- Cultiva la duda con respecto a las ideologías reinantes y a los príncipes.
- Mantente alejado de los príncipes.
- Cuida de no manchar tu lenguaje con el habla de las ideologías.
- Estate persuadido de que eres más fuerte que los generales, pero no te midas con ellos.
- No creas en proyectos utópicos, salvo en aquellos que concibas tú mismo.
- Muéstrate tan orgulloso ante los príncipes como ante el populacho.
- Ten tranquila la conciencia en cuanto a los privilegios que te confiere tu oficio de escritor.
- No confundas la maldición de tu elección con la opresión de clase.
- No estés obsesionado por la urgencia histórica y no creas en la metáfora de los trenes de la historia.
- No te precipites, pues, en los trenes de la historia; se trata sólo de una estúpida metáfora.
- Guarda siempre en tu mente esta máxima: «Quien alcanza el fin frustra todo el resto».
- No escribas reportajes sobre países donde has estado de turista: no escribas reportajes sobre nada, no eres periodista.
- No te fíes de las estadísticas, de las cifras, de las declaraciones públicas: la realidad es aquello que no se ve a simple vista.
- No visites las fábricas, los koljoz, las grandes obras públicas: el progreso es lo que no se ve a simple vista.
- No te ocupes de economía, de sociología ni de psicoanálisis.
- No te embriagues de filosofía oriental, de zen-budismo, etcétera; tienes algo mejor que hacer.
- Sé consciente del hecho de que la imaginación es hermana de la mentira, y por ello mismo es peligrosa.
- No te asocies con nadie: el escritor está solo.
- No creas a los que dicen que este mundo es el peor de todos.
- No creas a los profetas, porque tú eres profeta.
- No seas profeta, porque la duda es tu arma.
- Ten la conciencia tranquila: los príncipes no tienen nada que ver contigo, porque tú eres un príncipe.
- Ten la conciencia tranquila: los mineros no tienen nada que ver contigo, porque tú eres un minero.
- Sé consciente de que lo que no has dicho en los periódicos no está perdido para siempre: es como la turba.
- No escribas por encargo.
- No apuestes por el momento, porque lo lamentarías.
- Tampoco apuestes por la eternidad, porque lo lamentarías.
- No estés contento con tu destino, porque sólo los imbéciles lo están.
- No estés descontento de tu destino, porque tú eres un elegido.
- No busques justificaciones morales a los que te han traicionado.
- Guárdate de la temible perseverancia.
- Cree a los que pagan cara su inconsecuencia.
- No creas a los que hacen pagar cara su inconsecuencia.
- No prediques el relativismo de todos los valores: existe la jerarquía de los valores.
- Recibe con indiferencia las recompensas que te otorgan los príncipes, pero no hagas nada por merecerlas.
- Estáte persuadido de que la lengua en la que escribes es la mejor de todas, porque no tienes otra.
- Estáte persuadido de que la lengua en la que escribes es la peor de todas, aunque no la cambiarías por ninguna otra.
- «Porque eres tibio, y no frío ni ardiente, voy a vomitarte de mi boca» (Apocalipsis 3, 16).
- No seas servil, porque los príncipes te tomarían por un criado.
- No seas presuntuoso, porque te parecerías a los criados de los príncipes.
- No te dejes persuadir de que tu literatura es socialmente inútil.
- No pienses que tu literatura es útil para la sociedad.
- No pienses que eres un miembro útil de la sociedad.
- No te dejes persuadir por ello de que eres un parásito de la sociedad.
- Estáte convencido de que tu soneto vale más que los discursos de los hombres políticos y de los príncipes.
- Sé consciente de que tu soneto carece de sentido frente a la retórica de los hombres políticos y de los príncipes.
- Ten en todo tu propio parecer.
- No des tu opinión en todo.
- Es a ti a quien menos le cuestan las palabras.
- Tus palabras no tienen precio.
