La fuente de la procrastinación

La procrastinación es, a menudo, una compañera molesta de los escritores. A decir verdad, lo es de la mayoría de las personas: a menudo sentimos que no estamos haciendo lo que deberíamos, incluso aunque tengamos tiempo y ganas de hacerlo. Pero como aquí hablamos sobre escritores, nos centraremos en cómo os afecta ese mal a vosotros, quienes escribís.

Para los escritores la procrastinación es fuente de frustración, origen primero de muchas obras inconclusas o ni siquiera comenzadas. Puede ser también causa de una carrera que no avanza al rimo que gustaría. La procrastinación afecta con mayor frecuencia a los escritores principiantes, como veremos, pero no únicamente; también puede afectar a escritores con una trayectoria a sus espaldas. En cada caso lo hace por motivos distintos.

Y es que ese es el quid de la cuestión: los motivos que se esconden detrás de la procrastinación. Hablemos sobre ellos. Comencemos definiendo qué es la procrastinación.

La procrastinación

La procrastinación consiste en aplazar o evitar sin motivo una tarea que debemos o queremos hacer. Examinemos bien esta definición y detengámonos en dos de los rasgos más curiosos de la procrastinación.

El primero consiste en no hacer aquello que debemos o queremos hacer. En el caso de la escritura, este es un rasgo paradigmático. Nadie nos obliga a escribir, es algo que deseamos hacer, una pulsión que surge de lo más íntimo de nuestro ser y nos conduce a desear convertir en narraciones esas ideas e historias que nunca cesan de rondarnos.

Siendo así, siendo que deseamos escribir, ¿por qué lo aplazamos?, ¿por qué lo evitamos? ¿Qué nos induce a postergar el momento de hacer algo que hemos decidido voluntariamente y que, además, nos apasiona?

El segundo rasgo chocante de la procrastinación es que consiste en aplazar sin un motivo real para hacerlo. Si no escribes porque no tienes tiempo, porque tus días y tus semanas están ocupados por tareas que no dejan espacio a la escritura, tú no procrastinas: tienes un problema de agenda. Si de verdad quieres escribir vas a tener que reajustar tus jornadas y, sin duda, renunciar a algo de lo que ahora haces o bien delegar.

En el caso de la procrastinación, sí se dispone de tiempo, pero ese tiempo se emplea en otras actividades. A veces en tareas útiles, pero a menudo en un ocio poco creativo: redes sociales, atracones de series; démosle sus nombres propios: Instagram, YouTube, Netflix…

De manera que cuando procrastinamos lo que hacemos es aplazar una tarea —escribir— que nos gusta, que incluso nos apasiona. Y para la que, en realidad, tenemos tiempo. Entonces, ¿qué nos frena?

En el fondo, debemos ver la procrastinación como el síntoma de una enfermedad. Si no diagnosticamos de manera certera la enfermedad, de nada sirve combatir el síntoma.

Combatir el síntoma

Porque a menudo es eso lo que se hace: combatir el síntoma, pero ignorando la enfermedad.

Somos conscientes de que procrastinamos y nos ponemos serios con nosotros mismos, nos decimos: «Bien, ya basta». Si lo que queremos es escribir, lo único que tenemos que hacer es escribir. Y nos marcamos un plan de acción: nada de maratones de series los fines de semana, dedicaremos ese tiempo a escribir. Y ese rato después de comer en que perezoseamos viendo Instagram o TikTok también queda eliminado, ese rato puede emplearse en pensar, revisar o tomar notas…

Es probable que esa nueva rutina, ese plan de acción, funcione durante una temporada. Pero, a la postre, el escritor procrastinador vuelve a las andadas, lo que resulta todavía más frustrante. Cuando parecía que habías encarrilado una rutina productiva de escritura, la procrastinación reaparece. ¿Por qué? Porque se ha atacado el síntoma, no la verdadera causa de la enfermedad.

De manera que lo necesario es averiguar qué se esconde detrás de la procrastinación, qué lleva a posponer el momento de ponerse a escribir.

La fuente de la procrastinación

Para dar con la fuente de la procrastinación es necesario que analices lo que sientes, qué es lo que hace que para ti resulte más atractivo o placentero, o simplemente menos frustrante, ponerte a hacer cualquier otra cosa (recuerda, especialmente entregarte a un ocio pasivo) antes que entregarte un rato a tu pasión.

Vaya por delante que no hay una respuesta única a esta cuestión. Cada persona, cada escritor, encontrará una causa, una fuente para su procrastinación. Pero, por nuestra experiencia de más de quince años trabajando con escritores, una causa común tiene que ver con la falta de preparación para afrontar el complejo trabajo que implica escribir una obra literaria.

