Seguramente conozcas ya lo que son los lectores beta. Esos amables lectores —amigos, familiares— que leen tu original para evaluarlo e indicarte sus fallos. Los lectores beta te señalarán aspectos que todavía puedes subsanar antes de mandar tu libro a imprenta, subirlo a Amazon, enviárselo a un editor para que lo valore o presentarlo a un concurso. Es una visión externa que te permite mejorar la obra, además de tener una primera impresión de cuál va a ser la acogida de los lectores.
Pero quizá no sepas qué es exactamente un lector alfa, si bien su nombre ya puede darte una pista al respecto: un lector alfa es un lector «mejor» que un lector beta; también es un lector que debería tener acceso al texto antes de que lo tengan los lectores beta.
¿Por qué es mejor un lector alfa? Porque suelen ser profesionales que tienen sólidos conocimientos literarios y sobre narratología y una mirada entrenada que les permite ver en un manuscrito mucho más de lo que un lector «de a pie», un lector beta corriente, podrá ver. Los lectores alfa también conocen cómo funciona el mercado editorial y qué debe tener un texto para que los editores se interesen por él.
Los lectores alfa son profesionales y, por lo general, cobran por sus servicios. Aunque si tienes la suerte de tener algún conocido que trabaje en el sector editorial (un editor, un escritor, un agente, un lector profesional…) quizá pueda hacerte el favor de revisar tu texto.
La revisión
Tras escribir el primer borrador, la obra necesitará, casi con total seguridad, ser mejorada. No nos referimos a una mera corrección de esos pequeños errores evidentes que se cuelan en el texto: el cambio del nombre de un personaje o de algún atributo físico (un pelo rubio que más adelante es moreno), fallos en la cronología (fechas que no cuadran) y, por supuesto, erratas y errores de ortografía y gramática. Sin duda, detectar esos fallos ligeros es necesario, pero resulta sencillo.
La revisión exige un trabajo más profundo, que a menudo implica sucesivas lecturas atentas. Porque en la revisión deben resolverse esas dificultades, esos problemas técnicos de los que venimos hablando en los últimos meses. De hecho, a medida que escribe, y por exhaustiva que haya sido su planificación, el autor se va a encontrar con problemas que necesitarán su atención. A veces esos problemas pueden ser resueltos casi en el acto, a poco que se les dedique un poco de atención; pero en otras ocasiones el escritor necesita tener la panorámica que ofrece la obra terminada, completa, para dar con la forma de solucionarlos. Si es listo, el escritor habrá ido anotando esos problemas mientras escribía para tener una idea clara de por dónde comenzar la fase de revisión y de qué cosas necesita resolver en ella.
En sucesivas revisiones el autor resolverá esos problemas que surgieron en la fase de escritura, así como los que detectará en la fase de revisión, modificando y reescribiendo el original allí donde sea necesario. Como ves, un primer borrador nunca puede considerarse como una obra finalizada, lista para entregar a los demás (ni siquiera a los lectores alfa o beta).
El papel del lector alfa en la revisión
Una vez el autor considera que ha solucionado todos los problemas que él es capaz de resolver, ha llegado el momento de enviar su manuscrito a los lectores alfa. Puede bastar con enviárselo a uno, pero hacerlo a varios puede arrojar visiones y lecturas diferentes, facetadas y complementarias.
Por supuesto, si hay algún problema técnico que el autor no ha sabido cómo solventar, puede indicárselo al lector alfa para que este le de sus sugerencias y aportes. Por supuesto, la decisión última sobre las soluciones a adoptar será siempre del escritor.
Como el lector alfa es un lector entrenado, avezado y conocedor, podrá valorar con conocimiento de causa el desarrollo de los personajes, la estructura y el equilibrio entre sus partes, el manejo del lenguaje y de los recursos estilísticos, la presentación del conflicto… El lector alfa tiene los conocimientos precisos para diseccionar la obra y la experiencia precisa para hacerlo. Por supuesto, el lector alfa es también un gran lector, con un bagaje literario que le ayuda a juzgar la obra no solo en cuanto ella misma, sino también en relación con otros libros y con el corpus literario universal.
Así, el lector alfa detectará posibles problemas, prestará atención también a aquellos que el autor haya podido señalarle y sugerirá ideas que puedan mejorar el conjunto de la obra. Pero no intervendrá en ella: no reescribirá nada ni hará enmiendas o correcciones. Únicamente anotará sus impresiones y sugerencias, argumentando por qué recomienda hacer diversos cambios. Será el autor el que deba, tras repasar esos argumentos, valorar las sugerencias de sus lectores alfa y tomar decisiones al respecto: aceptarlas, rechazarlas o inspirarse en ellas para buscar soluciones propias.
