«El estilo es sustancia», dijo Vladimir Nabokov. Y James Salter dijo «El estilo es lo que perdura».
El estilo es, en efecto, y como ya nos habrás escuchado decir, como la huella dactilar del escritor. Algo consustancial a sus obras que lo distingue de cualquier otro autor. Sobre todo cuando se tiene un buen estilo.
A pesar de su importancia, con frecuencia el estilo no recibe la atención que merece. Como se suele decir que el estilo se mejora con la práctica —lo que es cierto—, muchos escritores noveles consideran que basta con que sigan escribiendo. Pero, como siempre, si se quieren ver verdaderos progresos, es necesario prestar atención, realizar un trabajo consciente sobre el lenguaje que lo refine y lo vuelva expresivo.
Hoy vamos a darte algunas ideas para que conozcas mejor el estilo que ya tienes y para que, además, lo mejores y empieces a indagar en el que te puede ser propio.
Recuerda que si te interesa este tema, en noviembre comenzará nuestro nuevo curso de estilo.
Si quieres darle sustancia a tus textos literarios y te interesa que estos sean obras que perduren en el tiempo, necesitas dominar los recursos de estilo y trabajar con ellos hasta desarrollar uno propio, único, que te distinga como escritor. Eso es lo que lograrás con el curso de estilo.
Un ejercicio para identificar tu estilo
Lo primero que tienes que comprender es que tú ya tienes un estilo.
Por el simple hecho de usar el lenguaje, de escribir, tienes un estilo. Aunque es algo que a menudo pasa inadvertido, sobre todo para los lectores poco atentos, no hay dos personas que manejen el lenguaje de la misma manera. Por supuesto, habrá muchos puntos en común, pero también habrá sutiles diferencias: de vocabulario, de sintaxis y hasta de temática.
Como sabes, todos tenemos un registro del habla, marcado por aspectos como nuestro idiolecto, nuestro sociolecto, nuestro vocabulario activo y nuestro vocabulario pasivo… y ese registro se traspasa a nuestro lenguaje escrito.
Para identificar tu estilo, te proponemos un pequeño ejercicio: repasa varios textos tuyos (cinco o seis) y trata de identificar sus características. Repara en cosas como en la extensión de los párrafos y de las oraciones. Trata de identificar el ritmo. ¿Hay ideas que se repiten?, ¿y palabras? ¿Es un vocabulario sencillo o complejo? Fíjate en la sintaxis de tus oraciones. Observa también si usas figuras retóricas, ¿cuáles y con qué intención?
Analizando con atención el lenguaje de tus textos, cómo lo utilizas, serás capaz de detectar ciertos patrones. Ahí está la esencia de tu estilo. Quizá nunca te has parado a pensar en ella, porque, como decimos, aunque las palabras son la verdadera herramienta del escritor, muchos autores usan esa herramienta sin prestarle la apropiada atención. Puede que tu manera de escribir sea en el fondo una desconocida para ti.
No es necesario decir que si escribes mal, si cometes solecismos, barbarismos, faltas de ortografía y sintaxis también tienes un estilo, pero es un mal estilo. No se puede ser buen escritor si no se conocen y aplican las reglas gramaticales.
Tres ideas para mejorar el estilo
Perfecto, en cuanto usas el lenguaje, tienes un estilo. Y si haces el ejercicio que te recomendamos más arriba serás más consciente del tuyo. Pero ¿cómo mejorarlo? Aquí van algunas ideas.
1. Cuida la corrección
Esta recomendación debería sobrar, pero, por desgracia, es necesario hacerla. Cuida la corrección de tu lenguaje.
Un buen estilo tiene tres características: corrección, claridad y belleza. Las dos primeras, corrección y claridad, son irrenunciables. La tercera, la belleza, es discrecional; es mejor que esté, pero no pasa nada si falta.
De manera que el primer paso para mejorar el estilo es eliminar cualquier vicio o error gramatical. Si sabes que los cometes o si al hacer el ejercicio de analizar el lenguaje de tu texto los detectas, aplícate en subsanarlos.
