¿Quieres escribir una novela, pero te parece que tu argumento resulta algo descafeinado y falto de gancho? Si es así, probablemente te enfrentes a un problema bastante habitual: la falta de conflicto.
Como hemos dicho en otras ocasiones el conflicto es el motor que mueve la novela. Es lo que hace que la acción avance y es lo que pone en jaque al protagonista y le obliga a ponerse en marcha.
Por tanto, el conflicto es un elemento imprescindible y debe ser trabajado con atención.
Pero en muchas novelas, sobre todo de autores principiantes, el conflicto no ha sido bien manejado debido a dos errores.
- El conflicto es superficial.
- El conflicto no se ha desarrollado con solvencia.
El conflicto es superficial
Como hemos dicho, el conflicto es la fuerza motriz de la novela. Por eso es importante que tenga la entidad suficiente como para poner la acción en marcha y sostenerla hasta el final, poniendo una y otra vez ante el protagonista obstáculos y problemas.
Pero muchos escritores eligen conflictos banales, de poco calado, que no tienen la fuerza suficiente para durar ni presentan dificultades que precisen que el personaje se esfuerce en serio por superarlas.
El conflicto entre dos hermanas, que dejan de hablarse y que no tienen el poder suficiente como para influir en la vida de la otra de manera negativa, no puede resultar interesante. La novela solo describirá como cada una permanece como observadora lejana de la vida de la otra, alegrándose de las pequeñas desdichas, pero sin poder de acción como para aumentarlas o evitarlas.
La falta de conflicto también se relaciona con el hecho de poner todo muy fácil a tus personajes.
Imagina la historia de una joven diseñadora de moda que sueña con montar un pequeña pero exclusiva boutique en la que vender sus diseños. Casi al comienzo de la novela conoce a una antigua modelo con cierto capital que está buscando un proyecto interesante en el que invertir. Las dos mujeres se asocian y con la genialidad de la diseñadora y el dinero y los contactos de la exmodelo pronto tienen un atelier de renombre.
¿Dónde está el conflicto en esta historia? Sencillamente, no lo hay.
La falta de conflicto se deriva de que los obstáculos que impone el argumento se solventan enseguida y con facilidad, como si un hada madrina velara por la protagonista. El hada madrina es en realidad el escritor que, encariñado con su personaje, no ha querido ponerle las cosas difíciles.
Hay tres cosas que puedes hacer para comprobar que la falta de conflicto de tu novela no proviene de que este es superficial.
- Asegurarte de que el conflicto tiene fuerza y entidad suficiente. Los buenos conflictos se relacionan con las grandes cuestiones a las que siempre se ha enfrentado el ser humano: el sentido de la existencia, el amor, la muerte, la imagen de lo divino, la trascendencia… Relaciona tu conflicto con alguna de estas ideas y ganará calado. Y si no se puede relacionar, tal vez sea mejor que pienses otro argumento.
- Comprobar que no le estás poniendo las cosas sencillas a tu personaje. Si lo consigue todo con demasiada facilidad y si nunca sufre un revés o una desilusión es que estás siendo demasiado benévolo. Pon en aprietos a tu protagonista.
- Asegurarte de que has explorado todas las posibles caras del conflicto y que estas quedan expuestas a lo largo de la historia.
Este último punto tiene una gran importancia y se relaciona con la otra causa que provoca falta de conflicto en tantas novelas: que el conflicto no se desarrolle con solvencia.
El conflicto no se desarrolla con solvencia
Este problema suelen tenerlo escritores con algo más de experiencia, que han superado esa cierta ingenuidad inicial de la que adolecen los escritores noveles.
Sus tablas les permiten identificar conflictos interesantes, con un gran potencial, pero a la hora de la verdad sus novelas resultan algo tibias, eso a pesar de que se esfuerzan en hacer que sus personajes se enfrenten a todo tipo de retos y vicisitudes.
¿Dónde radica entonces el problema de la falta de conflicto?
Sencillamente en que no han examinado todas las posibilidades que el argumento, el propio conflicto y los personajes les ofrecen.
Lo primero que debes hacer es analizar en profundidad el conflicto que subyace tras la historia que quieres contar y apuntar todas las formas en que puede manifestarse, todos los obstáculos que puede oponer a tu protagonista.
En el ejemplo de la joven modista, la antigua modelo puede tardar en aparecer y mientras ella tener que hacer diferentes trabajos para tratar de conseguir el dinero que le permita hacer realidad su sueño. Estos trabajos presentarán a su vez problemas y dificultades. Para colmo, el dinero que con tanto trabajo había ahorrado debe dárselo a su hermano que trabaja como repartidor y se ha quedado sin su furgoneta en un accidente.
A continuación, también debes considerar cómo se relaciona el conflicto con tu personaje. Antes de empezar a escribir habrás pensado los rasgos principales de tu protagonista y al hacerlo también debes sopesar cómo va a reaccionar ante el conflicto y ante los retos a los que este le enfrente.
Por ejemplo, en el caso de nuestra modista pude recibir una suculenta oferta por diseñar algunos modelos para un reputado creador, que los firmará con su nombre. La modista siente que eso es prostituir su trabajo, pero la oferta es tentadora, ¿qué hará?
Al concebir un personaje debes darle criterios éticos por los que guiarse, líneas que nunca estará dispuesto a cruzar, creencias inamovibles y otras más elásticas. Todo eso forma parte de tu personaje y es más importante que su estatura y su color de pelo.
Y todo eso hace que se enfrente a las diferentes caras del conflicto de una u otra manera. Piénsalo, tú no afrontas los problemas como lo hace tu hermana o tu mejor amigo. Tus decisiones se basan en tus ideas y convicciones, en tu experiencia previa, en la educación que has recibido, etc.
