Sobrepensamiento, creatividad y escritura

Quizá no sepas lo que es el sobrepensamiento (término tomado del inglés overthinking), pero si eres escritor y tienes, por tanto, una mente creativa, es probable que lo sufras.

Si tienes tantas ideas para escribir futuras obras que no sabes por cuál comenzar y al final las mejores se desvanecen sin dejar rastro; si dudas infinitamente entre las posibles formas de materializar una obra (¿qué narrador?, ¿este personaje o aquel?, ¿abordo el tema desde esta perspectiva?…); si te cuesta decidir entre diversos principios o distintos finales posibles quizá es que eres víctima del sobrepensamiento.

Sobrepensamiento

El sobrepensamiento consiste, simplemente, en pensar demasiado; y hacerlo además de una manera que no resulta útil. Es, en definitiva, pensar tanto que, finalmente, son nuestros propios pensamientos los que nos paralizan: nos quedamos dándole vueltas a una idea, nos obsesionamos incluso, pero somos incapaces de pasar a la acción. Y esto al final nos genera ansiedad, drena nuestra energía y dinamita nuestra motivación.

Sobrepensamiento y creatividad suelen ir de la mano, están profundamente conectados. Porque el sobrepensamiento es, en cierto modo, el padre de la creatividad. Todos esos pensamientos que bullen son indicio de una mente creativa, pero para que esa creatividad latente se haga efectiva es necesario comprender el proceso que lleva desde ese torbellino de pensamientos a una idea organizada: la que se necesita para escribir una obra literaria notable.

Usaremos en adelante la palabra «pensamiento» para referirnos a ese flujo desordenado de imágenes y conceptos, e «idea» para significar el fruto de un proceso de refinamiento de ese flujo.

Sobrepensamiento y pensamientos negativos

Un pensamiento tiene el potencial de convertirse en una idea si se nutre bien, si se alimenta. Pero también puede convertirse en un pensamiento tóxico y negativo.

Quizá te haya sucedido. Tienes un montón de pensamientos girando en tu mente, es como si estuvieras bajo una tormenta, pero no eres capaz de atrapar ninguno. Personajes, tramas, argumentos, temas… simplemente no sabes por cuál decantarte, todos te parecen buenos, o al menos aceptables, todos tienen potencial. Pero elegir uno es descartar otro (muchos otros) y al final vence la parálisis. Eso resulta frustrante.

Y cuando por fin te decides por un pensamiento, la tormenta no cesa. El pensamiento se ramifica y de nuevo vuelves a encontrarte ante miles de posibilidades. Tienes, por ejemplo, el personaje, pero se te ocurren varias tramas, varias maneras de montar la historia, distintos finales…

El proceso de depurar ese pensamiento puede generar ansiedad, la sobreabundancia de posibilidades te impide concentrarte y de todo ello surge la desmotivación. Al final puedes acabar por pensar que escribir no es lo tuyo. Aunque, en este punto, tal vez no hayas escrito ni una sola palabra todavía, tratando simplemente de mantenerte en pie bajo la tormenta de pensamientos y las voces internas que te repiten que todo esto es demasiado para ti.

Junto a los pensamientos inconcretos giran en tu mente todas esas creencias que te hacen dudar acerca de ti. Cuanto más tiempo pasas bajo la tormenta, sin saber qué hacer con esos pensamientos, más cuerpo toman los pensamientos insidiosos que te dicen que no eres escritor porque, si lo fueras, sabrías lo que hacer con ese flujo de posibilidades.

Iris Murdoch decía: 

Cuando escribes una novela vives la extraordinaria experiencia de encontrarte en un estado de libertad ilimitada, y esto resulta preocupante. Cada decisión que tomes excluirá otra opción, así que es bastante importante lo que ocurre entonces, cuál es tu estado de ánimo y qué te parece importante.

Del «pensamiento» a la «idea»

Debes tener claro que esos pensamientos dispersos, inconexos, que te asaltan sin cesar son ideas que esperan ser reconocidas.

Podría decirse que las ideas nos llegan en forma de rompecabezas: cientos de pensamientos que tienen que encajar entre sí. La habilidad de las personas creativas es identificar que un determinado pensamiento tiene el potencial para convertirse en una idea, alimentarlo con otros pensamientos y dejarlo crecer y madurar.

Repasemos una pequeña ruta que puede ayudarte a recorrer el camino desde los pensamientos inarticulados a las ideas robustas.

1. Apunta

Albert Einstein dijo que «El papel es para escribir las cosas que tenemos que recordar. Nuestro cerebro es para pensar».

Anotar esos pensamientos que te persiguen es un modo de librarse de ellos. Han quedado registrados y tu mente puede pasar a ocuparse de otras cosas. El proceso de escribirlo te separa de ese pensamiento en particular. Ahora está fuera de ti.

Y ahora que ese pensamiento y tú ya no sois la misma cosa, ahora que es algo externo, puedes verlo con más claridad y, en consecuencia, comenzar a analizarlo y valorarlo.

Al anotar tus pensamientos sentirás que te has librado de ellos, con el alivio que ello conlleva. Pero no los habrás perdido, estarán todos a buen recaudo.

De este modo crearás además un banco de pensamientos al que recurrir cada vez que lo necesitas. Puedes acudir a él cada día para «depositar» pensamientos, los que te hayan asediado durante esa jornada. Y puedes acudir cuando lo necesites a «retirar» pensamientos.