- No hables en nombre de tu nación, porque ¿quién eres tú para pretender representar a cualquiera si no es a ti mismo?
- No estés en la oposición, porque no estás enfrente, sino debajo.
- No estés del lado del poder y de los príncipes, porque estás por encima de ellos.
- Lucha contra las injusticias sociales sin hacer de ello un programa.
- Cuídate de que la lucha contra las injusticias sociales no te desvíe de tu camino.
- Conoce lo que piensan los otros; luego, olvídalo.
- No concibas un programa político, no concibas ningún programa: concibe a partir del magma y del caos del mundo.
- Guárdate de los que te proponen soluciones finales.
- No seas el escritor de las minorías.
- Tan luego como una comunidad te haga suyo, ponte a ti mismo en cuestión.
- No escribas para el lector medio: todos los lectores son medios.
- No escribas para la elite; la elite no existe: tú eres la elite.
- No pienses en la muerte, pero no olvides que eres mortal.
- No creas en la inmortalidad del escritor; eso son tonterías de profesores.
- No seas trágicamente serio, porque resulta cómico.
- No seas actor, porque los ricos están acostumbrados a que se les divierta.
- No seas bufón de corte.
- No pienses que los escritores son la conciencia de la humanidad, tú has visto demasiados crápulas.
- No te dejes persuadir de que no eres nada ni nadie: tú has visto que los ricos tienen miedo de los poetas.
- No vayas a la muerte por ninguna idea ni convenzas a nadie de que muera.
- No seas cobarde, y desprecia a los cobardes.
- No olvides que el heroísmo se paga caro.
- No escribas para las fiestas y los jubileos.
- No escribas panegíricos, porque lo lamentarías.
- No escribas oraciones fúnebres a los héroes de la nación, porque lo lamentarías.
- Si no puedes decir la verdad, cállate.
- Guárdate de las medias verdades.
- Cuando se celebra una fiesta, no hay razón alguna para que tomes parte en ella.
- No prestes servicios a los príncipes ni a los ricos.
- No pidas servicios ni a los príncipes ni a los ricos.
- No seas tolerante por cortesía.
- No defiendas la verdad a cualquier precio: «No se discute con un imbécil».
- No te dejes persuadir de que todos tenemos igualmente razón ni de que los gustos no se discuten.
- «Ser dos a estar equivocados no quiere decir que se sean dos a tener razón» (Popper).
- «Admitir que el otro pueda tener razón no nos protege contra un peligro diferente: el de creer que todo el mundo posiblemente tiene razón» (Ídem).
- No discutas con ignorantes sobre cosas de las que, gracias a ti, oyen hablar por primera vez.
- No tengas ninguna misión.
- Guárdate de los que tienen una misión.
- No creas en el pensamiento científico.
- No creas en la intuición.
- Guárdate del cinismo, entre otros del tuyo.
- Evita los lugares comunes y las citas ideológicas.
- Ten el valor de decir que el poema de Aragón a la gloria de la G. P. U. es una infamia.
- No le busques circunstancias atenuantes.
- No te dejes convencer de que en la polémica Sartre-Camus los dos tenían razón.
- No creas en la escritura automática ni en el difuminado querido: tú aspiras a la claridad.
- Rechaza las escuelas literarias que te son impuestas.
- A la sola mención del realismo socialista renuncia a toda discusión.
- Sobre el tema de la literatura comprometida permanece mudo como un muerto: deja eso a los profesores.
- Al que compare los campos de concentración con la prisión de la Santé, mándalo a paseo.
- Al que afirme que la Kolyma es diferente de Auschwitz, mándalo al diablo.
- Al que afirme que en Auschwitz sólo se exterminó a piojos y no a hombres, échalo fuera.
- Al que afirme que todo esto representaba una necesidad histórica, aplícale el mismo tratamiento.
- «Segui il carro e lascia dir le genti» (Dante).
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