.
Por tanto, al concebir una narración lo primero que hay que pensar y trabajar al detalle es en el tema o asunto, los personajes que lo representarán, el conflicto que desafiará a los personajes y cómo estos evolucionarán en consecuencia. Ahí está el verdadero interés, eso es lo que va a atrapar al lector. Como apunta Henry James, una narración «debe tener un asunto, debe encaminarse en una dirección, debe tratar progresivamente sobre algo».
El proceso sería, grosso modo, partir de una idea, un argumento o un personaje que como escritor te resulte atractivo y que desees explorar. Reflexionar sobre cuál es el mejor modo de exponer esa idea, argumento o personalidad. Construir la historia atendiendo a lo que hemos señalado: evolución de los personajes, conflicto, exposición del tema, desenlace… Y, por último, decidir qué recursos y técnicas pueden contribuir mejor a volver todo ese material una historia todavía más atractiva para el lector.
Como ves, no pretendemos decir que no se deban usar esas técnicas gancho, esas técnicas para atrapar al lector. Por el contrario, como queda dicho, son el aliño que hace más sabrosa una receta que ya de por sí debe resultar sustanciosa. Sin duda, un escritor debe hacer uso de todas las herramientas que tiene a su alcance no solo para persuadir al lector, sino también para deleitarle, y las técnicas gancho son un excelente medio. Pero no debe ser tan ingenuo de creer que su solo dominio es suficiente para escribir buenas obras. Si fallan los otros ingredientes, el aliño no salvará la receta.
Si deseas aprender cómo manejar estas técnicas gancho y, al tiempo, conocer todos los elementos que construyen la base de una buena novela, no te pierdas la próxima edición del Curso de Novela.
En él estudiaremos el conflicto, el desarrollo de los personajes, el manejo del lenguaje, cómo darle solidez a la estructura… y veremos también cómo aplicar de manera inteligente los recursos que te ayudarán a persuadir al lector, como la dosificación de la información o los recursos para trabajar la tensión narrativa. Así sabrás cómo seleccionar y disponer los mejores ingredientes y, también, como elaborar un aliño sabroso que hará las delicias del lector.
El curso se complementa con hojas de trabajo para ayudarte a pensar tu novela, con indicaciones precisas para que te construyas un proceso de escritura eficaz y con sesiones grupales semanales para resolver dudas y charlar sobre literatura.
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Y ahora, no te vayas sin contarnos tu opinión sobre el tema que hemos tratado hoy. ¿Aplicas en tus novelas técnicas gancho?, ¿las consideras básicas para escribir bien?, ¿tiendes a darles preponderancia en detrimento de otros aspectos del texto? Conversemos.
Felicidades!! Este artículo es tan perfecto que a mi me ha enganchado desde el principio. El corazón, el sentido más profundo, creo que reside en ese párrafo » El proceso seria…» .
En ultima instància, escribir para mí,es tener algo que decir. Ahi reside, al final, lo que le transmite el escritor al lector. Es como un » yo lo veo así».
Lo demás es tècnica, como bien decís. Escoges unos personajes, una trama,unos puntos de giro…Pero si no dices nada..para qué sirve eso?
No engancha a nadie porque es un mensaje vacio. Se veran las tecnicas como artificiales,impostadas..y ningún escritor quiere eso.
Existe un principio muy conocido sobre el escritor y la luna. Lo recordáis? Dice algo asi como que lo importante no es el dedo que señala la luna. Lo importante es la Luna . Y nosotros,como escritores, queremos que el lector vea la luna a pesar de que utilicemos el deso para mostrarla y que el lector ae quede prendido se ella.
Pues no , no utilizo ninguna técnica de gancho. Si acudiera a ellas, me estancarían aunque es bueno saberlas.Yo me dejo llevar, ningún día en el que escribo es igual al otro. No tengo recetas, sólo me disciplino porque sé que me tengo que poner aunque al principio dé muchas vueltas hasta sentarme de una vez por todas y desaparezca la inquietud; entonces comienza la magia, la desconexión con esta realidad que a ratos ni me llena ni convence y así van saliendo mis historias.
No todavia no lo utilizo, pero veo que estas tecnicas que estan utilizando ciertos escritores que ya estan, siendo principiantes o avanzados son muy interesantes. para darle un mejor, plus en la, narracion, de la historia.y dejando a los lectores, con mas intriga, ansiedad, y tambien, esa, veracidad que pueden ejercer, los escritores, en los lectores. cuando, llegan, a usar, mejores relatos, y buenas, obras de escritura. bajo estrategias de pensamiento, y tambien en la evolucion, y desarrollo, de cada, personaje en el transcurso, de la historia. de la, cual estemos, iniciando a escribir, porque nos muestra una, perspectiva mas detallada y suficiente con el argumento y pensamiento sobre el desenlace final o el nudo de cada escena en la que el personaje, destaque mas en la sinopsis, de la historia. porque, cada personaje recibira, ya, sea un, castigo, como un final terrible, un final, feliz o también podriamos agregar mas, especificamente la muerte. que genera, siempre, entre, el escritor mas, fuerza, y perfeccion a veces en ciertos personajes. hacia los lectores, para dejarlos con, mas, ansias, sobre, lo que sucedera en el sgte, parrafo, o capitulo que sigue de una novela, con sucesos. que sabiendo pueden, ser buenos y no tan buenos.
Me parece bien tu opinión, pero te recomiendo que aprendas a usar las comas y los puntos si quieres ser escritor. Poner comas casi en cada palabra, cortando las oraciones, y sin mayúscula después de un punto hace que sea complicado entenderte.
Un saludo.
No dicen gran cosa en esta nota
Si alguna vez he utilizado técnicas de gancho fue sin pretenderlo.No es mi premisa a tener en cuenta cuando me sumerjo en una historia. Creo que es un compendio de todo ,un conjunto de cualidades y características, las que hace que la novela que escribas pueda llegar a persuadir, entusiasmar y que alguien la termine y guste.Las técnicas ,las reglas están bien y aunque resulte más trabajoso, es bueno dejarse llevar.
Empecé a leer El Psicoanalista de Katzenbach. La cosa iba más o menos bien, hasta llegar a una escena en que el asesino que amenaza al psiquiatra, le manda un mensaje con una guapa mujer, y el escritor termina la escena con un gesto teatral: la mujer se desnuda y deja patidifuso al ya de por sí preocupado protagonista. A mí me pareció un recurso gratuito, con el que Katzenbach quiere sorprender, inecesariamente porque el lector ya está enganchado. Como ya tengo algo de colmillo, para mí fue como ver el backstage, y convencerme de que el autor me estaba cuenteando. A partir de ese momento perdí el interés por completo y le devolví el libro a quien me lo prestó.
El ejemplo dado de Thomas Hardy es un cliffhanger literal. Todos esos consejos para atrapar el lector son tipo Hollywood para mantener al lector en el borde de la silla leyendo página tras página. Deberían de trabajar, en teoría al menos, para crear una buena lectura. El problema es que los lectores no son tan estúpidos para no darse cuenta de la artificialidad del truco. Casi cualquier lector hoy en día puede ver estas muletas literarias por lo que son, un truco del oficio. El desafío por conquistar es escribir un manuscrito que atrae al lector por el valor intrínseco de la historia, la calidad de los personajes y el buen manejo de la palabra escrita. El suspenso y el interés deben de venir de situaciones y lugares nunca esperados, y he ahí lo que sorprende al lector y lo hace curioso.