Quizá estés pensando que cometer ese tipo de errores no es tan importante, a fin de cuentas siempre se puede recurrir a un corrector profesional. Es cierto. Pero cometer faltas gramaticales implica necesariamente no saber cómo funciona el lenguaje, y si no se sabe cómo funciona el lenguaje no se puede llegar al estilo.
2. Lee
Esta recomendación no puede faltar nunca cuando se trata de escribir mejor. Cuanto más se lee, mejor se escribe. La lectura nos familiariza con el lenguaje como no puede hacerlo ninguna otra actividad.
Pero se trata de leer prestando una especial atención al lenguaje. Ese análisis minucioso que te proponíamos antes para que lo realizaras sobre tus textos, trasládalo a cada obra que leas.
Porque una obra literaria no es solo una historia, tampoco unos personajes, ni siquiera cómo se compone la trama. Una obra literaria es lenguaje en estado vivo y también hay que poner interés a cómo lo usan los escritores. Esa manera de leer es la que caracteriza a los buenos lectores y es la que debe desarrollar un escritor.
Atiende a la articulación de las ideas en párrafos y oraciones. A la sintaxis de estas. A la elección de las palabras. A las figuras retóricas que aplica. Repara en el ritmo y en la musicalidad de las frases…
Esa lectura te familiarizará con los diferentes estilos. Verás que hay escritores que son excelentes estilistas y otros que son más descuidados. Detectarás a los escritores que usan el lenguaje con negligencia. Y en el proceso aprenderás mucho sobre el manejo del lenguaje y sus infinitas posibilidades.
Ya sabes que nuestra recomendación es que sigas una dieta variada de lecturas, como la que te proponemos en nuestro Reto de Lectura anual. Solo así tendrás una visión amplia de la literatura y de sus mil voces.
3. Piensa en tu obra
Una vez que hagas el ejercicio que te proponemos para conocer mejor el estilo que tú ya tienes, y si empiezas a prestarle una atención especial a cómo escriben (cómo usan el lenguaje) los escritores que lees, empezarás a comprender mejor qué es eso del estilo y cómo funciona.
El siguiente paso es llevar lo aprendido a tus propios textos.
Al leer fijándote en el lenguaje descubrirás modos de hacer que de inmediato vas a querer probar en tus textos. Hazlo, no te sientas mal por ello, imitar es una excelente manera de aprender. No temas que tus escritos vayan a perder su esencia: como ya hemos dicho, cada persona —cada escritor— usa el lenguaje de una manera particular. Aunque tomes algunas maneras de hacer de otros escritores, se diluirán en el caudal de tu estilo, las adaptarás a tu voz y acabarán por amalgamarse con tus palabras.
Pero, atención, debes cuidar de que esos rasgos de estilo que te han parecido interesantes y que quieres probar encajen bien con tu obra. La obra de un escritor suele tener unas características reconocibles que se repiten a lo largo de toda su producción: materiales, temas, personajes… El estilo debe ser coherente con esas características.
Se trata, como siempre, de hacer una labor de reflexión. ¿Puede ese largo fraseo que te ha gustado encajar bien con las novelas de acción que tú escribes?, ¿las desvirtuaría o les daría un rasgo atractivo?, ¿cómo puedes llevar tú ese rasgo a tus textos?, ¿en qué momentos podrías aplicarlo?
Lo importante de leer y de aprender es que ambas prácticas ponen recursos a tu alcance y siempre, en un momento u otro, puedes echar mano de eso que ha quedado almacenado en tu memoria. Tu instinto te dirá: «Este es el momento de usarlo». Y lo harás. Y tu estilo habrá mejorado.
Un articulo.muy interesante y que me obliga a reflexionar y pensar, como la mayoría de los vuestros.
Durante mucho tiempo estuve obsesionada por el estilo…que confundía con la voz. Tras mucha reflexión y gracias a articulos como el vuestro, entendí que la diferencia, aunque sutil, importa.
Yo diria ahora que el estilo es cómo tu, en tanto que escritor, te relacionas con las palabras y el lenguaje, la manera de utilizarlo. Eso marca. Pero la voz de cada escritor es unica, porque ça voz, al fin y al cabo, es la manera de mirar. Y tu voz ,quiza, es lo unico que no se puede cambiar.
Muchas gracias, Sinjania, por hacerme pensar.
Otro muy interesante artículo