Si te paras a pensarlo, tiene toda la lógica del mundo. Dado que escribir es difícil, ya hemos hablado de ello, es normal encontrar resistencias para ponerse a hacerlo. Escribir no solo lleva tiempo, escribir es un esfuerzo intelectual que requiere, en primer lugar, ciertos conocimientos y, luego, usar esos conocimientos para resolver los problemas que surgen al tratar de convertir una historia (esa idea primera que tuviste) en una trama, en una obra literaria.

Por eso decíamos que la procrastinación es un mal que afecta especialmente a escritores principiantes. Esos escritores a menudo no tienen el conocimiento que necesitan para convertir sus ideas en tramas, no saben cómo resolver los problemas que la historia les presenta. Pero como se da por sentado que todos sabemos escribir (nos enseñaron en el colegio), no somos conscientes de cómo la falta de preparación nos afecta y nos impulsa a procrastinar.

Sobre los distintos tipos de dificultades que enfrenta el escritor cuando trabaja en su obra hablamos ya en este otro artículo.

Simplemente, nos cansamos de luchar con la escritura día atrás día y acabamos por encontrar otras tareas más gratificantes. No olvidemos, además, que el ocio pasivo suele ofrecer gratificación instantánea, frente a la ardua laboriosidad que hay que desplegar para alcanzar la satisfacción de resolver esos problemas narrativos de los que hablábamos y llegar a concluir la obra.

Pero los escritores con tablas y experiencia también pueden procrastinar. Ellos ya tienen experiencia, saben de las mil y una dificultades que presenta la composición de la obra; también tienen ya conocimiento: el modo en que resolvieron las dificultades de obras anteriores les da un bagaje del que echar mano para resolver las que ahora se les puedan presentar.

Ahora bien, la realidad es que cada nueva obra es un desafío que trae aparejadas sus dificultades inherentes, máxime si se es un escritor ambicioso que aspira a superar sus propios límites. A veces la experiencia anterior no basta. Entonces es muy posible que el escritor acabe también procrastinando, aplazando el momento de arrostrar esas dificultades.

Otras veces la procrastinación hace que se aplacen o eviten actividades relacionadas con la escritura en las que el escritor no es experto: el marketing y la promoción, la corrección, los contactos con el mundo editorial…

El problema de no identificar la fuente de la procrastinación

El problema radica en que, cuando no somos conscientes de la fuente de nuestra procrastinación, cuando no sabemos qué es lo que de verdad nos lleva a aplazar o evitar el momento de escribir la frustración aumenta y entramos en un círculo vicioso.

La cosa funciona más o menos así:

Decides escribir esa historia que hace tiempo te ronda por la cabeza, pero cuando te pones a hacerlo no es tan placentero como tú esperabas. Lo que sucede es que te has empezado a topar con las dificultades propias de la tarea, aunque es muy probable que no seas del todo consciente de ello.

Como la cosa se ha puesto complicada y no te complace tanto como esperabas, empiezas a espaciar tus ratos de escritura. Pero eso te hace sentir mal, ¿cómo vas a escribir la historia si no le dedicas tiempo? Además, la historia no deja de rondarte: quiere ser escrita. Así que vuelves a la tarea, pero ahora con el sentimiento de que te estás forzando, de que te estás obligando, lo que le resta mucho atractivo. Para colmo, como no has hecho nada por resolver las dificultades que te alejaron de la escritura la primera vez, sigues sin poder avanzar como te gustaría.

Quizá conozcas el resultado. Una obra que no avanza y un gran sentimiento de frustración e impotencia. Cuando a la falta de conocimientos sobre narrativa se une la frustración es muy difícil que la procrastinación no aparezca de nuevo, quizá incluso con más fuerza.

Como salir de la espiral de procrastinación

Para evitar se atrapado por esa espiral de procrastinación y frustración hay que dar dos pasos. No te vamos a engañar, no son sencillos.

El primero es averiguar cuál es la fuente de tu procrastinación. Y esa fuente a menudo no resulta tan evidente. Nosotros te hemos señalado una muy común, la falta de conocimientos para llevar a cabo tu obra, pero puede haber otras: miedos, creencias limitantes, patrones aprendidos…

El segundo paso consiste en cegar la fuente de la procrastinación. Atacar la enfermedad y no el síntoma. Si procrastinas, si siempre se cruza en tu camino otra actividad que te aleja de la escritura, identifica cuál es el motivo. Profundiza.

Si, como es frecuente, la causa radica que te faltan conocimientos, no te los niegues. En este blog encontrarás más de seiscientos artículos sobre escritura que pueden ayudarte a formarte, también puedes echarles un ojo a nuestros cursos, como el de escritura creativa.

Encontrar dificultades para hacer una tarea es causa más que justificada para evitar esa tarea. Por suerte, aprender, formarse, estudiar… está al alcance de todos y es una tarea gratificante en sí misma, mucho más enriquecedora que el ocio pasivo al que con tanta frecuencia nos entregamos en nuestra sociedad.