2. Analiza

Pero el proceso no finaliza aquí; a decir verdad, no ha hecho más que comenzar. 

Los pensamientos de ese banco necesitan ser filtrados. Son solo imágenes en bruto que necesitan ser tamizadas. Quizá haya algunos de ellos que no merecen la pena, o que, por la razón que sea, todavía no estás en condiciones de desarrollar, no tienes el alimento para nutrirlos.

Se trata, por tanto, de analizar para descartar. No quiere decir esto que debas eliminarlos, puedes dejarlos en tu banco. Es solo que son pensamientos que no están listos para pasar al siguiente nivel. Aunque, por supuesto, también habrá algunos de ellos que al ponerlos por escrito, al separarlos de ti y examinarlos, comprendas que no merecen la pena y pueden ser descartados.

3. Conecta

Analizar tus pensamientos una vez que los hayas escrito te servirá para ver las distintas conexiones que puede haber entre ellos. Porque las habrá.

Verás semejanzas y similitudes, pensamientos que pueden emparejarse. Verás contrastes, pensamientos que resaltan uno al lado del otro y se dan realce mutuamente. Comprenderás que este pensamiento encaja con aquel y que ambos se complementan con un tercero.

Y al aglutinarse unos con otros es como tus pensamientos dispersos darán lugar a las ideas. Ya no tendrás una miríada de pensamientos inconexos y fragmentarios, tendrás ideas. Habrás pasado de un torbellino que te acosa y te atosiga, que no te da descanso y te hace dudar de ti mismo y de tus capacidades a tener claridad. Ideas estructuradas o, al menos, en proceso de estarlo.

Todo ello porque has hecho el trabajo de anotarlos y analizarlos.

El proceso creativo y el sobrepensamiento

En el fondo, el proceso creativo consiste simplemente en organizar tus pensamientos, hilarlos como si fueran copos de lana hasta convertirlos en ideas. Las ideas serán las madejas con las que luego tejerás tus narraciones.

El sobrepensamiento no es necesariamente algo negativo, es tan solo el síntoma de la creatividad, pero debes aprender a canalizarlo como parte del proceso creativo.

De hecho, si la escritura se considera una actividad de naturaleza terapéutica es porque nos ayuda a acceder a lo que hay en nuestro interior, sacarlo a la superficie y darle un orden y un significado.

Y ese es realmente el objetivo de cualquier ejercicio creativo.

¿Te afecta a ti el sobrepensar? ¿Tienes miles de ideas bullendo en tu mente que al final acaban por paralizarte y, lo que es peor, hacerte dudar de ti? ¿Cómo gestionas tú esa afluencia y la conviertes en ideas positivas y útiles para tus obras? Hay tertulia en los comentarios.

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7 COMENTARIOS


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  • El sobrepensamiento es una fuente, pero aturde, depende de cómo.Antes me peleaba con todo ese exceso.
    Ahora en cambio me lo tomo de forma diferente: dejo que vengan todos los que quieran..y zas! A la red. Como si pescara. Algunos servirán, otros no. Bueno, de eso se trata. Y si no, no haber venido 😉

    Magnífico artículo, como siempre.
    Un abrazo!

  • Hace unos días, no podía dormir pensando en unas ideas para escribir. Finalmente me dije, apenas despierte las escribo y al despertar recordaba sólo que algo debía escribir, pero no sabía sobre que era. Desde entonces lo escribo inmediatamente.

  • El sobrepensamiento y la saturación, en estos instantes me bloquean, no me dejan avanzar. Esperaré.

  • Hola, Me sucedía mucho al comienzo. Lo que hago ahora es justamente lo que comentas de apuntar lo que luego es muy probable que olvide. Antes venían grandes ideas y decía «cuando tenga tiempo lo apunto para después integrarlo a la historia», pero la mayoría de las veces ya no me acordaba de nada, y cuando llegaba a hacerlo, la idea ya no era la misma y terminaba por dejarla de lado, era bastante frustrante. Saludos.

  • Las llevo todas al papel. Luego trato de seleccionar las más interesantes para mejorar la trama. Es dificil, porque algunas afectan la ruta trazada.

  • Puff. Me sucede Tal cual. En ese sentido, a veces estoy sintiendo la tortura de escribir, como decía el autor uruguayo Mario Levrero. Me pongo a escribir solo para que las ideas se ordenen y se subyuguen a un hilo conductor y las demás dejen de revolotear. Pero eso mismo es un proceso doloroso, porque implica descartar cosas que parecen buenas. Al final quedo satisfecho con el rumbo que fue tomando todo eso.

  • Buenos días,
    gracias por plantear esta temática tan interesante. Nunca antes había leído esta conexión entre creatividad (cualidad deseada por todo el mundo) y sobrepensamiento (un hecho psíquico con una connotación tan negativa).
    Sin duda, me quedo con la frase «El sobrepensamiento… es simplemente el síntoma de la creatividad».
    A título personal, sobrepienso muchísimo, no solo a la hora de escribir, sino en mi vida cotidiana. Y es cierto que a día de hoy me encuentro con muchas ideas, muchos escritos, mucho material recopilado, mucha inspiración… pero nada de ello es sólido.
    Quizás esté en ese punto medio para pasar de tanta información a ideas concretas. Comenzaré por estrenar un cuaderno!
    Un saludo 🙂

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