De la personalidad singular de la que has dotado a tu personaje surgen los conflictos internos que deben jalonar la trama, conduciendo la historia por derroteros cada vez más interesantes. Interesantes toda vez que atañen a «lo humano» del personaje y hacen que el lector se cuestione cómo reaccionaría él en esa misma circunstancia. En este artículo te contamos cómo desarrollar el conflicto interno de tu protagonista.
A continuación, amplía el foco y pregúntate cómo se relacionan los personajes secundarios con el conflicto, en qué forma podrían servirle de agentes.
Por ejemplo, la familia de la protagonista no entiende muy bien su deseo de tener su propio taller, preferirían que buscase un empleo seguro, a ser posible lejos del mundo de la moda, que consideran un medio algo frívolo y poco apropiado para una joven.
O la antigua modelo que pretende asociarse con ella puede tener unas determinadas ideas para llevar el negocio, que no coinciden con las de la protagonista.
Las ideas y actos de otros personajes añaden leña al fuego del conflicto, forman parte de él. Juega con ellos.
Para terminar, valora cómo el entorno puede obstaculizar a tu protagonista y ser parte de las fuerzas del conflicto.
Imagina que esta historia tuviera lugar en la década de los treinta del siglo XX, cuando no era común que las mujeres tuvieran sus propios negocios o tan siquiera ambiciones propias. Cuando las modelos eran consideradas casi como prostitutas, etc. Todos esos factores dan nuevo vigor al conflicto y hacen que los problemas se multipliquen.
Lluvia de ideas para evitar la falta de conflicto
Como ves, se trata de que hagas una especie de lluvia de ideas.
- Piensa en tu argumento.
- Piensa en el conflicto e identifica todas las caras que pueda mostrar.
- Piensa en la idiosincrasia de tu protagonista.
- Piensa en los obstáculos que pueden presentar los personajes secundarios.
- Piensa en los obstáculos que puedan surgir del entorno físico, social y cultural en el que se mueve el protagonista.
El momento de pensar en todo ello es durante el trabajo previo a la escritura. Ahí es donde debes decidir qué historia vas a contar y cómo, quién es tu protagonista y qué final le aguarda.
Dedica algo de tiempo a analizar a fondo el conflicto y todas las formas en que puede hacerse presente, tanto a nivel externo como, y esto es importante, a nivel interno.
Ay, cómo os gusta obviar la importancia de la fase en la que se toman decisiones y se crea la estructura que luego sostendrá el peso de la historia. Cómo os gusta lanzaros a escribir confiando en que la historia está en vuestra cabeza hasta en sus menores detalles y que podréis resolver los problemas según se presenten, que la historia guarda la clave dentro de sí y se trata de escribir hasta llegar a ella.
Pero ese error se paga caro, porque de él se deriva la falta de conflicto que vuelve las historias sosas, flojas y sin tono narrativo.
Es la suma de todos esos problemas, obstáculos, dilemas y preocupaciones lo que hace que el conflicto permanezca activo durante toda la novela, haciendo que las dificultades sean cada vez mayores y más numerosas y aumentado así la tensión.
Por eso es importante que tengas decidido de antemano qué problemas son esos y en qué momento harán su aparición, de mano de quién y cómo los afrontará el protagonista.
No siempre se gana
Para terminar, recuerda que tu protagonista no puede salir siempre airoso de cada problema o contratiempo que se le presente.
De nuevo, cuidado con el complejo de hada madrina con tus personajes. Es tentador permitirles ganar siempre, pero eso resta conflicto, interés y verosimilitud a la trama.
Si has cuidado muy bien el conflicto de tu novela y te has ocupado de presentar sus diferentes caras a lo largo de la historia, pero aun así percibes que la narración flojea, el problema puede estar precisamente en este punto: has convertido a tu protagonista en una persona tan excepcional que todo lo resuelve sin dificultad o tan afortunada que la suerte siempre le sonríe y no hay problema que no se solucione sin mayor complicación.
Como señalamos más arriba, el lector quiere identificarse con el personaje y sopesar cómo afrontaría él los problemas que acucian a tu protagonista. Pero para ello es necesario que el protagonista sea creíble, que dude, caiga y se equivoque como haría cualquiera de nosotros. El lector no quiere ver triunfar siempre a tu personaje.
Si todavía no has empezado a escribir, presta atención a los puntos que acabamos de comentar para asegurarte de que le das al conflicto la fuerza suficiente para llevar la historia desde el principio hasta el final de manera atractiva.
Y si ya estás en la fase de revisión atiende a estos elementos para asegurarte de que la falta de conflicto no es el defecto que está dando al traste con tu historia.
En ambos casos, si todavía no has empezado a escribir o si ya estás revisando tu novela, eres bienvenido a nuestra comunidad de escritores. Deja más abajo tu nombre y tu correo para unirte a ella hoy mismo.
ME EMOCIONA LEER LO ANTEIOR Y TRATO DE ASIMILAR LO LEÍDO Y ME FORMULO LA IDEA DE VENCER PARADIGMAS Y LOGRAR ESCRIBIR PARA ENSEÑAR. GRACIAS POR LOS CONSEJOS
Amigos: Este artículo me ayudó muchísimo a comprender el sentido de «conflicto» y cómo manejarlo a futuro.
Gracias,
Alejandro
Hola, Alejandro:
Nos gusta saberlo.
Un saludo.
Tenía dudas acerca de cómo trabajar una novela corta, pero creo que con estas sugerencias resuelvo el asunto del confllicto
Gracias
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