10 COMENTARIOS


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  • Hola. La verdad, había escuchado la palabra procrastinación, pero no conocía su significado… Por eso, al ver el artículo en mi correo, decidí leerlo. Y me he dado cuenta de que eso es exactamente lo que me está sucediendo ahora.

    Tomé un taller de escritura y participé en una antología donde escribí mi autobiografía. Luego participé en otro taller y formé parte de una antología de cuentos fantásticos. Más adelante inicié un curso en línea. Después de unos meses, comenzamos a escribir una historia cada uno; yo me decidí por una novela.

    Escribí el primer capítulo sin problema. El segundo me costó más: mi maestra tuvo que corregírmelo muchas veces, y desde allí comenzó mi frustración. Sentía que no lo hacía bien. Logré terminar el capítulo dos e inicié el tres, pero apenas avancé. Cada sesión con mi maestra me hacía sentir más frustrada, porque no lograba transmitir esa química que debería tener mi novela… hasta que me retiré del curso.

    Y aún no he podido avanzar. No por falta de tiempo, sino por falta de motivación.

    Leer este artículo me ha hecho reconocer lo que estoy viviendo. Gracias por ponerle nombre a lo que sentía. Ahora sé que no estoy sola.

  • Muy bueno.
    Muy bien descrito el círculo de la procrastinación: Cuando las dificultades empiezan….
    Creo que los consejos (de uds) de tener una rutina de escritura, de un tiempo para dedicarlo a escribir si o si, funciona muy bien. Lo otro es que, a veces el «trabajo» de escribir no es escribir 1000 o 2000 palabras. Sino, pensar, diagramar, resolver problemas. Entonces a veces no escribo, pero si le dedico tiempo a «La Escritura», resolviendo incoherencias en la trama o el final del cuento.
    Saludos

  • En realidad creo que la falta de conocimientos exactos acerca de escribir bien es mi mayor limitante…tengo tiempo y sin embargo divago eternamente en el…como , de que manera y cuando comenzar a redactar algo coherente.Siempre que miro lo ya escrito me entra desasosiego y fustracion..asi que lo vuelvo a acomodar de maneras distintas pero el lenguaje, las palabras, las oraciones… no logran expresar lo que de verdad en el fondo deseo. No persivo coherencia ni un manejo correcto y exacto de lo que quiero expresar.Entonces llega la fustracion y de verdad me agoto y me canso.

  • Yo soy la procrastinación en persona…En serio soy una persona que pospone la mayoría de las veces en todos los aspectos de mi vida, incluida mi faceta de escritora…También adolezco de conocimientos, leo poco y lo que leo es de escaso talento o mejor dicho de fácil lectura. Antes debería aprender a leer como escritora, por eso estoy en el Taller de escritura creativa de Carmen Posadas, pero me cuestan hacer los ejercicios por falta de cultura. Mi nivel cultural es bastante bajo.
    Creo que la fuente está identificada, solo queda moverse.

    • Hola, Lidia:

      Enfócalo al revés: en vez de pensar en lo que te falta, piensa en que estás al principio del camino, con todo por hacer, e ilusiónate. Tienes un montón de cosas por descubrir: buenas lecturas, todo el apasionante mundo de la creación literaria y todo lo que hay dentro de ti como escritora. Es algo maravilloso que puede cargarte las pilas y animarte cada día a ponerte a la tarea.

      Mucho ánimo (y poco procrastinación).

      Un abrazo.

  • Sé, de primera mano, que la procrastinación es resultado de una especie de criba de la literatura: a los más osados y perseverantes no los detiene.

  • Me siento totalmente identificada con este artículo sobre la procrastinación. Escribir es algo que me apasiona y conozco la sensación maravillosa de hacerlo. No me importa la hora ni lo que tengo pendiente, sólo escribo. Con verguenza tengo que reconocer que hice en Sinjania dos cursos maravillosos; el curso de Novela y el curso de Escritura Creativa . Fue increíble comprobar que podía hacerlo. Con la guía de la tutora y un tema para escribir era sentarme y las ideas salían solas, era fácil y a pesar de que cometía errores logré escribir pequeños relatos que no estaban tan mal. Sé que soy una persona creativa, con imaginación y tengo las ganas.
    Terminé los cursos muy motivada pero en cuanto me ví «sola» me sentí insegura, me fui alejando de mi objetivo y a pesar de que no hay día en que no piense que tengo que ponerme a escribir, pierdo el tiempo en cosas que no me aportan nada. ¿Inseguridad? ¿flojera? ¿falta de motivación? ¿miedo?. Bueno que no logro identificar que es lo que me pasa. Gracias por estos artículos, los tengo todos guardados y los repaso de vez en cuando, pero eso no sirve si no lo llevo a la práctica.

      • Gracias por tu ánimo Sinjania. Lo que comenta Aarón me golpeó la autoestima y me hizo recapacitar en que la osadía y la perseverancia no estaban en mis prioridades. Gracias Aarón.

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