¿Necesita un escritor leer a los clásicos?

Hace tiempo nos llegó un correo de uno de los miembros de la comunidad en el que planteaba lo siguiente:

Leí hace poco un libro de Stephen King llamado «Mientras escribo». En él, King dice que para ser un buen escritor hay que hacer dos cosas: escribir mucho y leer mucho; yo en lo particular leo bastante, pero tengo un pequeño dilema a la hora de los clásicos. Libros que sabemos que son buenos, nadie puede quitarles el mérito, pero que en lo particular a mí me aburren. Ahora sin más rodeos, esta es mi pregunta: ¿para ser un buen escritor tienes que leer todos los clásicos obligatoriamente? ¿En cuanto estos libros, no existe la preferencia individual, hay que leerlos porque son clásicos y ya? 

La pregunta planteada es muy pertinente y estamos seguros de que con frecuencia cruza la mente de más de un escritor novel: ¿es obligatorio leer a los clásicos?, ¿hay que leerlos todos?

Antes de comenzar esta reflexión sobre la obligatoriedad (o no) de leer a los clásicos tal vez convenga especificar qué entendemos por un clásico. Para muchas personas son obras literarias antiguas, escritas en un pasado más o menos lejano. Para nosotros, sin embargo, son aquellas obras consideradas valiosas tanto por los lectores como por la crítica y los expertos, quienes las consideran como modelos dignos de imitación; obras que perduran a través del tiempo y, por tanto, permanecen en el gusto del público durante años.

Hay por tanto, también clásicos contemporáneos, obras que recaban desde el primer momento el aplauso unánime de los expertos y los lectores y de las que se puede pronosticar que seguirán siendo leídas dentro de muchos muchos años.

Pero centrémonos en nuestro asunto: ¿es obligatorio leer a los clásicos? La respuesta corta y rotunda es no. No es obligatorio leer a los clásicos, no tienes que hacerlo.

Si te detienes a pensarlo, no hay nada obligatorio en esta vida, casi siempre podemos elegir. Lo que sucede es que hacer algo o no suele implicar consecuencias, y es perseguir o evitar esas consecuencias lo que nos impulsa a actuar. Podríamos decir que así sucede también con los clásicos. Leerlos y conocerlos tiene consecuencias positivas para un escritor, y si quieres disfrutar esas consecuencias no te quedará otro remedio que acercarte a los clásicos.

Repasemos entonces los beneficios que un escritor que decida acercarse a los clásicos encontrará para su escritura.

Beneficios para un escritor de leer a los clásicos

El primer beneficio es evidente: leer mucho es una de las formas más seguras (y amenas) de enriquecer la propia escritura. En los libros de otros autores encontrarás ejemplos vivos de los recursos y herramientas que un escritor tiene a su disposición para componer sus obras. La lectura es también una forma de enriquecer el vocabulario y el manejo del lenguaje, elementos fundamentales para llegar a ser un buen escritor. Diferentes estructuras, variadas formas de expresividad, diferentes formas de conflictos y cómo manejarlos, personajes diversos… todo eso se encuentra a tu disposición cuando te adentras en los libros de otros autores.

Ahora bien, resulta evidente que un escritor puede encontrar todas esas ventajas leyendo cualquier tipo de libros, no únicamente clásicos. Y así es, ciertamente. Sin embargo, tengamos presente una verdad: los clásicos lo son por algo. La crítica y miles de lectores han señalado esos libros por su calidad indiscutible, a veces durante años, décadas e incluso siglos. Los autores que los escribieron eran auténticos maestros.

En cualquier rama del saber humano, el aprendiz busca la guía del maestro. Especialmente la guía del maestro de primera línea. Los escritores noveles tienen la suerte de tener a su disposición las obras y enseñanzas de los mejores de su oficio. Despreciar ese conocimiento parece un grave error por parte de alguien que desee destacar en el arte de la escritura.

El segundo beneficio que tiene para un escritor leer a los clásicos tiene que ver con el desempeño de su oficio, aunque de una manera diferente de la que acabamos de citar. Está claro que un escritor tiene mucho que aprender de la lectura de los grandes maestros, pero, al margen de ello, necesita conocer a los clásicos como una manera de conocerse a sí mismo, a su propia obra.

