Cómo escribir mejor

Todo escritor tiene dudas sobre su escritura, por eso es necesario aprender a detectar y corregir errores con el fin de escribir mejor.

Hemos preparado un microcurso de escritura con sencillos consejos que resulta fácil aplicar a tu escritura y que tratan de centrarse en los errores más comunes de los escritores noveles.

A continuación te ofrecemos siete correcciones instantáneas que te ayudarán a mejorar tu escritura, para que las tengas presente mientras escribes o cuando revises tus textos.

1. Busca la naturalidad

Los escritores noveles suelen considerar que escribir bien consiste en pergeñar textos alambicados. Sin embargo, la buena escritura es siempre sencilla. Debes evitar usar una escritura que llame la atención sobre sí misma en lugar de dirigirla hacia la trama y sus personajes.

Echemos un vistazo a ese tipo de escritura rebuscada de la que hablábamos. El siguiente ejemplo está tomado de un libro gratuito publicado en Amazon elegido al azar. La escena describe el momento en que se desata una tormenta cuando una joven y su hermano menor se encuentran solos en casa. El narrador cuenta:

Un abismo de ébano inundó el estudio.

Con tan elaborada frase el escritor quiso decir: «La habitación quedó a oscuras».

Tal vez el autor consultó un diccionario para crear una frase con palabras distintas de las que usamos cotidianamente. Pero de este modo lo único que puede conseguir es desconectar al lector de la historia. Porque si lo que deseamos es que el lector se sumerja en nuestra narración, debemos escribir de la forma más sencilla posible.

Evita usar una escritura que llame la atención sobre sí misma en lugar de dirigirla hacia la trama y los personajes. Tus palabras deben sonar naturales. Imagina la reacción de tu vecino, que viene a preguntarte por el corte de electricidad, si le respondieras con «Un abismo de ébano inundó el estudio».

La solución:

Tan sencilla como leer cada frase en voz alta para ver si suena natural o artificial.

2. No cuentes lo obvio

A la hora de corregir tus narraciones, debes eliminar todo aquello que ya está implícito para evitar decir cosas obvias o bien redundantes. Para mantener la atención de los lectores es necesario desechar todas las palabras innecesarias.

Veámoslo con un ejemplo:

La única luminiscencia venía del cielo, desde donde la luna llena brillaba.

Con esta frase, que atenta también contra la naturalidad de la que hablamos en el primer punto —¿por qué luminiscencia y no, sencillamente, luz?—, el escritor estaba tratando de decir algo como: «La única luz provenía de la luna llena».

Todos sabemos que la luna está en el cielo, así que especificar que es desde allí desde donde la luna brilla es una información superflua. Esto no quiere decir que debas renunciar a un estilo verdaderamente literario, con un lenguaje rico y un lirismo trabajado, pero sí evitar caer en la obviedad.

La solución:

Lee atentamente el texto y elimina sin miedo aquellos datos o descripciones que resulten superfluos.

3. Ve al grano

En determinados puntos de la trama, como el clímax, o en determinados géneros, como el suspense, es mejor no irse por las ramas y asegurarnos de que mantenemos el interés del lector. Para ello tienes que evitar perderte en detalles que rompen la tensión y dispersan la atención.

Veamos esta frase, tomada de una novela de suspense:

El sol de la tarde entraba por la gran puerta acristalada de la terraza orientada al sur.

En el momento en que el lector tropieza con las palabras «gran puerta acristalada» y «orientada al sur», todo el suspense que el escritor haya venido trabajando hasta ahí se evapora.

Para mantener la atención de los lectores es necesario desechar todas las palabras innecesarias. Cuando el ritmo de la escena lo requiera debes ser sucinto, parco. Las descripciones prolijas puedes reservarlas para otros puntos de la narración.

La solución:

Revisa adjetivos y adverbios y elimina todos los que no sean absolutamente necesarios.

4. Dosifica la información

En ocasiones se cae en el error de proporcionar una gran cantidad de información al lector de una sola vez. Sin embargo, debes tener mucho cuidado con eso.

Veamos un ejemplo:

Luis era el hijo mimado y algo playboy del millonario propietario de una cadena local de tiendas de electrodomésticos.

Parece que el autor haya querido proporcionar una gran cantidad de información en una sola frase. Aquí está la información que quería transmitir:

Luis era un chico mimado.
Y un playboy.
Vivía en la misma ciudad que su padre.
Su padre era millonario.
Su padre tenía un negocio de venta de electrodomésticos.
Ese negocio era una cadena de tiendas.

Si quieres dar información que será necesaria para el posterior desarrollo de la acción, lo mejor es que lo hagas en pequeñas dosis. Tampoco está de más tener en cuenta el adagio «mostrar, no contar». Si Luis es un playboy, nada mejor que relatar alguna de sus aventuras amororsas para trasmitirle al lector esa idea.

