Por internet, entre los bookstagramers, booktubers y booktokers cunde un booktag nombrado «Miedo a leer». En él, estos lectores asiduos enumeran títulos que tienen miedo a leer por alguna de las razones que la etiqueta propone. Algunas de ellas son:
- Miedo a comenzar un libro porque es un tocho.
- Miedo a leerme un libro porque tiene mucho hype.
- Miedo a leer un libro por las malas críticas que tiene.
- Miedo a leer un libro por su título.
- Miedo a leer un libro por la portada tan horrible que tiene.
- Miedo a leer un libro por el tema que trata.
- Miedo a leer un libro porque anteriormente no tuviste una buena experiencia con el autor/a.
- Miedo a leer un libro porque tienes la sensación de que no ha envejecido bien.
- Miedo a leer un libro porque es de un género que no suele gustarte.
La etiqueta, como sucede siempre en internet, ha sufrido mutaciones y es posible encontrar variaciones sobre estas premisas, siempre orientadas a que el lector comparta el miedo que le producen ciertas obras.
El descubrimiento de esta etiqueta coincidió para nosotros con el revuelo causado en X (antes Twitter) por la publicación de una lista en la que Gema Nieto (@GemaNieto81) proponía una lista de cien libros pensados para lectores a partir de trece años. No suele suceder que un tema literario se convierta en tendencia en la red social, pero la publicación de Gema lo hizo. En su publicación, Gema explicaba:
Ahora que empieza el curso y sabiendo que nuestro sistema educativo puede llegar a convertirse en una máquina trituradora de hábitos lectores entre los más jóvenes, he pensado en una lista de 100 libros de toda clase que cualquier chico/a desde los 13 años puede (y debe) leer.
La reacción de algunas personas a la lista de lecturas de Gema Nieto fue decir que muchos de esos libros eran demasiado «difíciles» para esos jóvenes lectores: «Alguno de esos libros se les va a hacer bola», «Ahí veo libros que van a hacer aborrecer la lectura a cualquier adolescente». Hasta el punto de que Gema Nieto hubo de añadir una posdata a su hilo:
Qué miedo parece que tienen muchos a que los adolescentes lean libros que nunca les han propuesto. Qué poca confianza en ellos. Consideradles bobos e incapaces, dadles sólo lo fácil creyendo que «hay cosas que no entenderán» y lo serán de verdad o lo seguirán siendo siempre.
El sentir de Nieto avivó en nosotros una reflexión antigua, que el booktag «Miedo a leer» ya había hecho aflorar. Porque, en efecto, parece que tenemos miedo a leer, al menos a leer determinados libros (como los que Gema Nieto propone en su lista). Y no es de extrañar, porque ese miedo se nos inocula desde la más tierna infancia.
De dónde viene el miedo a leer
Hay ciertas lecturas (de libros clásicos, por lo general) que tienen muy mala fama: vienen con la advertencia de que son libros aburridos o de que no son libros aptos para todos los lectores. Así se les presentan al joven lector: «Este no es un libro para ti, hay que ser más inteligente de lo que tú eres para comprenderlo, no lo vas a entender y te vas a aburrir». Pero, al hacerlo, no se tiene en cuenta que ese discurso causa más perjuicio que beneficio.
El primer perjuicio es evidente: se imbuye en el lector la idea de su incapacidad: hay ciertos libros a los que no puede llegar. Y esa sensación de insuficiencia puede durar toda una vida y marcar para siempre su relación con la literatura. Porque ¿quién y cuándo entregará al lector el carné, la cédula que indica que ahora sí puede leer esos libros que antes se le desaconsejaron?
El segundo perjuicio no es tan obvio, pero es también pernicioso. Disuadir a un lector de acercarse a un libro porque lo va a encontrar aburrido lleva implícita la idea de que la lectura es una mera actividad de ocio, pensada para «divertir». Y sin duda, la literatura nos entretiene y nos divierte; pero además la literatura es una forma de arte, una de las más excelsas, y en los buenos libros hay mucho más que diversión.
Por otro lado, cada lector es un mundo. Presumir de la certeza de que determinado libro aburrirá a la mayoría de los lectores es de una enorme arrogancia y, peor, significa desconocer por completo la magia que operan los libros y su capacidad para atraer o repeler en función de infinitos parámetros. Habría que conocer muy bien al lector al que se le disuade de una lectura concreta para tener la seguridad de que ese libro no es para él (y aun así podríamos llevarnos una sorpresa). Sin embargo, se desaconsejan libros a mansalva (no título por título) y para todos los lectores (no lector por lector).
Y lo malo es que ese miedo a leer ciertos libros acompaña a muchos lectores durante toda su vida. En ellos queda latente la idea de que determinadas lecturas les quedan grandes, y nunca se deciden a experimentar por sí mismos si esa idea es real o no.
Perdamos el respeto a los libros
Por el contrario, es necesario que perdamos el miedo a leer, que perdamos el miedo a los libros, a todos los libros, pero en especial a esos clásicos que, se nos dice, no vamos a comprender y nos van a aburrir.
Ignoremos esos agoreros cantos de sirena, tal vez entonados por malos lectores, y sintámonos capacitados para acercarnos a cualquier libro. Esos libros que han recibido la agradecida alabanza de tantos lectores antes de nosotros no pueden estar solo pensados para un puñado de selectos lectores. Antes bien, todas esas lecturas los avalan y los recomiendan; nada hay en nosotros que nos impida disfrutarlos como miles lo han hecho ya.
Sin duda, puede que alguno de esos libros no nos guste, pero ¿acaso nos gustan por igual todas las lecturas que hacemos? Incluso aunque huyamos de esos libros tenidos por aburridos y difíciles, ¿no caen en nuestras manos libros que nos cansan, que no nos gustan, que provocan nuestra indiferencia? Sin embargo, es seguro que muchos de esos libros «proscritos» sí nos gustarán, es más, nos entusiasmarán.
Pero, sobre todo, por nada debemos dudar de nuestras capacidades como lectores. Cuando somos lectores jóvenes puede que no saquemos todo el jugo que los mejores libros encierran. No importa. Podremos reservarnos el placer de volver a ellos más adelante y hacer segundas y terceras lecturas. Los buenos libros nunca se agotan, y nos reflejan como espejos para que apreciemos cómo hemos cambiado desde la última vez que nos encontramos.
La curiosidad es uno de los atributos de los lectores. Acerquémonos con ella a los libros, a cualquier libro. Dejemos que sea nuestra curiosidad la que nos guíe y no las admoniciones de lectores que, o bien quieren reservarse una falsa superioridad intelectual decidiendo que ciertos libros no son para todo el mundo; o bien desconocen en absoluto el increíble poder de la buena literatura para persuadir y maravillar a los lectores de todas las edades y de todas las épocas.
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Ahora cuéntanos, ¿has sentido alguna vez miedo a leer? ¿De qué títulos o autores? ¿Y si les dieras una oportunidad?, ¿y si te dieras una oportunidad?
Me sorprende que la lista no incluya El Quijote. Muy mal por Gema Nieto.
Si no recordamos mal, Gema explicaba que no incluía aquellos libros que probablemente ya iban a ser leídos en clase de Lengua y Literatura.
Un abrazo.
Holaaa buenos días, los saluda Boris desde Colombia, me pareció un muy buen tema, sin duda a todos nos ha pasado, yo tuve y aún no lo he podido vencer,muchas prevención frente a los clásicos,me parecen aburridos, difíciles de leer, lo he intentado pero no lo pude superar.