Los libros que tú escribes no están solos y aislados. Por el contrario, forman parte de un riquísimo ecosistema de obras y autores: se relacionan con las obras de tus contemporáneos, pero también de los autores que te precedieron. Incluso sin haber leído a los clásicos, tus obras han recibido sus influencias; puede que de segunda o tercera mano, a través del cine, de libros interpuestos o de otras formas de arte, pero es casi seguro que esas influencias existen, incluso aunque tú no seas consciente de ellas.

Conocer ese ecosistema de influencias, oposiciones, afinidades, antinomias… es conveniente, por no decir necesario. Aun si tú no lo conoces, tus lectores y la crítica sí lo harán. Es posible que encuentren en tus textos ecos de otras obras, ¿no sería extraño que tú no tuvieras la referencia de las obras con las que te compararán?

Para poder ejercer con propiedad tu oficio de escritor es necesario que conozcas la tradición literaria de la que, como autor, formas parte. Y una de las mejores formas de conocerla (aunque no la única) es a través de las obras que la componen.

Estos son algunos de los beneficios que, como escritor, puedes encontrar de leer a los clásicos. De los que puedes encontrar como lector ya habló Italo Calvino mucho mejor de lo que lo podríamos hacer aquí en su texto Por qué leer a los clásicos.

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¿Y si los clásicos no me gustan?

Demos por hecho que los beneficios que te hemos enumerado, unidos a la calurosa defensa de Calvino, han bastado para convencerte de la conveniencia de leer a los clásicos. Pero hay un problema: como a nuestro amigo, no te gustan, te resultan aburridos. Su pregunta es, de nuevo, muy pertinente: ¿no existe la preferencia individual?, ¿te tienen que gustar los clásicos solo por el hecho de serlo? 

Y, de nuevo, la respuesta es no. Los clásicos no tienen por qué gustarte. Como estamos seguros de que no te gustan todos los libros contemporáneos que lees. Habrá clásicos que te entusiasmen y otros que te dejen indiferente, incluso alguno que te disgusten sin ambages. Exactamente igual que sucede con cualquier otra lectura.

Pero vamos por partes. Es probable que, si no acostumbras a leer clásicos, su lectura puede resultar un poco más ardua al principio; especialmente si sueles leer literatura de índole más comercial. No es ningún secreto que los clásicos son a veces (no siempre) libros de lectura más exigente. Que no te desanime esa mayor exigencia, no confundas esa cierta dificultad con aburrimiento. Pronto te harás con los recursos para adentrarte en esas lecturas con facilidad. Además, confiamos en que encontrarás obras que te maravillarán y que compensarán con creces cualquier posible esfuerzo.

Pero, insistimos, eso no significa que todos los libros considerados como clásicos te vayan a gustar.

Es natural que no todos los clásicos te gusten. George Steiner distingue entre lo que define cómo «programa» y «canon». Para él, el programa lo formarían los libros que la crítica y la erudición seleccionan y celebran como aquellos «alrededor de los cuales una cultura y una sociedad edifican sus códigos de auorreconocimiento». Mientras que el canon, por su parte, es más personal. Lo confecciona cada lector de acuerdo a los libros que crean un impacto en él. De modo que puede haber libros que formando parte del «programa», no logren sin embargo ingresar en tu canon particular. Y así debe ser.

Es perfectamente lógico y no tiene nada de malo. La ventaja es que, gracias al conocimiento de la tradición literaria que vas a ir adquiriendo con tus lecturas y al mejor discernimiento de las técnicas y recursos que sus autores han empleado estarás en mejores condiciones de juzgar y valorar por qué ese libro no te ha gustado. Es más, podrás reconocer las razones que le han convertido en un clásico, independientemente de que haya colmado tu gusto o no. Y ese conocimiento es justamente el que un escritor necesita, tenerlo es lo que asegura que puedes escribir buenas obras.

¿Hay que leer todos los clásicos?

Nos resta por reflexionar sobre una última pregunta de las planteadas por nuestro amigo: ¿para ser un buen escritor tienes que leer todos los clásicos obligatoriamente?

La respuesta corta sería un rotundo sí. Cuantos más clásicos leas (y ya hemos puntualizado que eso no significa que todos vayan a gustarte), mejor escritor serás. Ahora bien, la realidad es que no vas a poder leer todos los clásicos, sería insensato pretenderlo. Sencillamente porque toda una vida no bastaría para leer todos los libros que forman parte de ese «programa» al que se refería Steiner y que recopila las mejores obras de todos los tiempos. En primer lugar, porque ese programa lo componen miles de obras y ni toda una vida sería suficiente para leerlas todas. Pero también porque ese programa es algo vivo, que crece y muta cada año, que no deja de transformarse.