La solución:

Revisa el texto en busca de todas las frases que contienen más de dos o tres puntos informativos acerca de un personaje o lugar. Separa toda esa información en varias frases informativas y distribúyelas de modo que creen un contexto sin atragantar al lector.

5. Elimina los clichés

El cliché es el gran enemigo de la escritura de calidad. Veamos qué es y cómo puedes eliminarlos de tus textos.

El término cliché se refiere a una frase, expresión, acción, o idea, que ha sido usada en exceso, hasta el punto de que pierde la fuerza o novedad pretendida, especialmente si en un principio fue considerada notoriamente poderosa o innovadora.

El cliché puede referirse a frases hechas, como «morder el anzuelo». A imágenes y metáforas, como «sus labios de rubí». O a situaciones y acciones, como una persecución trepidante en una novela policíaca.

El cliché debe ser evitado por dos poderosas razones: en primer lugar, porque vuelve el texto predecible. Cuando el detective entra en su coche y sale en persecución del sospechoso, el lector sabe lo que le espera durante las dos siguientes páginas.

En segundo lugar, el uso de clichés impide que tu escritura se diferencie de la del resto de escritores que han usado esas palabras o esas escenas antes que tú.

La solución:

Ya durante la escritura debes permanecer atento para cazar y eliminar los clichés que puedan intentar colarse en el texto. Pero, además, durante la reescritura y corrección debes dedicar al menos una lectura atenta al texto en la que te emplees a fondo en localizar y desechar el maldito cliché.

6. No abuses de los colores

Los escritores noveles adoran los colores llamativos. En sus descripciones abusan de una paleta de colores saturados con la intención de dar más viveza, más impresión de realidad, a sus descripciones.

Un ejemplo:

El río esmeralda se abría paso a través de las polvorientas colinas de un blanco sucio teñido con vetas de color amarillo parduzco.

Sin duda, hay demasiado color en esa descripción que, además, tampoco cumple el requisito de buscar la naturalidad. Esmeralda, blanco sucio, amarillo pardusco… al lector le puede costar representarse unos colores que han sido nombrados de una manera poco habitual.

La solución:

La solución es sencilla: elimina de tus descripciones los colores superfluos. Hay otros atributos que puedes usar para definir los elementos que describes, no solo los colores: la altura, el tacto, el olor, el sonido…

Por ejemplo, podemos definir el río de nuestra descripción por el ruido que hace el agua, especificar si las colinas eran de mucha altura o qué tipo de vegetación había en ellas. Todo esto pasa por un recurso muy sencillo, pero casi siempre olvidado: usar todos nuestros sentidos a la hora de describir, no solo la vista. ¿Cómo huele el aire cargado de humedad por la proximidad del río?, ¿cómo es el tacto de las piedras sobre las que se desliza la corriente?

Sustituye los colores por otros atributos y trata de buscar cierta sobriedad expresiva.

7. Usa frases cortas

Sin duda, hemos dejado el consejo más importante para el final, porque este es uno de los fallos más comunes que vemos entre los alumnos de nuestros cursos de escritura. Es común que, al escribir, nos lancemos sin más a poner en palabras la idea cristalina que tenemos en nuestra cabeza, sin pararnos a pensar si lo que hemos escrito es fácilmente comprensible para el lector.

Por otro lado, cuanto más larga sea la frase, más común es que se hayan producido errores en la puntuación, fallos de concordancia entre sujeto y verbo y otra serie de errores gramaticales. Así que el consejo más sencillo y tal vez más importante para escribir mejor es centrarse en una idea por frase.

Por si todo lo anterior no fuera suficiente, las oraciones largas hacen que la lectura se arrastre. He aquí un ejemplo:

El abogado, ahora que su cliente había sido declarado culpable, se enfrentaba al problema de ocultar su propia implicación en el crimen, un error de juicio que, aunque hecho con la mejor de las intenciones, resultaba no obstante una violación de su juramento como abogado, una violación que podría presumiblemente resultar una acusación, e incluso una pena de prisión.

En esta frase se acumulan tantas ideas que resulta difícil seguirlas, comprenderlas y recordarlas.

Por tanto, apuntamos una recomendación sencilla sobre la longitud de las frases: no deberían contener más de veinte o treinta palabras. Como siempre, las reglas están para ser rotas; pero si eres un escritor novel, hazlo con cuidado y, en el momento de la revisión, asegúrate de que lo que has escrito se comprende de forma fácil.

Mientras escribes, trata de usar frases cortas. Aseguráte luego de haberlo hecho durante la revisión.

La solución:

Revisar el texto en busca de frases demasiado largas o confusas y trabajarlas de la siguiente manera:

  • Eliminar las palabras innecesarias.
  • Donde hay una coma, comprobar si podría sustituirse por un punto.
  • Comprobar si podría empezarse una nueva frase allí donde se ha empleado la palabra «que».
  • Reformular y reformular.

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CATEGORÍAS: Escritura Creativa

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