1. Lleva un lápiz para escribir en los aviones. Pero los lápices no son seguros y si la punta se rompe, no se puede afilar en el avión, ya que no se pueden llevar cuchillos. Por lo tanto, lleva dos lápices.
2. Si los dos lápices se rompen, se puede hacer un afilado de emergencia con una lima de uñas de las de metal o vidrio.
3. Lleva algo en lo que escribir. El papel es lo mejor, pero en caso de necesidad, la madera o tu propio brazo pueden servir.
4. Si escribes en el ordenador, haz siempre una copia de seguridad en un lápiz de memoria.
5. Haz ejercicios para la espalda. El dolor es una distracción.
6. Mantén la atención del lector. (Es probable que esto funcione mejor si puedes mantener la tuya propia). Pero no sabes quién es el lector, así que es como pescar con un tirachinas en la oscuridad: lo que fascina a A puede aburrir mortalmente a B.
7. Seguramente necesitarás un diccionario de sinónimos, un libro de gramática básica y un asidero a la realidad. Este último significa: no hay comida gratis. La escritura es un trabajo. También un juego de azar. No tendrás un plan de pensiones. Otras personas pueden ayudarte un poco, pero en esencia vas por tu cuenta. Nadie te obliga: tú lo elegiste, así que no te quejes.
8. Nunca podrás leer tu propio libro con esa anticipación inocente que acompaña a la deliciosa primera página de un libro nuevo, porque tú lo escribiste. Has estado detrás del escenario. Has visto cómo se introducen de contrabando los conejos en el sombrero. Por lo tanto, pídele a uno o dos amigos lectores que le echen un vistazo antes de entregárselo a cualquier persona en el negocio editorial. Ese amigo no debe ser alguien con quien tengas una relación romántica, a menos que quieras romper.
9. No te quedes sentado en el medio del bosque. Si estás perdido en la trama o bloqueado, vuelve sobre tus pasos hasta dar con aquello en lo que te equivocaste. Luego toma otro camino. Y/o cambia al protagonista, cambia el conflicto, cambia la primera página.
10. Rezar puede funcionar. O ponerse a leer otra cosa. O visualizar de manera constante el santo grial que es la resplandeciente versión final de tu libro ya publicada.