Si estás interesado en que un lector alfa te ayude en la fase de revisión de tu obra, échale un ojo a nuestro servicio de asesorías literarias. En ellas una asesora leerá íntegro el texto de tu obra y te entregará un documento con un completo análisis de esta en el que señalará las posibles mejoras que es posible realizar en el texto a nivel de trama y estructura, desarrollo de personajes, estilo, etc.
Una vez que tú hayas leído el análisis, puedes plantearle a tu asesora tantas dudas como te surjan. Como sus anotaciones son simples sugerencias (que no tienes por qué aceptar), lo ideal es que se establezca un diálogo que te ayude a convertir la obra en lo que tú quieres que sea.
Tras el informe del lector alfa, el escritor seguirá trabajando en su obra para incluir en ella los cambios que considere precisos y lograr así una obra más pulida y perfecta. Entonces tendrá un nuevo borrador que entregar, ahora sí, a sus lectores beta.
Los lectores beta son también buenos lectores, pero no al nivel de un lector alfa. Y no es necesario que tengan ese nivel, pues lo que el escritor espera recabar de ellos no es otra cosa que saber cómo reaccionará el publico lector (los que compren su libro) a la obra que ha escrito.
Brandon Sanderson lo explica así en su libro Curso de escritura creativa:
Lo que busco aquí es la reacción de los lectores. El objetivo es prepararme para las opiniones que tendrá la gente sobre el libro cuando lo publique. Si he logrado tomar una buena muestra representativa de mi público objetivo, no me llevaré sorpresas cuando el libro llegue a las librerías.
Las impresiones de los lectores beta ayudarán al escritor a saber qué cosas del libro les puede gustar al público lector y cuáles no. De nuevo, esto no significa que el autor deba modificar la obra para satisfacer esos gustos, pero sí puede tomar algunas decisiones interesantes basándose en ellas.
Como ves, el proceso de revisión es una fase compleja y delicada que puede incorporar a muchas personas más allá del propio autor. Por supuesto, contratar lectores alfa o contar con lectores beta no es obligatorio. Pero sí nos gustaría que te quedarás con la idea de las muchas lecturas que son necesarias, junto al subsiguiente trabajo de reescritura, para que una obra pueda darse por terminada; para considerar que ese sí es el borrador definitivo y que está lista para enviarla a un editor o a un concurso, o para autopublicarla.
Si has contado alguna vez con un lector alfa, nos gustaría conocer tu experiencia, déjala en los comentarios. Hablemos sobre el complejo proceso de revisión de una obra literaria.
Imprescindible el lector alfa. Yo gracias a Dios, tengo a un familiar, profesora de lengua y literatura que me ha ayudado a mejorar muchísimo. Soy consciente de mi fortuna.
Me sumo a las felicidades por este magnífico artículo. Con vosotros siempre se aclaran puntos y se comprenden mejor los procesos de escritura.
Respecto a los lectores alfa y beta, yo estoy de suerte.
Por un lado tengo una amigo escritor con el que comparto momentos, textos y reflexiones sobre tramas puntos de giro y demás. Nos comentamos nuestras obras mutuamente con todo el ojo crítico del que somos capaces. Él sería un lector al menos medio-alfa por sus conocimientos en cuanto a técnica literaria y buen hacer. Gracias a él he redondeado no pocos textos e historias.
Por otra parte, y gracias a vosotros, este mes dispondré de una gran lectora alfa ( y esta sí, con todas las letras) para revisar mi obra. Lo espero con muchísima ilusión porque creo que con esos cuatro ojos de más, mis relatos mejoraran y podré publicarlos muy pronto.
Un saludo a todo el equipo,
Rosa
Mil gracias por tus palabras, Rosa. Tienes nuestro agradecimiento ruboroso, pero feliz.
Ante todo deseo felicitar al equipo de Sinjania por los preciosos artículos que comparte en su newsletter semanal; no me he perdido ni uno.
Hace algunos años contraté los servicios de un lector profesional —hasta hoy no conocía la denominación «lector alfa»—. Este me envió un informe editorial pormenorizado que confirmó muchas de las flaquezas del texto que ya había intuido y otras que se me habían pasado por alto. También destacó los puntos fuertes de la historia y me dio ánimo para reescribirla y así rescatar la idea original que consideró valiosa.
Finalmente abandoné la novela y escribí otra muy diferente teniendo en cuenta lo aprendido en el primer intento. Quizá algún día decida reflotarla.
Dicho esto, considero que el o los lectores alfa son la mejor inversión que puede hacer un escritor antes de enviar su obra a las editoriales o, lo que es peor, antes de publicarla y descubrir los fallos cuando ya es demasiado tarde para corregirlos.
Un cordial saludo a Sinjania y sus lectores.
Hola, José Luis:
Muchas gracias por compartir tu experiencia. Es cierto que del informe de un lector profesional se puede aprender mucho.
Gracias también por leer los artículos.
Un abrazo.