Leer todas las obras clásicas, todos los libros considerados canónicos, es una tarea que supera las capacidades humanas. Y, sin embargo, un escritor sí debería plantearse una labor constante para acercarse a ellos de forma metódica.

En resumen, y siempre desde nuestro punto de vista: ¿es obligatorio leer a los clásicos? No lo es, pero sí es recomendable para un escritor.

¿No existe la preferencia personal? Existe, qué duda cabe, no todos los clásicos tienen que gustar a todos los lectores. Pero leerlos y conocerlos entrena la capacidad para enjuiciar con acierto no solo las obras consideradas clásicas, sino también cualquier obra literaria, incluidas las propias. Y esa es una capacidad muy interesante para un escritor.

¿Hay que leer todos los clásicos obligatoriamente? En absoluto, simplemente porque esa sería una tarea sobrehumana. Sin embargo, un escritor sí debería tener los suficientes conocimientos sobre los libros que integran ese canon, aunque no los haya leído. Pero ese es un tema largo del que hablaremos en nuestro próximo artículo.

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También nos gustaría conocer tu opinión. ¿Cuál es tu relación con los clásicos?, ¿acostumbras a leerlos?, ¿cómo han beneficiado tu escritura (si lo han hecho)? Charlamos en los comentarios.

6 COMENTARIOS


Otros artículos:

  • Estoy leyendo ahora el de Ana Karenina y, bien puedo decir que ninguno de los libros más actuales que he leído: El Silencio de los Corderos, El Padrino, Juego de Patrotas… he podido aprender lo que se aprende en este. La trama, unos personajes tan logrados, la estrsuctura, es una obra monumental.

  • Mi opinión es que no es obligatorio pero es necesario.
    No todos los clásicos, pero tampoco no leer ninguno. Cada escritor es un lector, y cada lector tiene su genero o géneros de preferencia. Por ejemplo a mi me encantan El Quijote, la Celestina, Cumbres Borrascosas, Drácula, Jane Eyre y Anna Karenina. Crónica de una muerte anunciada es mi tipo de libro, pero Cien años de soledad imposible. Me he peleado mil veces con él: batalla perdida siempre, me resulta insoportable.

    Pero son necesarios. Nadie aprende a montar en bici viendo videos. Tienes que montar, caerte y ver si te gusta más la carretera o el campo. En los libros aplica igual y en los clásicos, igual.

    Un consejo humilde como filóloga es que, si quieres leer clásicos (los que quieras) y aprender (un pasito más allá que la simple lectura), comprar las ediciones críticas con estudios iniciales y análisis es lo mejor. Lees el clásico y además te nutres con el estudio hecho por uno o varios críticos 🙂

  • Yo creo que no hay que obsesionarse. Si estás acostumbrado a leer, notas la diferencia entre una obra que deja poso y otras no. A mi algunos (de los considerados clásicos) me han encantado y otros no he podido con ellos, como En busca del tiempo perdido y el Ulises. A lo mejor no les encontré el punto. Lo que si hago es que si alguno no me gusta, lo dejo. No leo por obligación aunque lo digan los gurús del ramo

  • Personalmente, creo que leer clásicos aporta mucho como escritores y como personas. Estoy de acuerdo con vosotros en que algunos clásicos son más exigentes a la hora de leerlos que otros, pero hay clásicos bastante asequibles. El Principito, por ejemplo, es de los relativamente fáciles, así como algunas novelas de fantasía (Harry Potter, que ya es un clásico contemporáneo) o de ciencia-ficción (La Guía del Autoestopista Intergaláctico, por mencionar uno). Yo opto por leer clásicos del género que quiero escribir o que tengan toques de comedia cuando me siento espesa o hace mucho que no leo un clásico, aunque he de reconocer que me encantan y que suelo leerlos a menudo. El último que leí fueron Las Mil y Una Noches, y lo volvería a leer otra vez de cabo a rabo.

  • El Quijote sí que debería ser un libro de obligada lectura.

    Y, personalmente, la Biblia debería leerse aunque fuera una vez en la vida.

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